Ochenta y tres; Bahamas

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—¿Te gusta la casa? —Me preguntó Justin al salir a la terraza, donde me encontraba mirando hacia el mar.

—¿Estás de broma? —Me volví hacia él—. Es mil veces mejor en persona que en las fotos. —Le aseguré arrancándole una sonrisa.

La gran casa era de un estilo balinés y se encontraba situada justamente en el centro de la isla, rodeada por una espesa vegetación que cubría gran parte del terreno, y con acceso a las distintas playas de la isla desde todos lados gracias a unos pequeños senderos.

—La verdad es que a mí también me ha sorprendido para bien —admitió colocándose a mi lado para contemplar las vistas—. El chico ya se ha ido, pero en el salón ha dejado un móvil con el que nos podemos poner en contacto con el staff para cualquier cosa.

—Genial —Asentí y una vez más me volví hacia las vistas—. Aún me cuesta creer que tengamos todo esto para nosotros —murmuré tras soltar un suspiro—, bueno y para Milo, Esther y los chicos. —Esbocé una mueca haciendo reír a Justin.

Habíamos viajado acompañados por Patrick y Tony, ya que Jordan y Addison todavía tenían que terminar con algunos detalles de su mudanza. Obviamente, mientras estuviésemos en la isla, no sería necesario que ejerciesen como mis guardaespaldas y tanto Justin como yo les habíamos dicho que eran libres de hacer lo que quisieran, pero si algún día decidíamos ir a alguna otra isla donde había más gente era mejor ir acompañados por ellos.

—Bueno, Patrick y Tony están en la otra casa —Me recordó abrazándome por la espalda—. Y en cuanto a Esther y Milo... siempre podemos encerrarlos en alguna de las habitaciones —bromeó, ganándose un pequeño manotazo por mi parte.

—Sigue hablando así y al final te retiro la custodia de Milo —Le advertí haciéndole reír—. Y la de Esther porque no puedo que si no...

—No, no. Esther es mía. —Me aseguró y ahora reí yo.

—Está bien, está bien. —Volví la cabeza hacia él y uní nuestros labios fugazmente.

—¿Qué te apetece hacer?

—¿Ahora mismo? —Me giré para quedar frente a frente con él y Justin asintió—. Nada, estoy algo cansada del viaje y solo quiero descansar —confesé.

—¿Te parece bien si nos cambiamos y vamos un rato a la playa? —Me ofreció.

—Me encanta la idea. —Le aseguré antes de coger su mano para regresar a la casa.

Nos pusimos rápidamente los bañadores y tras coger un par de toallas, protector solar y asegurarnos de que Esther y Milo no terminaban escapándose, nos dirigimos hacia una de las distintas playas que había en la isla.

—Voy a darme un chapuzón. —Me avisó Justin señalando hacia el agua.

—Está bien, yo me quedo aquí —dije al sentarme en una de las tumbonas.

Observé a Justin meterse al agua y me puse algo de protector antes de tumbarme, dispuesta a broncearme. Aunque no debieron pasar más de quince minutos antes de que una sombra me cubriese el sol y al abrir los ojos topé con Justin.

—¿Ya te has cansado? —Me incorporé un poco para quedar sentada.

—Solo necesitaba refrescarme. —Me explicó antes de ocupar la tumbona que había junto a la mía.

—¿Estaba buena el agua? —De nuevo miré hacia el mar.

—Está genial. —Me aseguró.

—Quizás me meta más tarde entonces —murmuré mirando aún hacia el horizonte—. El chico ha dicho que podíamos comer ahí, ¿no?

All These Years • jb [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora