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Esa voz tan única que en mi vida había escuchado, era increíble el sentimiento que podía transmitir aquella poderosa voz, tanto, que hizo que mi piel se erizara por completo. Salí rápidamente de la biblioteca, para ir a aquel lugar de la enorme mansión de donde provenía tan celestial voz.
—Who wants lo live forever? —articulaba una y otra vez aquella voz cantarina. Mientras caminaba, podía escuchar perfectamente las notas que emitía un piano, por supuesto que era aquella persona de voz tan hipnótica la que lo estaba tocando.
—Who dares to love forever
—Oh, when love must die
Apresuré mi paso, quería conocer a la persona que poseía aquella voz que era capaz de taladrarte el cerebro con su voz. Me guié para poder llegar al lugar por el canto y las notas musicales que desprendía de algún instrumento musical, cuando estuve lo suficientemente cerca me percaté de que tenía que bajar a una especie de sótano, y al fondo de este se encontraba una puerta entreabierta dejando escapar un pequeño rayo de luz, y la voz de aquel hombre se hacía cada vez más susurrante.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, vi a través de esa abertura quién era ese distinguido hombre que se encontraba de espaldas tocando un lujoso y enorme piano, ese hombre hacía magia cuando sus manos se posaban sobre este instrumento.
—Love of my life, you've hurt me.
—You've broken my heart and now you leave me.
Esa frase, yo la había leído en alguna parte, hice memoria en ese momento y recordé que esas oraciones venían al reverso de la fotografía que encontré. ¿Qué tenía que ver esa canció con la foto Decidí restarle importancia a eso. Centré toda mi atención en como me deleitaba con esa armoniosa voz, me quedé ahí por casi 4 minutos escuchando ese canto tan armonioso.
—You don't know what it means to me
—Love of my life, Love of my life
Quedé estupefacta, ese hombre tenía una gran voz; pero arruiné aquel momento, pues me recargué en la puerta haciendo que esta rechinara y se abriera un poco más. Inmediatamente me asusté, vi cómo aquel hombre con un gusto culposo por la moda se levantaba de su asiento y girando para ver quedar de frente conmigo. Aquella vestimenta se me había hecho conocida, ese gusto tan extravagante de vestir ya lo había observado con anterioridad.
—Hola, pequeña —exclamó aquel hombre de bigote. Puso sus ojos marrones sobre mí.
—Yo...no...quise interrumpirlo, lo lamento, señor—exclamé con mucho nerviosismo.
—No te preocupes, cariño. Si yo fuera tú, hiciera exactamente lo mismo —hizo una pequeña pausa— ¿Gustas pasar?
—Gracias, pero tengo que irme —expresé desesperadamente y nerviosa.
—Antes de que te marches, ¿cuál es tu nombre? —preguntó curiosamente.
