Capítulo 49: La virginidad de Isaac

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Capítulo Scisaac 

Isaac observaba el agua alejarse por el desagüe.

Nunca tomar una ducha había sido una decisión tan dura. Pero con el amanecer y con todo lo ocurrido el día anterior, su cuerpo estaba muy saciado y su psique más tranquila, sus hormonas apaciguadas y era de nuevo consciente de la realidad más allá de sus genitales.

Esa realidad era Liam y su retención por parte de Deucalion, las amenazas anónimas hacia Stiles y Derek, y poner en orden su situación sentimental con Scott.

Abrió las nalgas para limpiarse. Su cuerpo reaccionó lubricando más y con una erección inmediata. Reminiscencias del celo y no sólo eso... del descubrimiento de su propia sexualidad.

Dejó la esponja en la repisa de aluminio, y desnudo, mojado y aún medio confuso entró en el cuarto.

Scott le miró con sus ojos gatunos y perezosos. Su sonrisa era la del alfa que sabe que su omega es suyo por siempre. Y que a la vez se conoce atrapado en la telaraña peligrosa de pertenecerle y no le importa en absoluto.

—Scott, quiero que me hagas el amor.

El alfa se incorporó rápidamente sobre sus brazos, saltó ágilmente y se acercó al omega. Le sostuvo del mentón y le besó posesivamente.

—Hoy sí. Te lo haré.

—¿Por qué ayer no?

—Tu cuerpo lo necesitaba pero podía calmar esa necesidad de otro modo. Tenías que pedírmelo completamente consciente, hacerlo ayer hubiese equivalido a aprovecharse de ti ebrio o drogado. Aunque las drogas fuesen las hormonas segregadas por tu propio cuerpo.

—Aún estoy en celo.

—Pero ya estás más consciente... te lo haré, pero antes tenemos que hablar.

—No quiero hablar...

—Tranquilo. Sólo quiero pedirte... —Scott se arrodilló y apoyó la frente contra el abdomen de Isaac.— Se mí Omega, Isaac Lahey, y mi esposo.

—Oh, Dios... sí.

—¿Sí?

—Sí.

Scott se levantó y le empotró contra la pared, besándole.

—Dios bendito, gracias. Por un momento creí que me ibas a dar un discurso sobre que debíamos ser dos personas que tuviesen sexo sin compromiso por eso de la resistencia omega...

—Yo no estoy en contra de tener un alfa, bueno, antes de conocerte si, pero eres distinto. Estoy en contra de...

—Ahora no, Isaac.

—Pero conservaré mi apellido...

Scott le tomó en brazos y le llevó a la cama. Isaac chilló. Ambos cuerpos chocaron, músculo contra músculo, dos cuerpos fuertes, hermosos.

—Mierda, no he traído condones...

—Ve abajo. En el cuarto que hay junto a la sala, en una caja azul. Encontrarás preservativos de todas las tallas y también extrafinos, para sentir mejor. Trae también por si acaso, un anticonceptivo oral de emergencia, estoy en celo y un condón puede ser poco y no podemos tener un bebé hasta que todo lo que ocurre a nuestro alrededor esté en orden.

Scott le miró. Isaac parpadeó.

—Soy médico y dueño de una fundación de ayudas a omegas... ¿qué esperabas? Mañana empezaré a tomar anticonceptivos... Quiero sentirte piel con piel...

—Te amo.

Isaac sonrió. De nuevo estaba ruborizado.

—Tal como eres.— añadió Scott.— Voy por los condones. Ya vengo.

Corrió al piso de abajo y buscó en la caja. Eligió un preservativo y subió de nuevo. Isaac estaba sobre la cama. Era la tentación hecha hombre.

Su pene sobresalía entre sus piernas, desafiando la gravedad, la punta brillante, las venas marcadas.

Scott rasgó el envoltorio del preservativo y dejó el anticonceptivo oral en la mesita.

Se colocó el condón y se puso sobre Isaac.

—¿No tengo que darme la vuelta?

—Ni se te ocurra. Me encanta ver tu cara cuando te corres. Abres los ojos y gimes de un modo que me excita demasiado.

—Oh, creía que...

—Isaac, deja de creer y solo siente.

Scott empezó a lamer su cuello, besando la zona donde iba a marcar, preparándolo con su saliva. Isaac gritó mientras Scott empezaba a mover las caderas, frotándose contra él y chocando la cabeza de su pene contra la entrada de Isaac.

El ano del omega se abrió y dilató, preparándose. Chorreaba de la humedad de la lubricación y Scott casi rompe a llorar.

Iba a penetrar a su Omega. Había llegado el momento y no había nada que los separase...

Su entrada se abrió para él. Introdujo el pene hasta la mitad y luego por completo hasta quedar plenamente encajado. Isaac gritó y Scott le besó y se mantuvo quieto.

—Aún no... aún no te corras...

Isaac sollozó, respirando despacio. Scott volvió a lamer su cuello y entonces le mordió.

Y el mundo estalló. Isaac flotaba y no quería caer, no quería que ese orgasmo infinito terminase, no quería que Scott dejase de moverse dentro y fuera de él, no quería dejar de cabalgar esa ola de infinito placer...

Cuando despertó, Scott le tenía abrazado. Sudaban. Pero se sentía tan increíblemente completo con ese dolor agradable y palpitante en su cuello...

—Buenos días... deberíamos volver a la realidad ahora.—dijo Scott.— Para de noche poder follar... por qué por Dios, que tengo que hacerte el amor cada día del resto de mi vida.

Isaac sonrió. Movió los dedos de los pies y suspiró. Hasta que recordó algo.

Liam siempre tenía su celo unos cinco días después del suyo.



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El Código Hale [STEREK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora