Capítulo 48: Las artes de Scott

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Scott acabó de preparar algo de comer para Isaac. Aún estaba dormido.

No sabía lo que iba a hacer con Isaac. Cuando despertara, el celo estaría en su punto más álgido.

Tenía que atenderlo, quería atenderlo pero no consideraba moralmente adecuado que la virginidad de Isaac se fuese en un estado tan alterado como era el celo.

Quería ayudarle, hacerle gozar, pero que su virginidad se fuese cuando Isaac estuviese plenamente consciente de sí mismo para decir un sí sin condiciones.

Volvió al cuarto. Estaba tan dedo por las hormonas que podía jurar que casi era visible, como bruma.

Isaac abrió los ojos.

—Buenos días.

Se puso rojo. Dios mío, era irresistible. Tan dulce y tan inocente... Scott se sentó a su lado.

—Buenos días.— le besó con posesividad. Isaac se tapó la boca para reírse. Scott le miró embobado. Estaba muerto de pudor por lo ocurrido la noche anterior...

—Anoche...

—¿Te gustó?

—Mucho.— Isaac estaba rojo. Scott le dió los supresores para aliviar un poco y luego le obligó a desayunar.

—No voy a hacerte el amor mientras estés así.

—Entonces, necesitaré más supresores...

—Yo no he dicho eso.— dijo Scott sonriendo.




❀ ❀ ❀ ❀



Liam estaba desesperado. Absolutamente desesperado. No sabía en qué momento Deucalion iba a salir de casa para que él pudiese tratar de hacer algo.

Corey, el chico nuevo de Deucalion, le vigilaba constantemente. Para complacer al alfa y porque estaba terriblemente celoso.

Ese se lo iba a poner difícil.






❀ ❀ ❀ ❀





Isaac tenía los ojos en blanco.

Esa tarde estaba siendo increíble. Scott le había repetido durante toda la tarde masajes como el de la noche anterior.

Le había hecho correrse al menos cinco veces, ni sabía, había perdido la cuenta.

Y sin acercarse a su culo.

Masajes, en todo su cuerpo, en su pene, en su espalda.

Scott había usado sus manos, su miembro, su cuerpo, adorándole y dedicándole absolutamente toda su atención.

La tarde se había convertido en una especie de orgasmo infinito que lo elevaba en una ola infinita de placer inagotable.

Cuando se durmió, notaba su cuerpo tan absolutamente exhausto que adivinó que al día siguiente su celo sería un poco más que un recuerdo.

Un recuerdo maravilloso lleno de sábanas sucias.




❀ ❀ ❀ ❀



Las reuniones siempre eran en secreto y siempre en un sitio neutral. Nunca se veían las caras. En esa ocasión era en un bar de las afueras de Londres.

—El señor Hale está con ese omega.

—¿Tiene pruebas o solo es una intuición?

—Es una certeza. Todo el mundo habla de eso. Rumorean. Varias fuentes lo confirman y he visto sus besos con mis propios ojos.

—Gracias... aún necesitaré más servicios de su parte. Necesito que me escuche. Lo importante es que sigan sin darse cuenta de que usted está ahí.

—Tengo cámaras y micrófonos. Ni siquiera me verán.

—Bien... hay que eliminar a Stilinski. 

El Código Hale [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora