CAPÍTULO 4

856 61 120
                                    

Tal vez no exista una intimidad más grande que la de dos miradas que se encuentran con firmeza y determinación, y sencillamente se niegan a apartarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tal vez no exista una intimidad más grande que la de dos miradas que se encuentran con firmeza y determinación, y sencillamente se niegan a apartarse.

El alma puede hablar por los ojos, pero también puede besar con la mirada. Más claro no puede estar, los ojos son la principal fuente de transmitir con facilidad las emociones intensas a través del contacto visual.

Bien dicen que el primer beso no se da con la boca, sino con la mirada y fue justamente eso lo que sentí, un beso con la mirada. No podía apartar mis ojos de aquellos topacios azules que se encontraban observándome fijamente, y para hacer aún más perfecto aquellos ojos, lo decoraban unas largas y rizadas pestañas en un tono castaño claro.

El dueño de aquella mirada me hacía sentir desnuda ante él, me sentía expuesta, inferior e incluso hasta intimidada por el dueño de aquellos ojos. No había descripción alguna para decir lo que sentía, es como si esa mirada me tuviera a su merced y pudiera ponerme de rodillas y decirle que hiciera de mi cuerpo lo que él quisiera.

No podía articular palabra alguna, es como si el tiempo se hubiera detenido para que pudiera apreciar aquella perfección de hombre que tenía justo frente a mí, y vaya que es una perfección.

Posé mi mirada en cada detalle de su hermoso y perfecto rostro, aparentaba tener unos 45 años, pero se veía mucho más joven, aquella cabellera rubia perfectamente cortada hacía verlo mucho más joven y atractivo de lo que ya era, notaba lo sedoso de aquellos cabellos de oro que poseía aquel hombre, como desearía poder tocarlos y poder aspirar el olor que éste desprendía.

Aquel varón que se ubicada a unos metros enfrente de mí, tenía una nariz recta y perfecta, no era tan ancha, encajaba perfectamente con su rostro, bajé un poco más mi mirada y me encontré con unos finos y delgados labios color rojo, por mi mente pasó ¿qué se sentiría probar aquellos labios? Borré esos pensamientos de mi mente inmediatamente, pero era imposible no hacerlo.

Siempre he sentido una enorme debilidad por el género masculino y sobre todo por hombres mayores que yo, pero, nunca había visto a un hombre que me hiciera sentir tan expuesta ante su mirada penetrante, me he topado con chicos de mi edad e incluso personas mayores, pero NUNCA me había sucedido algo como lo que estoy sintiendo en estos momentos.

Noté que en ningún momento nos quitamos la mirada de encima, por lo visto él notó lo que causó en mí, empezó a desviar su mirada hacia mi cuerpo, analizando cada facción de este, y fue justo en ese momento cuando empecé a sentir una incomodidad en mi entrepierna, esto no podía estar pasándome no puedo creer que la simple mirada de este señor provoque eso en mí.

Decidí no quedarme atrás e hice lo mismo, desvié mi mirada y observé como venía vestido. A lo lejos se veía que era un traje de diseñador, y no hay nada mejor que un traje hecho a tu medida, hace resaltar el cuerpo masculino.

El traje que poseía era de color azul marino satinado, acompañando de una camisa blanca perfectamente planchada, con una corbata lisa de color rojo. Aquella combinación de colores lo hacía resaltar lo atractivo que ya era y en un traje como ese muchísimo más. Para hacerle el toque final, traía puesto unos zapatos de charol color negro perfectamente limpios.

Young and beautiful •|Roger Taylor y ______|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora