Capítulo 12: Juegos sexuales solitarios de un omega y necesidades de un alfa

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Liam despertó acalorado y con el corazón golpeándole el pecho con violencia. La erección entre sus piernas era insoportable. De verdad no podía moverse.

Estaba soñando algo. Soñando con alguien. El alfa. Malditos fueran los dioses de la lujuria, no podía dejar de pensar en su rostro de facciones elegantes sobre él, besándole, rozándose contra su cuerpo...

—Olvida eso, Dunbar. Es un alfa. Y uno de los importantes. Segundo del líder, nada menos.— se acarició la marca cicatrizada de su cuello. También le molestaba.

Estaba hecho un asco y todo era culpa de ese alfa encantador de ojos azules.

Bajó la mano y tocó levemente la cabeza de su pene. La imaginación era su mejor aliada en ese momento y no era como si ese alfa, -Theo, Theo- fuese a enterarse.

Apretó el glande y gimió en voz alta. Su pene vibró y el pulgar se le humedeció con líquido preseminal.



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—Amigo, ¿estás bien?

Theo sacudió su cabeza. Scott le estaba sujetando el hombro.

—Te quedaste con la mirada completamente perdida. ¿Te sientes mal?

—Estoy bien. Pero ha sido un día raro y creo que es hora de irme a casa.

Puso un billete sobre la barra y abandonó el local con la cabeza a punto de estallar. De repente sus pensamientos se habían llenado de imágenes húmedas y sensuales, del rostro de Liam con labios entreabiertos y de una convicción irrefutable de que ambos debían estar juntos en ese momento, unidos y encajados.

Caminó para llegar a casa. En forma humana. El aire alivió un poco su acaloramiento pero no del todo.



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Liam se dio la vuelta sobre sí mismo. Ya se había corrido una vez pero su cuerpo seguía caliente como fuego. Tenía las manos húmedas y pegajosas de su primera eyaculación y ahora estaba frotándose contra el colchón, arrastrando su pene contra las sábanas y pronunciando el nombre de ese alfa contra su almohada.

Jugó con los dedos a acariciar la entrada de su trasero. Y gritó presionando al mismo tiempo que de restregaba con fuerza en la cama, rápido, gritando y cerrando los ojos para imaginar más claramente a Theo...



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Theo cerró la puerta de su casa. Se desabrochó los pantalones y se apoyó en la pared, se sacó el pene y apretó, sacudiendo y pasando la mano, masturbándose lo más rápido posible porque la sensación había vuelto a invadirle...

Theo se derrumbó. Su polla aún estaba sacudiéndose y derramando semen contra las sábanas. Se estiró tratando de respirar.

¿Que era lo que le estaba ocurriendo?

No podía moverse. Había sido un orgasmo tan intenso que había resultado mucho mejor que algunas experiencias sexuales compartidas. Curioso para ser un juego solitario.

Sería mejor que durmiese, se calmase y dejase de pensar en el omega de bellos ojos.



❀ ❀ ❀ ❀


Derek Hale salió de su coche, le deseó un buen día al conductor y entró en las oficinas con una sensación extraña y desagradable en el pecho.


Era miedo, aunque su mente jamás lo admitiría. Miedo a que nada estuviese en su sitio.
Stilinski, la conversación con Theo...

Cuando el ascensor se abrió y lo dejó en el piso de su despacho, se demoró unos segundos. Al fin salió.

Theo estaba sentado en el sofá de la recepción, con aspecto de haber dormido poco pero le saludó con la mano. Y se distinguía la figura de Stilinski tecleando en su ordenador, dentro de su pequeño despacho.

Se acercó a la puerta.

—Stilinski...

—Mi doctor personal me firmó un justificante médico para mí ausencia de ayer, se lo he dejado sobre su mesa junto con la planificación de las visitas de investigación divididas por plano y por quién irá a hacer las preguntas.

—Está bien.

—¿Desea algo más, señor Hale?

Stiles le miró y había frío en sus ojos. No llevaba lentes y había cambiado ligeramente su modo de vestir. No llevaba el cabello repeinado, ni suéter sobre la camisa de cuadros.

—No, muchas gracias. Estaré en mi despacho.

Theo no se perdió ni un detalle de la conversación. Necesitaba hablar con Stiles. Averiguar de verdad lo que fuese que había pasado.



❀ ❀ ❀ ❀


Todo estaba aterradoramente normal. Derek revisó la planificación que estaba lista para ser aplicada el día siguiente, Stilinski trabajaba en cosas de la empresa, Theo también, y nada parecía distinto al viernes.

Y a la vez lo era. Como una burbuja artificial a punto de estallar.

La única diferencia eran las frecuentes visitas de Stiles al aseo.

Y que no le preguntó a Derek si quería que le pidiese algo de comer.

—Señor Hale.

Derek levantó la mirada.

—Stilinski.

—Quiero pedir permiso para irme una hora primero. Mi médico, el doctor Lahey ha especificado en mi parte que necesito reposo y hacer pocos esfuerzos.

—No específica la causa de su malestar.

—Es algo natural. Estoy teniendo el sangrado post celo.

El corazón de Derek se detuvo durante unos segundos. Había olvidado esa parte del proceso. Pero Stiles estaba sangrando. No había habido ningún contratiempo inesperado.

—En otras ocasiones no necesitó horas de descanso, ¿todo va bien?

—Esta vez está siendo diferente. ¿Le resulta problemático que pida esas horas?

—No, siempre y cuando no afecte su trabajo. Termine el cuadrante de gastos de la oficina y podrá irse.

—Perfecto.

—Siga trabajando entonces. ¿O tiene alguna otra queja?

—Ninguna, pero a partir de hoy voy a ejercer mi derecho a hora y media para comer en lugar de cambiarlo por días de vacaciones acumulados.

—Tiene que solicitarlo por escrito.

—Lo haré. Que tenga un buen día, señor Hale.


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El Código Hale [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora