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●Antes de que lean, les pido su comprensión total, es mi primera vez escribiendo este tipo de escenas 😔✌🏻.
No importa lo ocupada que una persona pueda estar, si en verdad se preocupa , siempre encontrará tiempo para ti. Eso es exactamente lo que el señor Taylor me había demostrado en el transcurso de esta semana.
Pues, a pesar de que él se encontraba lidiando constantemente con los problemas de su empresa, siempre tenía tiempo para mí. Todos los días me llamaba a la misma hora para conversar conmigo.
Esos detalles que él hacía conmigo me dejaba mucho que pensar, ¿será que Roger comienza a sentir algo más allá que un deseo carnal conmigo? Esa pregunta rondaba una y mil veces en mi mente. Dudo mucho que un hombre como él, confunda sus aventuras con amor.
Mi excitabilidad estaba a flor de piel, pues en mis pensamientos transitaba aquellas apolíneas manos que, en cuestión de minutos gozarán totalmente de mi cuerpo. ¡Ay! Mi querido señor Taylor, no tienes idea de lo que te espera esta noche. Había planeado llegar antes que Roger, para preparar la pequeña y sensual sorpresa que le tenía preparada.
Me encontraba en este preciso momento maquillándome, cuando entró una llamada en mi celular, vi que en la pantalla decía "Lola".
—Hola, ¿qué pasó? —contesté tranquilamente.
—¿Lista para hoy en la noche? —dijo, pero, ¿cómo carajos sabía que yo iba a salir esta noche? ¿Acaso me había descubierto? ¿Se me habrá escapado decirle algo? Mi respiración se detuvo por un momento, no sabía qué responderle.
—¿Cómo sabes que saldré? —pregunté con desesperación, espero y no lo haya notado.
—Pues ambas saldremos —comentó con obviedad—. ¿Se te olvidó que hoy iremos a la fiesta organizada por Jack?
¡Demonios! Se me había pasado por completo la fiesta de Jack, debía de inventar una excusa, ya que ella no podía sospechar nada.
—¡Ay! Lo siento Lola, pero ayer llegó mi primo de viaje y quiere conocer la ciudad —inventé. En mi mente pasaba la frase "Uy si, se ve muy creíble".
—Mmm... ¿Por qué no lo llevas a la fiesta? —sugirió.
—No —dije rápidamente—. A él casi no le gustan las fiestas, y ya le había prometido recorrer la ciudad con él, desde hace días me había comentado que vendría a Londres—dije apenada. Hasta dónde he llegado, pensé.
—Está bien, no hay problema. Le diré a Rufus si quiere ir conmigo —dijo desanimada—. Nos vemos el lunes.
—Lo siento, te prometo que el otro fin de semana si nos vamos de fiesta —respondí apenada. No me sentía a gusto estarle mintiendo. Me sentía la peor persona del mundo, pero lo hecho, hecho está. Ya no hay marcha atrás.
