1 | Infinite 【Trollhunters; James Lake Jr.】

27 | Home Sweet Home

❝Hogar Dulce Hogar❞

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Todo parece perdido
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Stella's P.O.V

Suspiro completamente cansada, con pocos alientos de mi fuerza sacó la espada que había clavado en un Gom-Gom para matarlo, si seguíamos así, moriría en cualquier momento. Mi cuerpo ardía como si estuviera en llamas, cerré mis ojos sintiendo las nuevas heridas que me habían hecho, definitivamente le diría "adiós" a la ropa que usaba, mis shorts y camisa morada estaban rotas y enlodadas. 

Preferiría que Gunmar acabara con mi existencia de una buena vez.

Sin amigos.

Sin salida.

¿Qué opción tenía?

Sabía perfectamente que Gunmar estaba a punto de cumplir su objetivo, y con Dictatous de su lado, era lo peor que me pasaba.

Me levanté apoyándome de la espada que usé pasa acabar con los Gom-Goms diarios, aquella miseria parecía divertirle a Gunmar, quien sonreía satisfecho desde su "trono" con Dictatous de su lado, sonriendo de igual forma. Tosí un poco, mi garganta estaba seca a causa de varios días sin tomar agua.

Y mi cuerpo parecía querer morir. Sin embargo, ahí estaba, con vida.

—Ya acabé... con la mitad de tu ejército.— mi voz seca y sin vida le agradaba, su sonrisa se ensanchaba. Me costaba hablar a causa del dolor y ardor de mis heridas, pelear contra Gom-Goms, unos Goblins y Nyarlagroths todos los días y al final ser golpeada por el asqueroso ser que era mi padre, me mataba.— ¿Por qué no me matas de una vez?.

Sin fuerzas caí al suelo siendo mis rodillas el punto de impacto contra él y mis manos apoyándose de igual forma en el suelo para evitar caer de cara. Mi respiración se entrecortaba, aquella esperanza que le daba a Nomura se había extinguido en mí.

¿Debía dejar que él ganara?, eso jamás lo permitiría.

¿Moriría por el bien de los humanos y Trolls?, eso sin duda.

—Mi señor, ya casi logra que ella sea usada para escapar.— la voz del traicionero hacía que mi cabeza doliera, tenía la razón.

Comenzaba a debilitarme, y la desesperación por sobrevivir y salir del endemoniado lugar conducía a la ira.

—Bien, pequeña Stella...— su voz tenebrosa me causaba escalofríos.—, por desgracia no eres el Cazatroles, hubiese querido matar a quien mató a mi hijo.— admitió, mientras yo seguía de rodillas en el húmedo y frío suelo.— pero tú me eres más útil, hija mía.— confesó.— Y tengo a tu último oponente...

Escuché las grandes puertas abrirse, con dificultad y dolor en mis costillas me senté viendo a quien sería mi último oponente. Tenía la esperanza de que tal vez, solo tal vez este me matara de una buena vez.

Abrí mis ojos y otra vez la inquietud reinaba en mí. No estaba dispuesta a pelear, no con ella.

—Tú no, Nomura...— susurré sin fuerzas al ver que ella se acercaba a mí con sus armas en las manos.