Capítulo 34: Llegamos

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*Jessica

Estuvimos poco más de un día en el avión, resulta que un vuelo desde Estados Unidos a Nepal dura poco más de 25 horas ¿Quién lo diría no? En todo caso aterrizamos justo cuando estaba amaneciendo en el Himalaya, obviamente la diferencia horaria nos afectó bastante, de hecho lo que nos despertó fue la sacudida del aterrizaje. Nos vestimos con ropa para el invierno. Ayudé a bajar a Amelia debido a que su pierna aún no estaba del todo sana, una vez bajamos del avión nos dimos cuenta de que la "pista" estaba hecha de roca pulida, la nieve había sido barrida de tal manera que la roca de la montaña estaba expuesta. Estamos hablando del Himalaya, aquí casi siempre está nevando y para poder barrer tal cantidad de nieve se necesita mucho tiempo y esfuerzo, sin mencionar el trabajo que debe significar pulir tres kilómetros de roca con el frío que hace aquí.

Bajamos por un camino de nieve hasta que llegamos a un pequeño pueblo, el cual estaba marcado por un umbral y que estaba custodiado por dos guardias, los cuales se pusieron en estado de alerta y de la nieve del suelo se formaron dos lanzas de hielo y con esas armas nos apuntaron:

- ¡ALTO! – Gritó uno de ellos – ¡Identifíquense! – Amelia los miró a los ojos y los guardias pasaron de estar alerta a estar asustados – ¡Maldición! ¡AMELIA ESTA HERIDA! – Tras el grito varias personas se acercaron a nosotros muy preocupadas.

Amelia fue llevada a una pequeña casa que servía como enfermería y comenzaron a sanarla. Primero le quitaron el vendaje que Amy le había puesto en el avión, luego una anciana hizo que una burbuja de agua saliera flotando de una cubeta para después ponerla en su pierna y hacerla entrar en ella. Amelia parecía sentir algo de dolor, pero lo soportaba como podía, yo la tomé de la mano para ayudarla a soportar, después de unos segundos la mujer que estaba curándola habló:

- ¿Acaso peleaste con una piedra? – Preguntó con sarcasmo y preocupación, la verdad es que no estaba tan equivocada.

- Algo así – Dijo Amelia con sarcasmo entre muecas – Fue una mujer que controla la tierra y la usa en su cuerpo para pelear – Explicó mientras su rostro se contorsionaba por el dolor.

- Pues tuviste suerte de que solo te hiciera una fisura en el hueso – Eso me sorprendió aunque también explicaba por qué no tenía tanto problema a la hora de caminar con el vendaje, y me aliviaba de que no fuese tan serio, sentí que me quitaban un gran peso de encima – No es tan serio, puedo sanarla rápido.

Y así lo hizo, pero Amelia comenzó a sentir mucho dolor, la abracé para ayudarla a manejarlo un poco. Después de unos segundos la burbuja comenzó a salir del interior de su pierna y una vez salió Amelia pudo descansar un poco y se recostó en mi pecho, la mujer al ver la escena no pudo evitar hacer una broma:

- Se ven bien chicas – Dijo con una sonrisa en el rostro, lo que me sorprendió ¿Acaso este lugar no está en el territorio de un templo? – Descansa unos minutos y podrás caminar de nuevo – Explicó la mujer calmada mientras le daba una taza de té para que bebiera.

- Gracias – Le dijo Amelia, agarró la taza y bebió un sorbo.

- La última vez que bebí una taza de té terminé inconsciente – Dije pensando en voz alta, todos los ahí presentes me miraron confundidos y yo no tuve más remedio que explicarles – Lucia no solo era mi maestra, llegué a considerarla una madre, pero para ella no significó nada, la noche en la que John y mamá nos atacaron apenas pude escapar, fui a la casa de Lucia y ella me curó las heridas – Les mostré la cicatriz del cuchillo en mi brazo derecho – Una vez me curó me dio una taza de té, pero le puso algo y me dejó inconsciente y después me torturó – Me dolía recordar aquello, de repente sentí muchas náuseas y por poco dejo una gran mancha en el piso del lugar.

- Lo lamento – Me dijo Jordan con sinceridad y compasión.

- No importa – Dije restándole importancia, pero la verdad es que estaba a punto de incendiarme de rabia – Lucia escapó esta vez, pero la próxima vez que la vea se va a arrepentir – Apreté los puños y de estos salió humo negro, Amelia me tomó las manos, al sentir el calor y el tacto de su piel contra la mía pude calmarme.

Después de unos minutos nos fuimos de la casa, Amelia nos dijo que sería un camino largo hasta el templo y que si no nos apresurábamos se haría de noche y eso no nos convenía. Caminamos por las montañas y la verdad es que no entendía cómo era posible que ni Amelia ni yo sintiéramos el frío infernal del Himalaya, mientras que Jordan y Amy estaban tiritando detrás de nosotras:

- Estamos como a 50 grados bajo cero – Dijo Jordan con los dientes a punto de salir de su boca – ¿Cómo pueden caminar vestidas así?

- Los Elementales estamos conectados directamente a la Energía de la Naturaleza por lo que no podemos sentir frío o calor, al menos no los que vengan de manera natural – Esa última parte no tenía sentido y creo que solo Amy le entendió – Es decir que el frío de la montaña o el calor del desierto no nos afecta, pero si es el frío de la nevera o el calor artificial si podemos sentirlo – Eso tenía más sentido, pero no aliviaba el frío que mi hermano estaba sintiendo.

- Que envidia les tengo chicas – Dijo Amy temblando a más no poder, no podía quedarme indiferente e hice que mi espalda ardiera en llamas y ellos se acercaron al fuego para calentarse.

- Por cierto, chicas – Nos llamó Jordan – No quiero ofender, pero ¿Por qué no hubo rechazo cuando llegamos? – Volteamos a verlo completamente confundidas – Digo, estamos cerca de un templo ¿No? ¿Qué acaso no hay reglas contra las parejas como ustedes? – Ahora que lo pienso tiene razón, si estamos cerca de un templo ¿Nos rechazaran apenas entremos al lugar?

- No somos un templo religioso Jordan – Le dijo Amelia calmada – En realidad somos más una comunidad que un templo, no tenemos reglas que prohíban estas relaciones, de hecho hay muchas parejas como nosotras en el templo, aunque si tenemos una filosofía diferente a la normal sobre la familia – Eso sí me sorprendió y me dejó sumamente intrigada – Creemos que no importa quién sea tu familia biológica, en su lugar creemos que la familia no solo es la gente con quién naces, sino la gente con quién creces y que se toman el tiempo para amarte, de hecho yo soy huérfana y me criaron los hombres y mujeres de nuestro orfanato – Eso es algo muy diferente a lo que nos han enseñado, pero de cierta forma es mejor, y es bueno conocer un poco más del pasado de Amelia.

- Creo que me gustará vivir en el templo – Dijo Jordan con los ánimos renovados.

- Sí, creo que a mi igual – Agregué con alegría y mucha esperanza de ver cómo sería nuestro futuro.

Caminamos durante toda la tarde, tuvimos que detenernos por diferentes razones, para ir al baño, para comer algo, o simplemente para descansar, en fin, para todo nos deteníamos, pero entonces llegamos a un par de escaleras y podíamos ver una pequeña ciudad construida en el centro de varias montañas que la ocultaban. Había de todo: Casas pequeñas, una gran escuela, pequeños puestos de comida, negocios grandes, pero lo más impresionante de todo fue ver un gran edificio construido en la pared de una montaña cuya punta no se podía ver porque subía hasta perderse en las nubes, era el Monte Everest. No pude evitar abrir la boca ante aquella vista tan impresionante, Jordan dio un fuerte silbido y aunque Amy no hizo nada, se notaba muy impresionada, Amelia nos miró con felicidad y nos dijo:

- Jessica, Jordan, Amy sean bienvenidos a La Orden de la Luz.

Y tras esas palabras comenzamos a bajar hacia las puertas que marcaban el inicio de nuestra nueva vida, con cada paso me sentía más y más feliz, por fin, después de pasar por ese infierno, hemos llegado.

Libro 1 | Saga Elementos | Fuego: La Hija del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora