61. Consolamentum...

40 0 0
                                    

Hagal... Hagal... 

Una voz lo llamaba. La consciencia de Oscar sabía que podía oír una voz, pero no tenía oídos. Entendía su nombre hiperbóreo, pero no podía definir cómo. Todo soporte orgánico había desaparecido, toda percepción sensorial se desvanecía en la nada, porque era nada lo que se podía ver, oír, oler, sentir o gustar en aquel lugar. ¿Qué era aquello? No había forma de saberlo, era una existencia sin tiempo ni espacio, totalmente fuera de la razón. ¿Dónde estaba su cuerpo? No lo sabía. Pero una voz lo llamaba... 

—Hagal... Hagal... 

—Quién eres —pensó Oscar.

Soy un mensajero y tengo una revelación para ti, Hagal, Puma de Trueno. Tal y como fue pactado, tus camaradas Centinelas ya han tomado la iniciativa de tu rescate. Astaroth no sospecha nada, tampoco puede verme ni oírme. No habrá otro momento así que te lo revelaré ahora, te mostraré la verdad que se esconde en el soñante. Lo que ahora verás, se marcará con hielo en tus circuitos espectrales. La Visión de un Sueño de Amatista empezará su epílogo muy pronto, no hay tiempo, Astaroth ya viene. Esta es la verdad, Hagal:

Y de repente, ¡ojos! Miles, millones de ojos mirándolo todo, escudriñando toda existencia, toda intimidad, toda posibilidad de ser y no ser. Hay miles de ojos que lo ven todo. Oscar se llenó de un terror que es imposible de describir, pues finalmente había descubierto la dimensión colosal del encadenamiento espiritual; vio algo que estaba mucho más atrás en el tiempo que el propio Big Bang. Vio más allá del universo, hasta llegar a Hiperbórea. Vio el camino de regreso al Origen e incluso más allá, vio el multiverso narrándose en infinidad de formas creadas que cambian constantemente. Los mil ojos le miraban y él miraba dentro de los mil ojos. Tantas almas como estrellas en el universo, tantas emociones como granos de arena en el desierto, tantos pensamientos como mundos sin descubrir en el multiverso. Oscar lo vio todo, y entonces ... 

Llegó la hora —una voz profunda, gangliosa, como un pantano que habla desde su putrefacción; es la voz de Astaroth—. Es tiempo, Centinela; tú abrirás la umbra para mí. Hora aplicaré sobre un Hechizo de Mando, Hagal; no podrás contradecir mi voluntad porque me perteneces. Quiero que me muestres hasta dónde llega tu poder.

"Por el nombre grandioso de Astaroth, Señor del Inframundo. Por la voluntad de Satanás y su sagrada Sinagoga, se haga presente en legía y sal. Por el nombre de mi Señor y por el poder que me ha sido conferido, te ordeno, Hagal: Usa todo tu poder para destruir al enemigo que embosca en la umbra. Acaba con todos los hombres y derrota a los otros Centinelas" 

El Arco De Artemisa© - Tercer Episodio, Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora