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La noche estaba estrellada, en el balcón corría un aire fresco y mi cabello se movía lentamente con el viento, mi copa de vino estaba casi vacía, apenas quedaban unas gotas del líquido rojizo que teñía mis sentidos. Pasamos una bella velada junto a la familia de Nick y luego decidimos venir a su departamento para terminar la noche.

— ¿Qué tal te ha parecido la noche? —pregunto Nick en mi oído, su cuerpo se acerco al mío y mis ojos se cerraron al instante.

— Bien, ha estado bien. —susurre. —Tu madre es espectacular

— Si, ella te adora.

Unos besos sedientos de fuego comenzaron a esparcirse por mi cuello, subían y bajaban, para luego terminar en mi hombro.

—Nick yo...

—Shhh

—Es importante —insinué —Venable...

— ¿Qué? —pregunto deteniendo, sus ojos tenían un cierto fuego opaco que me aterro

— Creo que esto no nos llevara a nada... 

— ¿Por qué lo crees Liv? —pregunto, deslizo su mano por su cabello rubio que caí sedoso a su lugar nuevamente, trague saliva y respire profundamente —Estas otra vez con ella —afirmo 

— No es tu culpa

— Si lo es, porque fui muy idiota creí que finalmente lograba quitártela de la cabeza, pensé que podría lograrlo y que nosotros estaríamos bien. —escondió su rostro dentro de la copa de vino y segundos después la arrojo contra la calle, creando así un camino de vidrios rotos — Pero no es así y jamás será así. Tendría que morirse para que finalmente logre que me ames.

— Nick por favor, yo te aprecio muchísimo

— Pero no me amas Olivia, no lo haces —grito enfurecido

Se me quedo mirando con lo ojos cristalizados, el ruido de la ciudad estaba deslumbrante, se acerco a la puerta y la dejo abierta, quería que me marche y debía hacerlo, si pasaba más tiempo ahí lo único que lograría era lastimarlo, tome mis cosas y salí de su departamento.

Una parte de mi quería llorar descontroladamente ¿Pero de que serviría? En este momento no servía llorar cuando el error siempre es mío, es que ya ni si quiera cuento con las herramientas para hacer las cosas bien. Me subí al ascensor, el edificio parecía una réplica de Hopkins excepto que esta tenía departamentos con gente viviendo. Tendría que ver donde conseguiría un taxi aquí. Rebusque en mi móvil algún numero que tenga disponible un vehículo. 

— ¿Puedes buscarme?

— ¿Paso algo? —pregunto mi hermano

— Te mando la dirección por mensaje.

— Esta bien.

Mientras le pasaba la dirección a Luciano me acerque al parque que estaba enfrente, seguramente aquí era mi final, el perímetro estaba desolado, oscuro y las imágenes de secuestros, asesinatos no tardaron en asomarse por mi mente. Me auto abrace en el banquillo, la noche no estaba fría pero el aire seguramente me haría mal y no estaba en condiciones como para que un resfriado me mate. El auto de David se estaciono frente a mis ojos, tomé mis cosas y me subí en el asiento de copiloto.

— Gracias Luciano te debo una. —Acaricié su cabello y me recosté en el asiento.

— ¿Qué paso? Siempre te lleva Nick

— Discutimos por mi culpa

— ¿Qué has hecho? —Lo mire, no sabia si era correcto contarle esto.

Más Allá De NosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora