CAPÍTULO 11

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—Espera

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—Espera...—me interrumpió, estaba rogando porque no sacara el tema del beso.

—Señor Taylor, creo que también paso a retirarme —dije parándome de mi asiento—. Gracias por permitirme haberme quedado en su casa —dije rápidamente.

Aquel hombre se iba acercando poco a poco hasta quedar muy cerca de mí, tanto que podía percibir su fragancia tan embriagante para mí. Y en un acto de impulso, el señor Taylor me tomó de las mejillas, acariciando con su pulgar mis ya sonrojadas mejillas, sólo me dediqué a cerrar los ojos disfrutando de aquel suave tacto.

Y sin previo aviso, sentí como lentamente plantó sus finos labios sobre los míos, volví a sentir aquella sensación tan quisquillosa recorrerme todo el cuerpo, mi cuerpo simplemente se dejaba dominar por ese hombre. Sus tan delicados labios acariciaban los míos. Esto debía ser un sueño. El señor Taylor y yo besándonos otra vez, pero esta vez estaba consciente de lo que sucedía.

Me separé inmediatamente, ya que Matilde o Lola podrían vernos. Vi el rostro de confusión del señor Taylor. 

—No, esto no puede seguir. Esto está mal —comenté apresuradamente.

—Ven —dijo tomándome de la mano. Llegamos a una especie de despacho, supuse que ahí el señor Taylor trabaja desde casa.

Abrió aquella puerta de madera y me invitó a pasar. Al momento de girarme para verlo no pude articular palabra alguna. El señor Taylor dominaba mis labios, mi cuerpo, me mente, todo y yo no podía hacer nada para alejarlo. Aquel deseo era incontrolable, no podía abstenerme cuando lo tenía encima de mí. 

—Sé que deseas esto tanto como yo —dijo con la voz agitada y separándose de mí.

—Esto es un error, no podemos hacerle esto a Lola. Lo que sucedió anoche estuvo mal, yo estaba ebria y...

—Deja de pensar en ella por un momento. Y piensa en lo mucho que nos deseamos —dijo  interrumpiéndome.

Era en serio lo que me estaba pidiendo.

—¿Acaso está demente? Como no quiere que piense en eso, Lola es mi amiga, o sea SU HIJA —dije algo exaltada—. Además, usted me dobla la edad.

—Ella no tiene porque enterarse. Será un pequeño secreto entre nosotros.—comentó acercándose nuevamente hacia mí. Sólo cerré los ojos procesando lo que estaba sucediendo—. ¿Así que te preocupa la diferencia de edad?

—Podría ser mi padre —respondí.

—Pero no lo soy —susurró muy cerca de mis labios—. La edad no es una barrera, sino una limitación que le ponemos a nuestra mente.

En cierta parte tenía razón, no podía pensar con claridad ya que se había adueñado de mis labios nuevamente, sin duda este hombre me tenía a su merced. Tal vez una pequeña aventura con un hombre mayor no me vendría mal, pero él es el papá de mi amiga y no puedo hacerle esto.

Aunque el que no se arriesga, se queda con las ganas. Lo disfrutaré mientras dure. Señor Taylor, lo quiero morbosamente apretado a mí y listo para satisfacer mis más íntimos deseos.

—Señor Taylor —murmuré sobre sus labios—. Usted es mi pecado carnal, mi orgasmo mental y mi vicio mortal —finalicé mi frase para fundirnos en un beso. Noté que el señor Taylor sonrió ante mis palabras. Nos separamos de aquel hambriento beso y el señor Taylor juntó nuestras frentes.

—Si eres mi pecado, voy al infierno —respondió. 

—Ahora que he conocido lo prohibido, no quiero dejarlo ir —dije entre jadeos y con la respiración entrecortada.
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Hoy era lunes, estaba alistándome para ir a la escuela. Me encontraba poniéndome un brillo labial, cuando recordé los besos del señor Taylor. No pude evitar esbozar una sonrisa coqueta al recordar lo caliente que era aquel hombre.

Al llegar a la escuela pude notar como todos hablaban de la fiesta del día sábado en casa de Jack.

—Hola —dijo Lola saludándome.

—Hola —le respondí con una sonrisa en el rostro.

—¿Y esa sonrisota? —preguntó. En mi mente sólo pasaba los labios de su padre besándome.

—Por nada —respondí. Sentí que Lola me veía el cuello.

—Oh por Dios, veo que la pasaste genial en la fiesta.

—Pues obvio, me divertí.

—No lo digo por eso. Lo digo por la pequeña pero visible marca roja que traes en el cuello —respondió.

Inmediatamente saqué de mi mochila un espejo para verme, y efectivamente estaba una marca, el señor Taylor tendrá serios problemas conmigo por eso.

El día transcurrió lento y aburrido. A la hora de la salida Lola me propuso ir a comer a su casa como manera de disculparse por no haberse despedido de mí el domingo.

Aquí iba de nuevo a la casa del señor Taylor, estaba ansiosa por volver a verlo por volver a besarlo. Al entrar a la casa pude ver el auto del señor Roger estacionado. No aguantaba más, quería bajarme a correr, abrazarlo y besarlo.

—Buenas tardes niñas —nos recibió Matilde—. La comida está por servirse, así que dejen sus cosas y lávense las manos.

Obedecimos a Matilde, al llegar al comedor podía divisar de espaldas a aquel perfecto hombre sentado en espera de nosotras, como me encantaría llegar y abrazarlo por detrás y depositar besos húmedos en su cuello.

—Hola papi —saludó Lola.

—Buenas tardes señor Taylor —dije con algo de sensualidad que espero y haya notado.

—Buenas tardes, adelante, tomen asiento —dijo sin voltear a verme. Que raro, acaso este hombre ya se habrá arrepentido o es un bipolar.

La comida pasó tranquilamente, en ningún momento sentí la mirada del señor Roger sobre mí. Terminamos de comer y Lola me llevó a el cuarto de cine.

—Como hoy no hay casi nada de tarea. Te propongo algo.

—Dime.

—Enséñame a twerkear, mujer, admiro como mueves tus caderas y glúteos —exclamó Lola con emoción.

—Jajaja está bien, pero antes entraremos en calor.

—¿Cómo?

—O sea, buscar canciones para twerkear y hacer algo de calentamiento.

—De acuerdo, va.

Comenzamos calentando, le iba indicando a Lola como debía de hacer los movimientos para que elevara sus glúteos.

—¿Sabes qué? No puedo, es imposible —suspiró frustrada.

—Tranquila, cuesta al principio.

—A ver, mejor hazme una demostración del twerk.

—Ok, observa algunos de mis movimientos para posteriormente los hagas.

Empecé a mover mis glúteos al ritmo de "Won't be late" de Sawe Lee ft. Drake.

Estaba tan concentrada moviendo mis caderas y glúteos hasta que sentí una mirada pesada, una mirada que me desnudaba con el simple hecho de verme, Lola no podía ser. Había alguien más en esa habitación con nosotras. Era alguien que pareciera que tocara mi alma con es mirada, es como si me gustará que siguiera observándome aquella persona mientras estaba distraída, y por su puesto que a mí me encantaba ser el centro de atención de él y fingir que no me daba cuenta.

Hasta que no pude aguantar más y decidí voltear a ver quién era ese alguien que se encontraba en esa misma habitación que nosotras. Al voltear, mis ojos se abrieron por completo al notar quién estaba parado con la puerta entreabierta y analizándome con su mirada. 


Young and beautiful •|Roger Taylor y ______|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora