Cris y Erick fueron los últimos en llegar.
―¿Vienen de esa casa? ―preguntó Kimberly.
Los aludidos negaron con la cabeza.
―Solo he ido a traerlo ―informó Cristian―. Tampoco quiso decirme nada en el camino.
Erick, el pelirrojo, estaba inusitadamente pálido. Cuando sacó el teléfono de sus bolsillos, las manos le temblaban. Buscó algo en el celular. Al encontrarlo, miró a Katherine.
―A ti te tocó la que usaba máscara de zorra, ¿verdad? ¿Una chica chaparra y llenita? ―indagó
―Sí ―respondió Kate, sin comprender.
Erick recordaba haber visto el perfil que esa muchacha tenía en Facebook. De modo que, al regresar a casa, se propuso encontrarlo. Conocía el apellido, Solomon, el resto fue sencillo.
Había una fotografía en la que Amanda aparecía de cuerpo completo; usaba jeans azules y blusa blanca, el cabello negro le caía a la altura de los omoplatos. Le pasó el celular a Katherine.
―¿Crees que es ella?
No fue necesario que Kate respondiera. El reconocimiento era legible en su rostro que se crispó, y en sus ojos que se abrieron, alarmados. La mano firme que cogió el celular empezó a temblar. Respondió en un hilo de voz:
―Sí.
Y todos sabían lo que implicaba ese sí. ¡Tenían a una! En cuanto la policía la capturara sería sometida a interrogatorio hasta que revelara el nombre de los demás.
Se miraron, sonrieron y felicitaron a Erick por su gran aporte.
Ahora, tocaba ir con la policía. No tenían pruebas, pero el testimonio de los cinco tendría que bastar. Añadido a eso, eran víctimas de esos desequilibrados, si Katherine decía que Amanda Solomon tenía la misma fisonomía de la mujer que la torturó, tendrían que creerle, o al menos, concederle el beneficio de la duda.
Estaban convencidos de que el paso lógico era dar parte a las autoridades.
¡Por eso el extraño y recurrente sueño de Cristian! ¡Por eso ese afán de Elliam por mantenerlo lejos de la casa! ¡Por eso habían tenido que aunar fuerzas para romper la densa niebla! ¡Para dar con Amanda, claro!
Señalándoles a uno de los miembros de los Cazadores era la manera en que se algo o alguien les prestaba ayuda.
Pero, pese a todo eso, Cris dudaba. Se preguntaba por qué ese algo les señaló la vivienda de uno de los Cazadores y no la Guarida de toda la banda. Porque, de pronto estaba seguro, por más que fuera la casa de Amanda y de la Bruja, que no se trataba de la Guarida. Algo se le escapa, lo sabía, algo bastante obvio y que sin embargo en ese instante no lograba aprehender.
―Debemos ir con la policía ahora mismo ―dijo Erick, que, tras las felicitaciones de los chicos, había recuperado el aplomo. Era gratificante que reconocieran su descubrimiento. No obstante, al terminar de hablar, su voz se había tornado seria y preocupada, otra vez―. Debemos ir porque ella me vio... y sabe que lo sé.
Todos dieron un respingo. Kim se llevó una mano a la boca abierta y Kate buscó instintivamente la mano Luis, que se la cogió y apretó con fuerza. Un silencio ominoso se cernió sobre ellos.
«Y si sabe que lo sabes, sabe que lo sabemos», comprendió Cris, y el miedo lo envolvió como una desoladora capa. Se descubrió mirando a los lados, temeroso de que un sujeto alto y flaco los vigilara, esperando el momento propicio para dar cuenta de ellos.
ESTÁS LEYENDO
La voz ✔
Horror¿Qué es esa voz que habla directamente en sus mentes, dirigiendo sus actos y pensamientos, aterrándolos con promesas de muerte y dolor? Un grupo de cinco chicos son de pronto raptados, de uno en uno, por sujetos enmascarados que a ratos parecen mon...