Capítulo 14: Un lobo gris herido

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—¿De que lobo estás hablando?

—El que sale en las noticias. El lobo solitario que asusta a los humanos.

Isaac respiró hondo. No podía negar la evidencia. Había visto su verdadera forma, estaba en el terreno de los avistamientos.

—Te he vencido en combate. El honor dicta que debes guardar silencio respecto a lo que has visto esta noche. Además no sería bueno para tu reputación haber sido vencido por un omega.

Scott siguió un impulso y se acercó hasta quedar casi pegado a Isaac. Le acarició el mentón. Isaac se quedó sin aliento. Seguían desnudos. Y se estaba excitando por ese alfa de gran envergadura y cuerpo perfecto. Algo que no solía sucederle. Nunca.

—Eres un omega muy particular... guardaré tu secreto pero necesito saber porque estás arriesgando tanto tú integridad y nuestra intimidad dejándote ver.

—No hago nada malo. Ayudó a algunas personas y hago ejercicio. Delatarme no te beneficiaría y si seria muy perjudicial para muchas personas.

—Puedo perder la confianza de mi superior.

—Gané el combate. Tú sabes lo que dicta el honor.

—Sí, lo sé. Pero no debes merodear por sitios tan peligrosos. Podrían incluso dispararte un dardo tranquilizante y atraparte, imagina despertar así como estás ahora pero con veinte humanos dispuestos a experimentar contigo y de paso poner en riesgo a toda nuestra especie.

—No sabía que eran sitios de paso arriesgado. Tendré cuidado.

—Necesito una explicación que me convenza de que no estoy dejando irse a alguien peligroso. Soy un alfa de honor. No revelaré tu secreto.

Isaac apretó los puños. Sabía que Scott no soltaría la presa porque dejarle ir sin una explicación podría significar dejar irse a un conspirador o asesino.

—Lidero una organización al margen de la legalidad. Aunque no hacemos nada delictivo. Solo nos ayudamos y organizamos. Y doy algunas clases de defensa personal a jóvenes omegas.

—¿Una organización? ¿De qué clase?

Programa de Resistencia Omega. Y no puedo contarte nada más. Solo es una red de ayuda. No hacemos nada malo.

—¿Entonces por qué es secreta?

—¿Necesitas preguntarlo?

Scott bajo los ojos y negó con la cabeza.

—Ten cuidado. Tienes un cuerpo muy bonito como para que los humanos lo llenen de agujas.

Scott se alejó dejando a Isaac de pie desnudo en su jardín.




❀ ❀ ❀ ❀



El Programa de Resistencia Omega había nacido hace siete años atrás. Al principio eran sólo él y Liam. Mejor dicho, Liam fue el primer omega que Isaac ayudó e inmediatamente después se convirtió en su principal ayuda.

Isaac era demasiado distinto entonces. Era solo un niño de dieciséis años. Un omega, único omega en una familia llena de alfas, como siempre había sido en su familia, hasta que Isaac nació.

Débil, delgado y tímido, siempre había vivido con esa mirada acusadora de haber nacido con la asignación equivocada.

Hasta que el mismo día que cumplió dieciséis años sus padres habían ido a su cuarto para comunicarle que habían decidido buscarle un alfa propio para que lo tomase de compañero y se hiciese cargo de él.

Isaac estaba asustado e intimidado, pero confiaba en que su familia le buscaría un buen alfa y su vida seguiría igual.

Hasta que le presentaron al señor Deucalion.

Primero conoció a Liam. Iba en el coche de sus padres, sentado en el asiento trasero, dispuesto a conocer a su alfa cuando vio a un chico vestido con ropa sencilla caminando al margen de la fea carretera con una bolsa deportiva al hombro.

Le dijo a sus padres que necesitaba orinar. A pesar de las quejas se detuvieron.

El chico no llevaba zapatos.

Isaac había salido del coche y había corrido tras el.

—¿Te sientes bien?— había preguntado poniendo la mano sobre su hombro.

El chico se dió la vuelta.

—¿Qué te importa?

—Sólo quiero ayudarte, no llevas zapatos...

—Deucalion me echó tan rápido que no me dió tiempo a buscarlos.

—¿Deucalion?

—Sí. Me sacó de mi cama y me dijo que me fuera, que iba a tener un nuevo compañero. Mejor que yo.

Isaac nunca soltó el hombro de Liam. Luego había sucedido aquello en la mansión del alfa...


❀ ❀ ❀ ❀

Estaba comenzando a llover.
Sería mejor que entrase a la casa.

Necesitaba una ducha y unas horas de sueño. Necesitaba olvidar esa noche y planificar como evitar volver a llamar la atención.

Muchos omegas no tenían un buen alfa que le amase y cuidase. Y muchos de ellos solo tenían al P.R.O.

No podía fallarles.


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El Código Hale [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora