29 | Amelia's Prophecy.

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Profecía de Amelia

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Vive como si fuera tu último día
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El pequeño pueblo de Camelot era bañado en oro por los finos rayos del sol al atardecer. Una joven de cabellos naranjas observaba desde el bosque lo hermoso que era su pueblo, sentada sobre una roca, disfrutando la vista y la vida de mediados del siglo XII.

Escribía en su cuaderno los acontecimientos que le rodeaban, amaba la escritura. Aunque en su cuaderno, el nombre "Merlín" era lo más presente. ¿Cómo no enamorarse del hechicero?.
Lo más hermoso para ella, era que él sentía lo mismo por ella.

—¿Qué pasa por tu bella cabeza, amada mía?.— Merlín yacía en la rama de un árbol, colgado de una rama por sus piernas, quedando de cabeza contra la chica de cabellos naranjas, la chica más hermosa que había conocido.

—Nada importante, Merlín.— le sonrió con un encanto único en ella.—, ¿Ya estás libre para mí o debo seguir compartiendote con Arturo?.— cuestionó con un sonrojo.

—No necesitas compartirme.— le sonrió bajando del árbol y sentándose al lado de ella.—, he terminado mis deberes por ahora. Tenemos toda la noche libre, ¿Qué quieres hacer?, podemos comer o simplemente ver el cielo como acostumbramos...

—Hoy yo debo dejarte plantada.— confesó ella con pena.—, Vendel quiere enseñarme un par de cosas sobre los Trolls, tengo que seguir practicando su lenguaje y no debo dejar de lado mis deberes en el Castillo. Y debo hablar con los hermanos Galadrigal...

—Me rompes el corazón.— dramatizó.

—Nada mal para un chico de 120 años.— rió con gracia.—, tus dramas mejoran.

—¡Oye! No digas mi edad, ¿Quieres?.— dijo con misterio.—, me hacen sentir mal cuando me recuerdan que tu sólo tienes 20.— murmuró.

—Merlín, vamos.— dijo Amelia cruzada de brazos.—, tú te ves como un chico de 17, actúas como de 15... ¡Y para mí, tienes 120!. Algo que no me impide amarte.— dijo tomando un cuaderno en sus manos.

—¿Acaso ese es tu cuaderno de secretos?, ¿Hay algo de mí ahí?.— comenzaba a sacar su lado más curioso.—, ¿Dice que quieres casarte conmigo?, ¿Escribes que me amas tanto como yo a ti?, ¡Ya sé!, quieres ser feliz conmigo por la eternidad y tener una familia.— él la abrazó con fuerza mientras veía el cuaderno.

—Sí, sí, sí, obvio, y sí.— contestó cada pregunta y afirmación que él había dicho anteriormente.

—Perfecto, porque quiero tener 6 hijos.

—¡Olvidalo!.— exclamó ella con susto.—, ¡Yo soy la que los tendré!, ¿Acaso eres tú quién lo tendrá en su interior, o quien sufrirá en el parto?... Mínimo 2, ¿Sí?.

—Bueno, si no me queda otra opción. ¿Qué nombres le gustan a mi futura dama?.— dijo viéndola con brillo en sus ojos, algo que sólo la chica conseguía en él. Era la única que sacaba el verdadero lado de Merlín, ante los demás era un frío y serio joven que ayudaba mucho en el Castillo Pendragon.

—Me gusta Stella...— confesó con pena.—, creo que es el único nombre que me ha llamado la atención.

—También me agrada Stella, suena un nombre brillante... Fuerte, increíble. Creo que si tenemos una hija y la llamamos Stella, ella haría cosas imaginables. Tendrá la terquedad de sus padre, además de magia, y será hermosa como su madre.

—Lo sé, ella... Será excepcional.— dijo intentando sonar contenta, aunque estaba aterrada.

Anhelaba tener una familia con Merlín, lo amaba sin duda. Pero a veces las cosas no salen como uno las planea.

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Cuando un mal mayor y sin control se avecine, y tengas el fruto de una maldad, te irás de este mundo.
Y desde ese momento, tu labor como protectora de Trolls habrá terminado.
Tu siguiente esfuerzo, será proteger al fruto de esa maldad.

Amelia miraba son temor la profecía que estaba escrita sobre aquella piedra, la piedra destinada sólo en ella. La misma piedra que marcó el destino de su madre.

Cuanto rogaba porque aquella profecía relatase otra cosa, en cambio, ahí estaba la escritura impregnada en ella, era permanente. Detestaba el hecho que lo que creía que sería su perfecto destino, ahora estaba maldito. Algo había sucedido para que su profecía haya cambiado, no tenía ni idea de qué sería.

Pero jamás se lo diría a Merlín, el joven estaba realmente ilusionado y ella igual.

—Querida Amelia.— Dictatous Galadrigal la miraba con un poco de tristeza, siempre la encontraba en el mismo lugar leyendo y releyendo la misma frase en la mis piedra, esperanzada que de pronto cambiaría y su destino anterior volviera a ser como era antes.—, sé que quieres que tu futuro cambie, pero no se puede hacer nada...

—Lo sé, Dict.— murmuró con la mirada en el suelo.—, es sólo que... Algo cambió. Antes decía que gobernaría este lugar y sería quien trajese a la primogénita de Merlín, y de repente todo parece destrozado...

—Si te hace sentir mejor, juro que mi hermano y yo protegeremos a tu bebé.— juró con honor.

Amelia miró por ultima vez a Dictatous Galadrigal antes de irse al Castillo a cumplir sus obligaciones. Sintiéndose completamente derrotada y sin paz en ella, esperando a que su destino se cumpliera.

Y amando a Merlín hasta su último aliento de vida.

1 | Infinite 【Trollhunters; James Lake Jr.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora