19. San Miguel Arcángel Vs Lycanon, Lobo Hecho Hombre...

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Ubicación astrofísica: Universo actual de la Cuarta Vertical. A fecha 21 de septiembre de 2001 años del calendario terrestre gregoriano y a 130 millones de millones de millones de billones de kilómetros del límite del universo físico. Satélite Io en la órbita de Júpiter, hemisferio boreal de la luna galileana. Ubicación gnóstica del registro cósmico en la Realidad Realmente Material: Reino del Fuego del Sexto Sephiroth, Gebura. Árbol Sephiróthico de la creación. Morada de San Miguel Arcángel.

Io es el satélite más cercano a Júpiter y recibe su nombre de una de las muchas doncellas de las que Zeus se enamoró. Fue descubierto por Galileo Galilei en 1610 y recibió inicialmente el nombre de Júpiter I.

Con un diámetro de 3600 kilómetros, Io es la tercera de las lunas más grandes de Júpiter. Su superficie está llena de planicies muy extensas y también cadenas montañosas que lucen herrumbradas. Sin embargo, muchas de las montañas de Io son en realidad volcanes que despiden gigantes volúmenes de lava de silicatos y dióxido de azufre. Con más de 400 volcanes activos, Io es el objeto geológicamente más activo del Sistema Solar. Las nubes de azufre expulsadas de las chimeneas volcánicas se elevan hasta 500 km y los ríos de lava surcan la superficie a distancias de 2000 kilómetros para luego perderse en fosas y calderas volcánicas de dantesco aspecto. No importa por donde se lo vea, Io es un verdadero infierno.

En aquella furiosa luna de Júpiter, el Demiurgo había anclado uno de los pilares más importantes de su Creación: el alma del elemento fuego. Si bien el fuego es el resultado de la incandescencia de las partículas por reacción de una oxidación violenta, el éter mismo del elemento rojo necesitaba una resonancia muy particular para lograr arder como resultado de la combustión. El alma del fuego se manifiesta en forma de luz y la reacción química, en forma de calor y humo. Para lograr que el fuego brille era necesario asignarle un alma, y para ello el gran ordenador de la materia, Jehovah-Satanás, ancló una gran cantidad de almas sin Espíritu en una ubicación del espacio físico. Decidió hacerlo en Io, la luna de Júpiter, y en su manto levantó el Sephiroth Gebura, asignándole a Miguel Arcángel montar guardia. Desde entonces todo el fuego del universo que brilla producto de la oxidación es repositorio de un alma, convirtiéndose así en uno de los pilares de la vida, de la encarnación y, a largo plazo, de la postura de sentido de las criaturas inteligentes del universo, es decir, sus dolores y alegrías.

En algún lugar del manto fundido de Io se halla una burbuja cuyo interior es protegido por una gruesa capa de residuos de carbono, diamante y silicatos altamente ionizados. Bajo la coraza física se deposita un halo de electrones en revolución, un escudo de plasma eterno que es generado por el devenir de la conciencia de San Miguel en el espacio-tiempo. Dentro de la burbuja existe un palacio de oro y, rodeando a este, jardines de plantas alienígenas en todos los tonos cálidos del espectro: rojo, naranja, amarillo, fucsia, escarlata, etc; e infinidad de variedades de resplandor dorado. La bóveda superior está hecha de derivados del oxígeno e hidrocarburos básicos que sirven como espejo para generar una falsa proyección de un maravilloso cielo azul. Es un mundo de exótica y fascinante belleza, rematado por el magnífico palacio de San Miguel Arcángel en el centro.

El edificio de oro tiene impresionantes diseños que asemejan al fuego con varios ángeles bailando a su alrededor. Las torres, barbacanas, puertas y cúpulas están imbricadas de piedras preciosas y el piso está totalmente hecho de mármol. El interior, tan magnífico como el exterior, está cubierto de alfombras y lámparas de aceite que iluminan impresionantes murales donde el motivo principal es San Miguel y su belleza creada. Todo el templo interior al castillo está atiborrado con los símbolos shambálicos más malditos y heréticos que puedan caber en la imaginación. Y, como es costumbre de los arcángeles, hay muchos esclavos humanos morando en su interior. Los arcángeles no comen, no duermen ni se cansan, por lo tanto la presencia de esclavos en el palacio de San Miguel no es para la servidumbre doméstica sino para el servicio sexual. Todos ellos, varones en su totalidad, fueron castigados con la vida eterna y puestos a disposición de los arcángeles quienes practican días enteros de sodomía con sus esclavos.

El Arco De Artemisa© - Tercer Episodio, Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora