CAPÍTULO 8

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La semana de exámenes se había hecho presente y los nuevos estudiantes de medicina estábamos con nervios y estrés a todo lo que da

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La semana de exámenes se había hecho presente y los nuevos estudiantes de medicina estábamos con nervios y estrés a todo lo que da. Para suerte mía, hoy era el último examen por hacer y gracias Dios era viernes así que, al fin iba a poder relajarme después de una semana tensa. Desde aquel día que hicimos el trabajo en casa Lola no he vuelto a su casa.

Y qué decir después de lo ocurrido en aquella cena, no podía concentrarme estudiando pues en mi mente rondaban aquellos flashbacks de esa cena inesperada con el señor Taylor, claro que no le dije nada a Lola, decidí callarme y no es que no le tuviera la suficiente confianza, al contrario, pero no quería ver cómo se iba tomar el encuentro entre su papá y su amiga.

—¡Al fin! Por fin se acabó esta horrible semana —dijo Lola dando un suspiro grande.

—¡OIGAAAAAN! —gritó Jack, un compañero de mi salón que también se había hecho un amigo mío y de Lola. Todos volteamos a verlo —. El sábado será mi cumpleaños, así que todos están invitados, además, de que celebraremos nuestra primera fiesta como universitarios, habrá alcohol. No se la pueden perder.

Cuando Jack terminó de hablar todos empezaron a aplaudir y a ponerse de acuerdo para la fiesta.

—Señoritas —comentó Jack acercándose hacia nosotras —. Ustedes desde luego tienen que estar en mi fiesta, no pueden faltar.

—Claro, ahí estaremos. ¿Verdad ______?

—Por supuesto, no me perdería la fiesta del más querido y relajista del salón.

—Perfecto, hasta mañana —dijo despidiéndose.

—Lola, no tengo ropa que ponerme, en mi equipaje no se me ocurrió traerme algo por si salía una fiesta —pausé —. Prometí a mi padre dejar las fiestas, hasta él mismo se aseguró de que no llevara ropa para fiesta.

—Estamos en la misma situación, te parece si nos vamos de compras hoy.

—Sí, la necesito para sacar mi estrés de esta semana —dije aliviada.

—Pues andando.

Salimos de la universidad, no sin antes ponernos de acuerdo con otros chicos sobre la fiesta de Jack. Al salir de la universidad Don James ya estaba esperando a Lola. Nos dirigimos al C.C. de Londres. Ojalá y mi papá no se diera cuenta de las compras que estaría a punto de realizar.

La tarde se nos hizo demasiado rápida, compramos gran variedad de ropa, hasta siento que compré ropa que no era necesaria, pero Lola siempre decía "por si acaso". Eran las 7 p.m. no me había percatado de cuánto tiempo habíamos estado de compras, pero al fin ya habíamos terminado.

—Oye, ¿qué te parece si mañana te vas a mi casa para arreglarnos e irnos juntas a la fiesta y sirve que te quedas a dormir?

OMG, el señor Taylor y yo en la misma casa, de noche y sabiendo lo que ese hombre despierta en mí con tan solo verme. Debía de negarme, no quería cometer otra estupidez como el día de la cena.

—No creo que a tu papá le agrade la idea —dije a la defensiva.

—Para nada. Por favor, quédate. Y sirve que me ayudes a maquillarme, ya que yo en eso soy un desastre.

Desde ese momento supe que no tenía que negarme, pero a la vez, supe que ese día probablemente pasaría algo entre el señor Taylor y yo. Pero no quería precipitarme. Suspiré pesadamente.

—Está bien, iré a tu casa el sábado a las 5:00 p.m. para arreglarnos.

—¡SÍ! -exclamó Lola con felicidad.

Genial ______, tendrás que controlarte si te llegas a topar al señor Taylor en pijama, si con traje me prendía, ahora en pijama.

■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■

Aquí me encontraba en pleno sábado a las 5:00 p.m. en frente de la casa de Lola, llevaba una pequeña maleta donde traía lo necesario para quedarme, mi outfit que usaría hoy, mi pijama, mis cremas, maquillaje, una muda de ropa extra, zapatos y desmaquillante.

Al tocar la puerta me recibió Matilde, que me guió hasta la habitación de Lola, ya que ella se encontraba bañándose.

—Ya quiero que empieces a maquillarme —dijo Lola saliendo de su baño con una bata de seda puesta.

—Pues, no hay tiempo que perder. Siéntate —ordené.

Lola se sentó frente a su enorme tocador que tenía, dejé mis cosas en este y empecé a ver qué tipo de maquillaje le pondría, ella estaba emocionada por que la maquillara.

Cuando terminé, Lola se miró al espejo y no podía creer que era ella. Eran las 6:30 p.m. tenía hora y media para arreglarme, por suerte me había duchado antes de venir. El reloj marcaba las 7:50 p.m. estaba poniéndome los últimos retoques a mi maquillaje y me colocaba mis zapatos.

—Voy a adelantarme a bajar, mi papá llegó y quiere hablar conmigo. Te espero abajo —se retiró de la habitación.

Bien, a ver, maquillaje, peinado, accesorios, ropa, zapatos, bolso, celular, dinero, labial, una toalla desmaquillante.

Creo que eso era todo, me vi una última vez en el espejo antes de salir y es que yo cuando me arreglo soy una cosa, pero bárbara. Agárrese señor Taylor, que esta noche tal vez nuestra tensión tan deseada y anhelada por los dos se termine de una buena vez.

Me dispuse a bajar las escaleras de aquella lujosa mansión. Conforme bajaba, podía apreciar al hombre de mis fantasías eróticas charlando con su hija, el sonido de mis tacones se había hecho presente haciendo que ambas personas voltearan a verme.

Puede notar aquella intensa mirada analizándome de pies a cabeza, noté como se puso tenso y algo nervioso cuando me vio parada.

—Buenas noches, señor Taylor —saludé con una voz algo sensual

—Buenas noches, ______ —exclamó con algo de dificultad.

No podía creerlo, aquella jovencita que había despertado alguna inquietud en mí desde el primer momento en que la vi, se encontraba parada justo enfrente de mí.

Aquella joven se encontraba vistiendo un diminuto vestido rojo de satén que hacía resaltar su perfecta figura, el vestido tenía un escote algo pronunciado en corte "V" haciendo resaltar sus hermosos senos, y pude notar rápidamente que en su seno izquierdo lo adornaba un lunar pequeño, haciéndola ver sexy y atractiva.

El cabello iba ligeramente recogido, haciéndola lucir unos pequeños aretes de plata que hacía juego con unas pulseras que traía en la mano izquierda y en su mano, portaba una cartera negra. Y la cereza del pastel, era su angelical e inocente rostro, iba maquillada naturalmente, pero, lo que más llamó mi atención fueron los labios, esos labios que por lo regular nunca están pintados pero esta ocasión era excepción, pues llevaba puesto un labial rojo quemando haciendo resaltar su rostro y hacía juego con su prenda de vestir.

Young and beautiful •|Roger Taylor y ______|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora