Capítulo 12: De regreso a casa

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*Jessica

Decir que estaba sorprendida sería poco, estaba petrificada, tanto por la sorpresa, como por el miedo. Tenía miedo de ella y eso seguro que se reflejaba en mi rostro, ya que el viento dejó de soplar y su mirada volvió a su tono sereno y calmado. Después de unos segundos en total silencio comencé a llorar y a gritar, la situación me superaba por mucho y ya no podía soportarlo más. Finalmente me calmé lo suficiente para sentarme en la cama, Amelia hizo lo mismo y manteniendo su postura calmada me dijo:

- Ya no es seguro quedarnos aquí – Me dijo en un tono calmado, pero que mostraba urgencia ante la situación – Tenemos que irnos.

- ¿A dónde? – Pregunté secándome las últimas lágrimas que caían por mi cara.

- A Nepal – Respondió – El templo de La Orden de la Luz está oculto entre las montañas del Himalaya, ahí estarás a salvo – Me dijo muy lentamente, lo cual agradecí, si me lo hubiera dicho rápido me hubiera desmayado seguro.

- No puedo – Dije al recordar algo muy importante.

- No hay opción, no podemos...

- No puedo irme sin pasaporte – La interrumpí bruscamente, podía ser nueva en esto, pero no era estúpida, cualquiera con un poco de cerebro sabe que no puede salir de un país sin su pasaporte.

- ¿Dónde está? – Su voz denotaba urgencia.

- En mi casa – Dije con dolor, sabía que tenía que volver, pero tenía miedo de hacerlo, aun así iba a volver, tenía que encontrar a Jordan, debía asegurarme si estaba bien o si por el contrario también quería matarme – Iremos esta noche – Dije tomando las riendas del asunto, no quería admitirlo, pero la situación ya me superaba, ahora solo podía adaptarme y aceptar lo que fuera que me esperase y al menos tener algo de control sobre algunas de las cosas que fueran a venir.

El cuerpo se me hacía pesado y acabé por volverme a acostar, solo para quedarme profundamente dormida. Al despertar estaba en el mismo cuarto, en la misma cama, no era un sueño. Miré a mí alrededor buscándola y ahí estaba, acababa de entrar con una bandeja de comida, me levanté y fui a su lado:

- Despertaste – Dijo al verme ir a su lado – Te traje la cena.

- Gracias – Recibí la bandeja y me senté en la cama a comer, al terminar volteé a mirarla, estaba mirando por la ventana, como si estuviera buscando a alguien – ¿Nos vamos? – Pregunté y ella volteó su mirada hacia mí y me miro de arriba abajo.

- Aún no – Dijo y se fue hacia la cama – Primero necesitas cambiarte, no puedes ir en pijama – Y tras decir eso sacó una maleta de debajo de la cama y cuando la abrió me di cuenta de que estaba llena de ropa – Escoge lo que quieras – Sentencio con una sonrisa en el rostro.

No era de esas chicas que se preocupan día y noche por la moda, a mí me daba totalmente igual la apariencia o la ropa, siempre y cuando estuviera vestida y no me viera ridícula estaba perfecta. Al final me decidí por una camiseta de mangas largas negra y unos jeans negros, Amelia se puso una camiseta de mangas cortas de color blanco, un chaleco con capucha de color gris y unos jeans grises, terminó por prestarme zapatos también, específicamente unas Adidas grises y ella se puso unos Nike negros, ahora que lo pienso ¿Por qué toda su ropa era gris, blanca o negra?, sea como sea cuando estuvimos listas salimos del hotel y fuimos a mi casa. No nos dijimos casi nada en todo el camino, ella parecía estar siempre alerta y yo tenía muchas preguntas, pero aún no había asimilado todo lo que había y estaba pasando, pero finalmente me decidí por hablar:

- ¿Existe la magia? – Ella volteó a verme con cara de incomprensión, tuve que replantear la pregunta – ¿Lo que hiciste en la habitación fue magia? – Volví a preguntar, estaba muy atenta a su respuesta.

- No existe la magia – Respondió con serenidad – Verás cómo te dije antes, las 5 bestias desaparecieron y luego aparecieron los Elementales, eso es porque los espíritus de esas bestias reencarnaron en esos cinco niños, es decir, los primeros Elementales, esas bestias eran los centros de toda la energía de la naturaleza, o bueno de sus elementos en cuestión, cuando reencarnaron en los primeros Elementales, estos se volvieron el centro de esa energía – Yo la miré muy confundida, no entendí nada de su explicación y ella pareció notarlo – Básicamente somos los centros de la energía del fuego y el aire y los controlamos como a nosotras nos plazca, en otras palabras somos las diosas del aire y del fuego y estos obedecen nuestra voluntad – Eso sí tuvo más sentido.

- ¿Qué hay de los que no son Elementales? – Pregunté con curiosidad, ella había hablado de más personas con poderes aparte de los Elementales como nosotras.

- Ellos son diferentes – Comenzó a decir – Ellos se van empapando de la Energía de la Naturaleza a medida que crecen y cuando tienen suficiente acumulada en su cuerpo sus poderes se manifiestan, normalmente pasa entre los 5 a 17 años de edad, aunque para los Elementales eso no aplica, una vez hubo un Elemental cuyos poderes se activaron a los 70 años – Explicó con mucho detalle y la verdad estaba impresionada, pero intenté no demostrarlo.

- Llegamos – Dije al ver el portón negro de Los Rosales.

Usé mi llave y entramos, no hubo palabras mientras caminábamos a mi antiguo hogar, si es que alguna vez fue mi hogar, no tuve ni un poco de amor hasta hace algunos días, así que no sé si lo puedo llamar "mi hogar". Todo estaba oscuro a excepción de las luces que había por toda la calle a cada lado de las aceras. Finalmente llegamos a mi casa, pero me paralicé en la entrada justo antes de abrir la puerta, mi mano temblaba sin control, después de todo lo que había pasado tenía miedo a lo que me pudiera encontrar dentro de la casa, Amelia me puso la mano en el hombro, haciéndome reaccionar y pude poner la llave en la cerradura, abrí la puerta y entramos a la casa:

- ¿Dónde crees que está? – Me preguntó una vez llegamos al pie de las escaleras.

- Probablemente en el cuarto de mi madre – Le contesté, pero no la miré a ella, miraba al suelo de la cocina y el cuerpo de John ahí tirado en un charco a medio secar de su propia sangre.

- ¿Estás bien? – Preguntó en tono compasivo.

- Era mi hermano – Le contesté aguantando las lágrimas – Nunca me importó y sé que él pensaba igual, era una mierda como hermano, pero era mi hermano. Sé que no fue su culpa, sé que somos como nos crían para ser, y hacemos lo que nos enseñan a hacer, mi madre lo volvió loco y por eso me atacó, pero yo lo maté – Las lágrimas volvieron a caer por mi cara sin control – ¡YO LO MATÉ!

- Lo siento mucho – Dijo poniendo su mano en mi hombro, acto seguido me abrazó con fuerza, lo que me sorprendió, pero le devolví el abrazo con gusto – Sé que es difícil y no puedo ni imaginar por lo que estás pasando, pero hay que seguir adelante – Sus palabras aunque duras eran ciertas, me separé de ella y la miré a los ojos, esos hipnóticos ojos blancos, me sentía segura, calmada, a salvo. Me sequé las lágrimas y seguimos con nuestro camino.

Comencé a subir las escaleras y al llegar al segundo piso pude ver los marcos de las puertas de las 5 habitaciones, la de mis padres, la de John, la del ya muerto James, la mía que estaba en el fondo y la de Jordan, ahí fue donde recordé lo que me dijo el Fénix, él podía seguir vivo y no iba a dejarlo. Salí corriendo hacia su cuarto y cuando entré lo vi con toda claridad, pero no era lo que esperaba ver:

- ¡JORDAN!

*****

Y aquí otro episodio que los deja con suspenso 😁 como siempre los invito a que me sigan y voten esta historia un abrazo fuerte bye 😊.

Libro 1 | Saga Elementos | Fuego: La Hija del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora