Capítulo siete.

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Séptimo capítulo de Nunca digas nunca. ~ ¿Viaje?


______ caminó por las calles de su ciudad, recorriendo y mirando todo con los auriculares en sus oídos. Se había quitado el rodete del cabello, dejándolo suelto donde sus pelos caían como cascadas en los hombros, de su femenino cuerpo. En la música, sonaba One less lonely girl... entristeciéndola más de lo que estaba; pero no quería cambiarla. 
–Tarde. –Le dijo su "jefa" sin dejar de mirar los papeles que tenía en su mano. ______ la miró de la misma forma que hace un rato observó a su profesora de Ballet.
–Lo siento... no tenía dinero para pagar el bus y tuve que venir caminando. –Se excusó con indiferencia, dirigiéndole una mirada última para ir al despacho de empleados, donde se cambiaría para trabajar.

–¿Listo? –Preguntó la voz de Scrappy a través de los auriculares diminutos, situados en las orejas de Justin.
–Sí. –Respondió y suspiró de nervios… y decepción.
No la había encontrado... y este era el último concierto por muchísimo tiempo más. 
–Tres... dos... uno. ¡YA! –gritaron a sus espaldas. De fondo, se escuchaban los gritos de todas las personas en el estadio... llenísimo... repleto y extravagante. Cada chica, estaba con lágrimas derramadas en sus ojos, maquillaje corrido, carteles con distintas frases en español que Justin pudo entender y cámaras que lo llenaban de flashes. Pero en este sentido... no le molestaba. 
Siempre en todos sus conciertos, observaba las caras de cada chica que veía, limitando su sentido visual al ver como los asientos y personas en él, cada vez se volvían más lejanos pareciendo que cada uno, era una simple luz que se movía y movía, formando parte del coro a gritos de sus fans. 
–¡Hola ______(tp)! –Exclamó en español, recibiendo como respuesta millones de gritos femeninos. Él sonrió e hizo una seña para que empiece a sonar "Beauty and a beat".


Esa noche... el cielo que los unía aún en la distancia, permitió que grandes gotas de lluvia convienen con las lágrimas de ella y los simples pensamientos de él.

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Justin despertó tarde ese día, después de todo... la gira había terminado al fin. Cuando se sentó en la cama, unas interminables ganas de vomitar aparecieron por su garganta, sintiendo como la mezcla de su estómago se revolvía en el interior. Por instinto, llevó una mano a la boca para prevenir. Esperó unos minutos más en esa posición, y sorpresivamente, no sucedió nada. Con al pánico presente, se levantó de la cama sin preocuparse en vestirse.
Tenía un presentimiento malo.
Él solo quería irse. 

Sentía que las paredes del pasillo del hotel, se cerraban para aplastarlo. Y no sabía por qué, qué sucedía, pero algo no iba bien. Por eso, y con pasos temblorosos, cruzó todo hasta llegar al ascensor para subirlo rápidamente, intentando no desmayarse por el encerramiento; en lo que le parecieron tres horas, siendo minutos en realidad, la puerta corrediza se abrió mostrando el restaurante de lujo allí. Pero, como era raro, nadie del Team estaba desayunando como todos los días. Solían encontrarse siempre en los desayunos. Pero todo eso se esfumó cuando vio el reloj colgado sobre una pared.
2:54 de la tarde... solo, prácticamente solo, porque no había casi nadie por allí, excepto las empleadas que lo miraban interesadamente. 
–Disculpe... –Le dijo a una de ellas, en inglés. Por un segundo, olvidó que estaba con personas que hablaban español. La señora de unos cincuenta años, vestida como mucama y portando un quita polvos lo miró con la frente fruncida, y Justin se preguntó si era porque lo conocía o por el idioma. Ella, avergonzada, negó con la cabeza sin entenderlo. –Ya no importa. –Nuevamente... en inglés. Le sonrió en una falsa sonrisa y se dio vuelta. 
De nuevo... empezó a taladrarle la cabeza de dolor. Él tomó por hecho que necesitaba una pastilla, pero no tenía su dinero allí y tampoco un celular. Y no hablaba español, y tampoco no había traductores a esta hora, ya que era muy temprano allí. Pero para su suerte, tocó el bolsillo trasero de su pantalón de jean, y recordó que la noche anterior, había dormido tal y como estaba... se preguntó cómo es que llamó pijama a una transpirada camiseta, y un negro e incómodo jean. Pero ni se había fijado en la ropa al despertar. De todos modos, había diez dólares. Lo suficiente. 
Serio e intentando mostrarse tranquilo, para no preocupar a nadie. Pero en cuanto cruzó la puerta, no había nada. Ni locas fans enamoradas, —No había oído gritos antes, pero no sabía si era porque se trataba de una sordera por el dolor de cabeza—, ni flashes, ni personas, ni nada. 
La calle estaba tan vacía que aterraba. Incluyendo las grietas que rompían el pavimento, los árboles a los costados de la vereda del hotel, que se movían de lado a lado por el viento cálido que corría pero... no había ni un auto, ni un movimiento. 
Justin estaba perplejo mientras veía como el semáforo titilaba los colores sin sentido. Pero decidió cruzar por la bendita pastilla que venderían en la farmacia de enfrente. Mientras tanto, él iba rogando que sepan hablar inglés, o francés. 
Pero se detuvo en seco, cuando una sombra dobló en la esquina, para donde él estaba. 
En ese instante, Justin fijó la vista en... ella.
Era ella... se movía naturalmente hacia Justin, con una sonrisa y lágrimas en sus ojos, portando una guitarra en sus espaldas. Él solamente, paró en seco, pestañando sin poder creerlo. Entonces...
–¡Despierta! –Un estrepitoso grito, lo despertó de su sueño. Su perfecto sueño.
En maldiciones susurradas, abrió los ojos y en ese mismo instante, una deliciosa crema Chantilly embarró su cara hasta pelo. –¡Alfredo! –gritó enojado. Pero no por la torta... por despertarlo, y justo en ese momento. –La vas a pagar.
–No me eches la culpa a mí. –Su amigo, levantó las cejas divertidamente, y utilizando una mano, señaló la puerta abierta, donde detrás estaban Jazzy y Jaxon sus hermanitos escondidos, intentando no ser descubiertos.
–Oh... –murmuró y sonrió maléficamente. –Fredo... ¿sabes lo que le hacemos a los niños malos, que le hacen bromas a sus sexys hermanos mayores?
–Mmh... no, no lo sé.
–Se... –con cautela, se levantó la cama, escuchando los pequeños susurros de la niña escondida regañándole a Jaxon, también escondido. –Los... -continuó mientras seguía caminando lentamente, en cámara lenta. Ambos pequeños se callaron, pero querían reír de la emoción. –¡Mata con cosquillas! –exclamó y abrió la puerta de golpe, dejándolos al descubierto.
Ellos dejaron escapar varias carcajadas al ver el rostro de Justin... blanco. Justin con rapidez, se agachó sobre sus rodillas y tomó a ambos con sus fornidos brazos, uno de cada lado, y volvió a parar, dando vueltas y vueltas. Los cuatro, incluyendo a Fredo, reían a carcajadas limpias. Y luego, los pequeños fueron aterrizando en el colchón de la cama de Justin, donde sufrieron las temibles cosquillas de su querido hermano mayor.


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Justin se encontraba bastante cansado esa tarde. Estaba insatisfecho con irse de _______(tp)... por alguna razón quería quedarse. Pero entendía que debía volver a su lugar: Nueva York. Después de todo... como había dicho, estaba en unas vacaciones que verdaderamente no lo eran... porque aún le faltaban premios, nominaciones, estudio de grabación y demás cosas... lo que le dejaba un simple 30% de verdadero descanso. 
–Malas noticias, equipo. –Scooter habló, mientras se paraba de la silla del restaurante perteneciente al hotel, que pronto sería desalojado por el Team Bieber. –El equipo de Aerolíneas, no nos dejan irnos. Está pronosticada una fuerte tormenta eléctrica. Tenemos dos opciones –paró en seco por unos segundos, observando las caras de todos, sobre todo la de Justin, que parecía inexpresable. Hoy no había sido su mejor día, pero sentía un poco de felicidad al no irse a la aburrida gran manzana. –Uno es quedarnos por al menos, siete días más... y la otra, es irnos al norte de este país con el bus de la gira de Justin para el aeropuerto donde llegaríamos mañana. La mala noticia, es que si elegimos la primera, la sesión de fotos para Teen Vogue sería cancelada por cuarta vez ya, y además de la pre-nominación de los People Choice Awards. –Justin sintió más cansancio al pensar el enorme viaje que haría si elegía el segundo... pero dentro suyo, lo encontraba relativamente bien. También, contaba que si elegía el primero, las responsabilidades aumentarían para más adelante... lo que provocaba menos descanso. 
Exactamente... no sabía lo que sentía. Solo quería irse y estar tranquilo en su casa. Pero no... otra parte no apoyaba esa idea. 
–¿Qué dicen? –Preguntó Scooter nuevamente, luego de un rato.
Justin suspiró exhausto. 
–Mejor la segunda. –<<En realidad, ninguna>> su subconsciente habló en su cabeza.
<<Todo por culpa de la chica>>. Alguien volvió a hablar dentro de él, teniendo toda la razón del mundo. 

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Nunca digas nunca |JbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora