Donde las cosas empezaron || The Umbrella Academy

4.

—Creo que este vestido me queda bien —dijo Número Ocho mientras se miraba en un espejo roto del centro comercial—. ¿Tú qué dices dices, Dolores? —dijo mirando un maniquí—. Yo pienso igual —sonrió.

Se volvió a mirar una vez más en el espejo, tomó su bolsa y se despidió de Dolores, para luego salir de lo que quedaba de la sección de mujeres.

Hoy era su cumpleaños, de ella y Cinco.
Todo aquel aquellos días contado por Cinco, así que sin duda no lo olvidaría. Aún seguía sin creer que estuviera un año varada con él en el Post-apocalíptico.

Salió del centro comercial, Cinco iría por ella. Según sus instrucciones fue que se arreglara porque hoy festejarían sus cumpleaños. Número Ocho miró el atardecer unos segundos más cuando Cinco apareció a su lado.

—Es algo corto ese vestido —habló Cinco, haciéndola sonreír.

—Dolores dijo que se me veía bien —lo miró con una sonrisa. Cinco también se había cambiado de ropa, lo hacía verse guapo y la chica no se lo diría o su ego podría crecer—. Es de los pocos que encontré.

—Aún no puedo creer que tu mejor amiga sea una maniquí —dijo con burla y ella alzó los hombros con una pequeña sonrisa—. Vamos.

Tomó su mano y se teletransportaron de ahí. Cuando ____________ abrió los ojos estaban en un lugar lleno de velas, había un mantel y comida en ella, era como un pícnic, un pícnic al atardecer. Sonrió ante ese gesto de Cinco, cosa que hizo al chico calmarse, ya que estaba nervioso por si le gustaría o no aquella sorpresa.

—Esto es nuevo en ti —sonrió y lo miró, él cuál estaba algo sonrojado—. Vamos, celebremos nuestro cumpleaños.

Ambos se sentaron en el mantel y empezaron a comer. Hablaban de su tiempo estando en la Academia o de cualquier cosa que los hiciera reír. Sin duda era el mejor cumpleaños para ambos, solo eran ellos dos y estaba vez no tenían a su padre, que solo les recordaba que era su cumpleaños y luego los mandaban a entrenar como regalo.

Las risas se fueron integrando mientras la noche caía y antes de que fuera media noche, Cinco sacó un pequeño pastelitos de la canasta, le puso una vela y la encendió para ponerla frente a la chica que sonrió.

—Feliz cumpleaños.

—Nuestro cumpleaños —le corrigió, haciéndolo sonreír.

—Solo sopla la vela —le ordeno divertido.

—Los dos juntos —dijo ella con una sonrisa—. No olvides pedir tu deseo.

Cinco negó con la cabeza divertido, mientras miraba como _____________ cerró los ojos unos segundos y después los abrió, para que los dos al mismo tiempo le soplaran a la vela y quedaran sus rostros centímetros cerca.

—Feliz cumpleaños, ____________ —murmuró él.

—Feliz Cumpleaños, Cinco —también murmuró.

Él, bajando el pastelito al mantel, aún sin separase, ambos seguía muy cerca. Sin dudarlo, Cinco puso su mano en la mejilla de ____________ y acercó su rostro al suyo, haciendo que ambos empezaron a besarse torpe y lindamente. Eran inexpertos en esto, pero tendría tiempo para mejorar, para hacerlo mejor y no dudaban que lo hicieran.

Al separarse, Cinco sonrió al ver como ella tímidamente, raro de ella, bajo la mirada y sus mejillas se sonrojaban.

—Deja de mirarme, Cinco —habló ella y él soltó una pequeña risa.

—Te dije que era un vestido corto —le dijo cuando la vio temblar por el frío que empezaba a hacer.

Él se quitó su suerte, poniéndolos en los hombros de Número Ocho. Miró cada detalle del chico, con ganas de volver atacar sus labios rosados, pero se contuvo.