25. El profeta y el druida...

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Veintisiete de noviembre del año 2001 de Nuestro Señor. Planeta Tierra de la Tercera Vertical. Departamento de Potosí, Bolivia. Laguna Colorada.

En algún lugar, bordeando la gran masa de agua rojiza atosigada de flamencos andinos, dos sombríos personajes se hallaban lado a lado. Uno de ellos, con su túnica dorada y un cayado de madera en su diestra apuntando al cielo, realizaba plegarias e invocaciones ininteligibles mientras sus ojos se emblanquecían cual si estuviera poseído. El otro, vestido de túnica blanca, enjoyado y con un báculo hecho de una columna humana, observaba al cielo como si fuera una pantalla de proyecciones presentando una película aburrida. Ambos, Moisés y Héxabor, permanecían en silencio.

Luego de minutos que parecieron eternos, Moisés dejó de tener espasmos y parecía que iba volviendo en sí. Bajó el cayado de madera, apoyándolo en el suelo, y dejó reposar el peso de su cuerpo sobre él. Lucía cansado.

—Está hecho —dijo Moisés—. Cual plaga que solté sobre Egipto por la Santa Voluntad del Dios de Israel, he soltado a las langostas sobre todos los mundos del sueño de Dios. Mas mis hermosas langostas no habrán de comer la carne ni el hueso de los que son como Abel pues es palabra del Señor ser piadoso con los hijos del cordero. Si siete billones son ahora, en siete meses no quedarán ni la mitad. Entonces la muerte y la peste llamará a las puertas del Cielo por el venidero Holocausto de Fuego. Los Siete Sellos se romperán y las Trompetas del Apocalipsis sonarán sobre la Tierra. Y los hijos de Caín al fin podrán ser castigados, torturados, martirizados, atormentados y sacrificados para la gloria de Jehovah Dios que es el Señor de Israel, el pueblo al que el Universo entero le pertenece pues Israel es la novia de Jehovah y Él se casará con ella.

—Que empiece, pues, el Apocalipsis —replicó Héxabor.

Moisés lo miró con una expresión de aflicción y se llevó la mano al pecho.

—Pero, Héxabor, lo que hemos hecho nos convierte en proscritos del Tetragrámaton. Ahora los Seraphim Nephilim verán en nosotros a viles traidores.

—¡Más ellos han traicionado primero! —bramó Héxabor—. Por un poder que no les corresponde han hecho tribulación en los Cielos. Entre ellos se han traicionado y han engañado a Jehovah, el Todopoderoso. Como malos hermanos se han portado pues ellos no han rendido tributo a Dios. Hace siglos el Gran Señor de Israel debió levantarse para consumar el Holocausto de Fuego, despertarlo debían los Arcángeles del Tetragrámaton mas en su lugar le han dejado dormir por milenios, recargando el tiempo, en su propio beneficio. Han ignorado el Mandato de Dios y su voluntad para con Israel y el Pueblo Elegido. Ahora Miguel Arcángel ha muerto y un usurpador ocupa su lugar. El Tetragrámaton se ha corrompido.

—Pero los Arcángeles y los Señores del Bafometh siguen siendo Seraphim Nephilim mientras que nosotros tan solo somos sirvientes de Jehovah Dios, somos humanos y nada más. ¿No es acaso cierto, Héxabor, que seremos castigados por llamar al Apocalipsis siendo simples mortales?

—Cualquier castigo con gusto asumiré si es por la gloria de Nuestro Señor.

Moisés miró a Héxabor de reojo, luego desvió tímidamente la mirada y dijo:

—Pero los Centinelas aún siguen allá afuera.

El profeta blanco miró fijamente al israelita y, mostrando sus filudos y puntiagudos dientes, esbozó una sonrisa maligna.

—Ha amanecido un Kairos en el universo de la Cuarta Vertical —dijo Héxabor—. El advenimiento de una rara y muy particular condición cósmica que en poco habrá de darse. Las esferas celestes y el centro del universo darán curso a su oscuridad sobre la Tierra. Y sobre la Tierra, desde la oscuridad y la luz dorada de Jehovah, se fundirán como oro al fuego los perpetuos devenires en la Línea Cósmica de la vida. En ese momento, cuando por un instante fugaz y glorioso se abren las dimensiones, la sangre resignada por el Símbolo de Herejía puede ser convertida en lejía, sin importar qué clase de demonio hiperbóreo more en su interior.

Moisés miró a Héxabor, lleno de expectación y admiración.

—Para convertir la sangre en lejía —continuó Moisés—, se necesita hacer un Holocausto de Sangre con la sangre del linaje que se desea exterminar. Si tu objetivo es alguno de los Centinelas, debieras tener a miembros de sus castas malditas en tus manos. Gentes con presencia de Espíritu en la Sangre para llamar a la conversión. Dime, Héxabor, ¿tienes a alguna víctima?

—La elegida de Ramsés —respondió Héxabor ante la sorpresa de Moisés—. De su sangre y carne, el padre de la mortal por la Sumisión ha optado. Mas no por no ser herética la sangre del padre, la de la hija queda libre de pecado. Ni por ser la sangre de la hija maldita queda apartada de la sumisión del padre. Así, en una única ocasión, habrán de estar ambos conectados y esa sangre, por la Sumisión y la entrega, podrá en alquitrán y lejía ser convertida.

—¿Entonces va Bálaham a sacrificarse a sí mismo? —preguntó Moisés. Héxabor se apresuró en responder:

—Para Bálaham no será un sacrificio, es un Apóstol Oscuro. Mas lo contrario, se sentirá premiado pues en otra vida podrá hacer realidad su más grande anhelo.

Ambos profetas miraron al horizonte y acto seguido fueron envueltos por un remolino de sal y arena. Instantes después el remolino había desaparecido al igual que los sombríos hechiceros y sus voces turbias a orillas de la Laguna Colorada. 

El Arco De Artemisa© - Tercer Episodio, Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora