21. Emergencia en Chang Shambalá...

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Un terror sin nombre se había apoderado de los angelicales habitantes de Chang Shambalá. Todos veían, horrorizados, como uno de los reinos Sephiroticos era asediado brutalmente por un monstruo frío y sanguinario. Conectados por la supra-consciencia cósmica, los Dioses Traidores, arcángeles, ángeles, demonios y señores infernales podían ver y sentir lo que ocurría en el Reino del Fuego, en Gebura. Y sumidos en el caos y la confusión, las salas celestiales estaban celebrando una junta de emergencia que no había ocurrido en miles de años. Los demonios del Bafometh y los arcángeles del Tetragrámaton se habían reunido en el cielo. Todos hablaban al mismo tiempo y discutían alterados.

—¡Orden, orden hermanos! —exigió San Gabriel Arcángel quien, en ausencia de Miguel que estaba combatiendo en el Reino del Fuego, se había autoproclamado como cabeza del Tetragrámaton angelical—. ¡Hablad uno a la vez!

—¡Gabriel! —dijo la démona Aval, iracunda—. Este problema ha salido de control. Asmodius ha caído y ahora Golab está desaparecido. ¡Exigimos que hagas desaparecer a la humanidad de una buena vez!

—¡Jamás! —intervino Metratón Arcángel—. Necesitamos de los humanos para realizar el Holocausto de Fuego. Si los destruís, deberéis empezar nuevamente desde el más arcaico de los inicios. No olvidéis que Jehovah puede despertar en cualquier momento y si eso ocurre, nuestra gloria terminará.

—Los ángeles sois débiles —dijo el demonio Astaroth, la avispa, el más oscuro de entre todos los diablos de los diez círculos infernales—. Os aseguro que Miguel no saldrá vivo de este conflicto y entonces qué haréis. A quién acudiereis. ¿A Jehovah?

San Rafael Arcángel, apretando los puños por la impotencia y mordiendo su labio inferior, se puso de pie.

—¡Nosotros hemos evolucionado las almas de los hombres no solo en beneficio de nuestro Dios sino también en beneficio vuestro! ¡En cambio vosotros, demonios, qué habéis hecho!

Astaroth sonrió con sorna, como si estuviera frente a un niño incoherente que acababa de decir una tontería. Aquello irritaba aún más a Rafael.

—¡Cuál es la gracia, demonio estúpido!

—Vosotros sois los graciosos —replicó Astaroth—. ¿Acaso no veis vuestro fracaso? Los Doce Centinelas se han reunido y ahora mismo la mitad, ¡tan solo la mitad!, de uno de ellos está por terminar con vuestro comandante y jefe. Habéis desestimado a los mortales y ahora estáis pagando el precio, perderéis sin remedio alguno el Sephiroth Gebura y el Bafometh no va intervenir para salvaros.

—Vengaremos la muerte de Miguel si es necesario —intervino Samael Arcángel, aquel que no podía diferenciarse si era ángel o demonio—. Pero la caída del Sephiroth Gebura había sido profetizada.

Todos los presentes observaron a Samael, llenos de una angustiosa expectación. El oscuro arcángel agregó:

—Dice Jehovah-Dios: "Contra los perros, la ilusión de la rabia; y contra las fieras la ilusión del cielo".

Había verdad en las palabras de Samael, quien continuó:

—Este problema entre Lycanon y Miguel ya nos ha absorbido demasiado tiempo. Mientras nosotros discutimos este asunto, en la Tierra de los hombres ha pasado un año. Un año que esos malditos herejes de hiperbórea pudieron emplear para planear un levantamiento.

Una vez más todos se quedaron sin nada que responder.

—No lo hemos olvidado —intervino San Gabriel—. Mientras nosotros hablamos, Moisés, Héxabor y Bálaham también han reunido fuerzas para tomar el eje carismático que le da poder a esos desgraciados. Les di autorización para hacer uso de la fuerza de la carnada, los ejércitos de mortales y las legiones de Hiwa Anakim que estaban bajo el mando de Miguel.

La fría expresión de Gabriel había dejado sorprendidos a los demás arcángeles.

—¿Has dispuesto de las tropas de Miguel sin su permiso? —dijo Rafael.

—Esto parece un acto de traición —murmuró Raziel Arcángel.

—¡No perdáis templanza, almas de la Fraternidad! —replicó Gabriel, furioso—. ¡Mi único interés es consolidar la gloria de Jehovah nuestro Señor y del Pueblo Elegido por Él, pero vosotros me estáis confundiendo con un vulgar traidor!

—¡Entonces por qué has hecho uso de las legiones de Miguel! —increpó Uriel Arcángel—. ¿Acaso no confías en que saldrá airoso de este conflicto con el lobo? ¿Será que le estás dando por muerto incluso antes que finalice su batalla?

—No —dijo Gabriel—. El tiempo se nos agota, Lucifer volverá y tenemos que realizar el Holocausto de Fuego antes que eso ocurra. Tenemos a un espía entre los hiperbóreos. Él despertará y entonces los veréis arder desde sus entrañas.

Nadie tenía nada más que agregar a aquello. Los demonios del Bafometh y los arcángeles del Tetragrámaton se pusieron de pie y empezaron a retirarse, pero cuando Belsebuh, Señor del fuego, estaba por retirarse, Gabriel lo retuvo.

—Señor del Círculo del Fuego. Antes que te vayas, necesito que hagas algo a favor de nuestra victoria en la Guerra Esencial.

Belsebuh observó al arcángel blanco con bastante desinterés.

—Habla, alado, antes que me aburras —replicó el demonio.

—Si el Sephiroth Gebura se pierde habremos perdido un reino elemental que antes controlábamos. Eso no constituye una desventaja muy grave por ahora, pero a largo plazo podría ser decisivo. Debemos apresurarnos en culminar con este conflicto antes que otros reinos elementales se pierdan. Ve con Moisés, Héxabor y Bálaham junto a tus legiones de fuego y apoya el asedio de Tiwanaku.

—¿Y qué ganaré yo con eso?

—Te ofrezco el Sephiroth Gebura. Gana y el Reino del Fuego será tuyo.

Belsebuh esbozó una sonrisa maléfica y se retiró sin dar respuesta. Aunque aquella sonrisa de por sí ya implicaba una respuesta.

El Arco De Artemisa© - Tercer Episodio, Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora