Trigésimo primer capítulo de Caer ~ “Puedes cerrar los ojos ante lo que no quieras ver, pero no puedes cerrar tu corazón a lo que no quieres sentir”.
Suspiré y cerré los ojos. Con fuerza y llenándome de furia que intentaba resguardar.
–¿Esto querían esconderme? –pregunté enfadada. Fruncí el ceño cuando los músculos de mi cara no se aflojaban.
Alfredo me miró con morenos ojos cómplices y tristes.
–No quería que sepas, te ibas a sentir así –admitió casi susurrante.
Me hizo pensar que la mayor de nosotros dos, era yo.
–¿Y la solución es ocultar, cuando algo va mal y necesita ser corregido? –mi voz salió dura, yo me pregunté si esa era yo.
De todas maneras, esa frase salió del profundo de mi corazón, y supe que dolió… después de todo, era amigo de Justin, y también mío. Podía decírmelo y yo podía ayudar, no enterarme por terceras personas que Justin se drogaba.Me dolía más el hecho de que todo estaba oculto, tomado con pinzas, y como palabras prohibidas, cuando algo se debería hacer; y otra molestia, era preguntarme… ¿con qué necesidad Justin se droga? Si lo tenía todo: familia, dinero, fama, amigos que se preocupaban por él, salud… todo, más de lo que muchas otras personas tienen.
–No lo sé, _____. –Simplemente contestó mirándome perplejo.
Le devolví su celular apretando la mandíbula, conteniendo estúpidas lagrimas de furia, no de tristeza. Mi corazón golpeando sobre mi pecho en una fuerte taquicardia, y mis piernas obedeciendo la orden de mi cabeza, aunque temblando como dos flanes. Segundos después, me encontraba corriendo, esquivando las personas del Team que me cruzaban, muchos conocidos que me miraban asustados, y otros no que miraban curiosos. Yo ya estaba llorando, con el dolor en mi pecho, tanteando fuerte… muy fuerte.Sentía decepción y traición. Los peores sentimientos que podría sentir para mi gran orgullo. Y lo que empeoraba era el baño de este camarín, pequeño y sucio, separado del resto de los camarines por vaya a saber qué razón. Entonces me encontraba cansada, llorando como niña engañada por su mejor amigo, y con el corazón partido desde ya varios meses. Nunca llegué a darme cuenta de lo obvio, que Justin se drogaba y tomaba, que ya no podría defenderlo a las acusaciones de otras personas porque eso sonaba… ilógico. Odiaba y me duele en el alma, admitir que el temor se definía por los recuerdos, recuerdos de mi papá alcoholizado, papá drogado, papá llegando muy tarde a casa y papá pegando a mamá.
Recuerdos y malditos recuerdos.
Papá enojado, furioso. Papá encontrándome despierta, con su sonrisa estúpidamente maniática y con sus manos en mi pequeño cuerpo de niña. Papá, papá y papá. Mamá, Amanda y yo.
Justin drogado, Justin borracho, Justin mintiendo, Justin… intentando pegarme. Justin haciéndome daño.No sé qué me hacía sentir más pequeña… si los recuerdos, o mi imaginación.
Horas interminables encerrada, horas que sufrieron su efecto.
Sabía que el concierto estaba empezado, por la mitad casi, con Justin bailando Beauty and A Beat.
Me pregunté si en su concierto anterior había vomitado por tomar leche de verdad, o por drogarse antes del show. Ya, de verdad, iba a explotar.
Una chica frente a mí, con sus ojos grandes y rojos, resaltados por una marca violeta debajo de ellos, la piel pálida y mojada a excepción, de las sonrojadas mejillas por las lágrimas y el pelo atado en una coleta. que dejaba que mechones se escapen, se encontraba en el reflejo del espejo. Esa chica era yo. Nunca me vi tan desarreglada, ni hace tiempo me sentía así.
Sabía que sí huía ahora, iba a quedar como la buena cobarde que soy. Y si me quedaba, no iba a permitirme el quedarme callada. Así que dejé de verme en el espejo sucio, limpié mis lágrimas e intente esbozar una sonrisa, que funcionó más como una mueca que no me hizo quedar bien.
Yo no era fuerte, ni era respetable, ni era mayor. Era una niña de dieciséis, que lloraba por cada maldito recuerdo que tenía, que todavía es atormentada por su pasado, y no puede superarlo.
Yo era una estúpida.{{}}
Cuando apenas llegué a mi cama del hotel, me tiré pesadamente, como si mi cuerpo fuera una bolsa de papa. Había actuado fielmente a mi cobardía, volviendo al lugar donde estaría sola, y tranquila.
Cerré la puerta con cerrojo, por supuesto, y no pude evitar deslizar una resentida nota en la puerta del cuarto que sería de Justin: “Gracias por todo. Sobre todo por confiar” y finalmente, un “ex –Darling” como firma. Respirando pesadamente, miré el cielo blanco, sentí el tintineo de la jaula de Pac, y suspiré inmersa en soledad. Y al parecer, me dormí.
Constantes y fuertes golpes en mi puerta interrumpieron mis horas de sueño. Y seguían insistiendo. Y yo no me moví.
–¡_____ abre la maldita puerta, ahora! –gritaron.
Miré el reloj de la mesita de luz a mi lado, y decía un: 4.58 am exactamente. Mis somnolientos ojos se cerraron nuevamente, pero los gritos de Justin seguían:
–¡______! –gritó. –¡Tiraré la puerta!
–Tírala –susurré, sólo para mí, temblando un poco.
–¡En serio la tiraré! –él creía que eso era una amenaza para mí.
–Tírala –repetí elevando un poco la voz, sin embargo, me di cuenta que no tenía fuerzas… que estaba helada desde las puntas de mis pies, hasta mi último cabello.
–¡Tres, dos…! –esperó. Y se escuchó un choque de cuerpo haciendo vibrar la madera de la puerta.
Supe que debía hablar, debía poner un esfuerzo más.
–¡Tírala y gritaré! –contesté gritando, de repente mi garganta ardiendo. ¿Qué sucedía?
Me pregunté si él recién se acordaba de mí, si la pasó bien en la fiesta de Katy por su cumpleaños o si ahora quería entrar porque estaba sintiéndose culpable.
–¡Grita! –y entonces, supe que la puerta se abrió.
Lo vi entrando corriendo, con un papel en su mano. <<La nota>> pensé. Claro, era la nota. No miré sus ojos, porque los cerré, ni contesté cada pregunta que me preguntó porque me obligué a cerrar mis oídos.
–¿Estás bien? –insistió casi desesperado, sentándose sobre mi cintura, ambas piernas alado de mi torso, tomando mi fría cabeza en sus manos calientes. –Estas morada… –susurró y pude oler su aliento: alcohol.
Hice una mueca de desprecio, luchando contra esa atracción hacia su cuerpo caliente.
–Aléjate de mí –murmuré titiritando de frío. –Aléjate, no sos nadie más que un monstruo.
Abrí mis ojos y miré los suyos. Sus pupilas dilatadas, y no sabía por qué, su mirada confusa.
–No tienes derecho a hablarme, ni tocarme, ni cuidarme. Ya no sos nadie… ya no importás. –Mordí el interior de mi mejilla con fuerza, lágrimas amenazando en caer, furia volviendo a renacer.
–No digas…
–No te hagas el que te preocupas por mí ahora. Ya no tiene sentido. Cambiaste, dejaste atrás a todas las personas que te importan, y las reemplazaste por quienes no tienen sentido. Nadie te lo dice porque tienen miedo, y aunque yo también lo tengo… no quiero permitir que termines como… –Justin me interrumpió, con tanta furia como la mía.
–¡No voy a terminar como el imbécil de tu padre! ¿Sabes por qué? –quise gritar y apartarme de él, pero estaba acorralada por sus brazos. –¿Sabes por qué? –repitió gritando. –Porque yo no voy a ser tan estúpido de dañar a una mujer.
Tragué saliva fuertemente, sintiéndome helada de nuevo, con mis labios temblando.
–Lo estás haciendo, Justin. Estas dañando a un millón de mujeres que te amamos –susurré.
El rostro que me puso se me hizo familiar, y de inmediato recordé, que estaba tan helada porque mi pesadilla ya no era con mi papá. Era con Justin.
Yo le tenía miedo a Justin.
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Nunca digas nunca |Jb
FanfictionA veces… cuesta mantenerse fuerte, creer en los sueños y creer en ti.&nbsp;Pero cuidado con lo que deseas, que puede hacerse realidad cuando menos lo esperes.