Capítulo 20: Bautismo de fuego

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*Jessica

- Tuviste suerte – Habló la voz de un hombre que vestía como todo un "chico malo" y su forma de ser lo respaldaba.

Cuando el polvo terminó de disiparse pude ver quiénes eran nuestros atacantes. Eran 2 hombres y 2 mujeres: El que nos habló era definitivamente el líder, tenía la voz y el porte, vestía con cuero de la cabeza a los pies y llevaba un cigarrillo en la boca que estaba echando humo. El hombre que nos atacó vestía casi lo mismo, pero con notorias diferencias, principalmente estaba el hecho de que su porte si bien era amenazante, no lo era tanto, otra diferencia notable era que tenía un gran tatuaje que subía por su cuello y se detenía al llegar a su mentón. Las mujeres no se quedaban atrás, una de ellas era morena, con cabello negro y jeans rasgados, tenía el estómago un tanto descubierto y en el cual tenía un tatuaje en forma de sol. La otra mujer era la que más me preocupaba e intimidaba, llevaba puesto un sostén deportivo y unos mini shorts rasgados, pero lo que más me intimidaba eran sus músculos, se notaba que iba al gimnasio para algo más que simplemente entrenar, su cuerpo era fibroso y delataba que no necesitaba que nadie la protegiera, además de mostrar lo peligroso que sería pelear a puño limpio contra ella:

- Esta es la situación – Habló el líder del grupo en un tono de soberbia y arrogancia desmedidas – Vengan con nosotros por las buenas y nada malo pasará – Su voz seguía siendo arrogante, pero ahora también había deseo y lujuria en sus palabras, estaba muy claro que no iba a cumplir con su parte.

- Sigue soñando, cerdo hijo de puta – Amy, me acabas de quitar las palabras de la boca. Tras destruir el ego de ese malnacido Amy sacó su encendedor y de una pequeña llama creo dos bolas de fuego y las posó sobre sus manos.

- Como quieran perras – Fue todo lo que dijo.

El líder también encendió dos bolas de fuego sobre sus manos, había usado una de las brasas de su cigarrillo para el trabajo. El tipo del tatuaje en el cuello dio un fuerte pisotón en el suelo y unas paredes de roca se elevaron a nuestro alrededor, bloqueándolos cualquier posible ruta de escape. La chica morena sacó algo de su bolsillo, no pude distinguir que era, pero parecía una especie de caja negra rectangular y de un momento a otro su cuerpo quedó envuelto en una especie de capa eléctrica. La mujer musculosa le ordenó a la tierra que se juntara en su cuerpo, primero cubrió todo su brazo izquierdo con rocas hasta volverlo una gran garra de piedras, hizo algo parecido con su pierna derecha cubriéndola casi por completo de rocas, en la pierna izquierda formó una especie de bota hecha con rocas y en su mano derecha apareció una nudillera de rocas:

- La Elemental es mía – Dijo la mujer con extremidades de piedra, ahora estoy más que jodida.

Se abalanzaron sobre nosotras, Amy estaba luchando una pelea de tres contra una, pero a mí me tocó luchar contra una mole de piedra. Me lanzó un golpe con la garra, golpe que apenas logré esquivar, pero me lanzó otro antes que pudiera recuperarme, esta vez no pude esquivarlo y apenas alcancé a poner mis brazos para bloquearlo, su nudillera de roca me dio de lleno, mi brazo izquierdo se llevó la peor parte. Sentía un tremendo dolor en el brazo, pero aún podía mover los dedos, no estaba roto. Ella volvió a lanzar otro golpe, el cual esquivé por los pelos echándome a rodar, justo cuando estaba confiada de haber tomado suficiente distancia de ella sentí un fuerte golpe en mi pierna derecha, la única forma en la que puedo describirlo es como un balazo, terminé por arrodillarme y solo podía escucharla acercarse, al alzar la mirada pude ver que tenía aires de superioridad y solo me dijo dos palabras:

- Demasiado fácil.

Fue ahí que recordé lo poco que Amy me enseñó antes de que nos atacaran, recordé esa sensación al momento de encender las bolas de fuego la primera vez. En contra de lo que me decía el sentido común cerré mis ojos y me concentre en el calor que había dentro de mí, concentrado y fluyendo como un incendio sin control al cual le eche más leña, dirigí el calor hasta mi mano derecha y justo cuando estaba por rematarme se encendió una bola de fuego y terminé por estrellarla contra el abdomen de aquella mujer. Al instante hubo una pequeña explosión que la hizo retroceder agarrándose el abdomen gimiendo y gruñendo por el dolor, cuando por fin quitó su mano pude ver una gran marca roja en su bien marcado abdomen, parecían una quemadura de sol, como pude me levanté y con una sonrisa le dije:

Libro 1 | Saga Elementos | Fuego: La Hija del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora