Capítulo quince.

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Quinceavo capítulo de Caer ~ “Todo perfecto”.

El sábado me desperté y automáticamente, me fijé en mi celular que sonaba como loco. Maldecí un momento, al ver la hora de un sábado que tenía libre y no debía ir a ensayar. Al fijarme en la pantalla, un número desconocido figuraba en él, afirmando que me estaba llamando; apreté la tecla verde, y llevé el celular a mi oreja. 
–¿Hola? –pregunté. 
–Hola… ¿______? –era Jeremy, un chico de danza. 
–Eh… Jeremy –dije, indecisa. La verdad, es que no tenía idea de por qué me llamaba. 
–Lamento llamarte y despertarte a esta hora… –exactamente, eran las 10.33 am. Yo, bostecé.
–Oh… no estaba durmiendo –mentí. Escuché como carcajeaba; y era obvio por mi voz, que estaba tan dormida como lo estaba yo.
–Llamaba para invitarte a salir. –Dijo con la voz baja, como si se avergonzaba y a la vez se arrepentía. 
Sonreí en una discreta sonrisa, aunque él no me veía.
–Estoy ocupada… –dije, intentando ser seria.
–Oh… está bien, lo-lo entiendo –respondió, pareciendo apenado. Ahora yo carcajeé.
–Es broma. Sí puedo, sin ningún problema.
Después de todo, hoy no tenía nada para hacer, y mi plan no era pasarme todo el día encerrada. Él era un buen chico… lo conocía porque varias veces había hablado con él.

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Al bajar por el ascensor a las 5 pm en punto y encontrarme ya en la planta baja de mi edificio, saludé a varios vecinos que conocía un poco y también al Petite, el responsable del edificio. Cuando salí afuera para ver si Jeremy llegó, una pequeña brisa de viento hizo volar algunos mechones de mi cabello ondulado. Entonces, él aparcó justo, a sólo centímetros de mí con su linda y grande moto. Se quitó su casco negro, y me vi obligada a cerrar la boca por la sorpresa. 
Cuando me miró, una sonrisa, completamente blanca y pareja y… hermosa, apoderó en sus labios. Yo sonreí tontamente, y creo que me ruboricé…
–No me digas que pensaste que era solo un bailarín gay… –dijo con su voz grave y fuerte, sobrepasando el sonido que provocaban los autos y las personas caminando y hablando unas a otras. 
–Claro que no –mentí nuevamente.
Toda mi vida pensé que era él gay, bueno… en realidad, creo que pensaba que todos los bailarines hombres eran gays, que para decir verdad, es una opinión demasiado machista. Sin embargo, era una de las pocas veces que hablaba con Jeremy, y aunque no tenía demasiados motivos para confirmar que él era gay, lo veía considerablemente atractivo… un desperdicio de hombre, quizás. 
–Sube… –señaló la parte de atrás de su moto. –Tendremos tiempo de discutir ello, si no te molesta –y luego, volvió con esa sonrisita. 
–Solo tienes un casco… –renegué frunciendo el ceño; él levantó una ceja. 
–¿Tienes miedo? –automáticamente negué con la cabeza… aunque sí sentía un poco de miedo; no era la primera vez que subía a una moto, las otras fue con Justin… pero, la primera vez que subiría con un chico que no es él. Me tendió el casco y lo tomé –Confía en mí.
Lo puse sobre mi cabeza y subí. 
–¿Lista? –preguntó, y por un momento quise echarme atrás…
–Sí –asentí, apoyándome sobre él.


Cuando llegamos a un parque no tan cerca de mi casa, supe que no era un parque muy conocido. Yo no lo conocía, y estaba casi vacío. Pero a pesar de eso, era muy lindo, lleno de verde por el pasto, con muchos árboles grandes que extendían sus ramas metros más arriba que nuestras cabezas. Había un pequeño lago, con un puente de madera a unos cien metros nuestro. Entonces, su voz habló encima del sonido del canto de los pájaros. 
–Te traje aquí porque pensé que te gustaría estar alejada de las fans de… –lo interrumpí. 
–Oh… está bien. –Sonreí –Nunca vine a este parque.
Su boca se curvó en una sonrisa.
–¿De verdad? –preguntó y yo asentí con la cabeza mirándolo. –Genial entonces. 
–Me arrepiento de no haber traído mi guitarra. Amo tocar en lugares así –quité mi mirada de él y observé el pasto totalmente verde, sin una mínima imperfección.
–¿Tocas la guitarra? –preguntó y por su voz, supe que estaba sorprendido. 
–Síp –sonreí orgullosa, y lo volví a mirar. Lo descubrí mirándome también; y fue raro.
–Eso es genial. Yo solo bailo –Reí sigilosamente, divertida –. ¿Justin te enseñó? –preguntó. 
–Oh, no… aunque en parte sí. Empecé a tocar la guitarra por él; pero aprendí sola. Me tomó como dos años aprender a tocar bien, y cuando pasó, empecé a trabajar en bares cantando y tocando para ayudar a mi mamá, porque yo era muy costosa, y ella no tenía un trabajo que cubra todas las necesidades de nosotras dos. 
Él asintió con la cabeza, pero no dijo nada por un momento. 
–¿Te parece sentarnos acá? –pregunto deteniéndose. Me encogí de hombros, y nos sentamos en el piso. –¿Y tu padre?
Dejé de mirarlo. No quería hablar de él con un prácticamente, desconocido. 
–No tengo.


Pasó un tiempo, en el que hablamos de cualquier cosa; y yo la estaba pasando bien. Jeremy era muy parecido a Justin en muchos sentidos; me hacía reír por cada tontería que hacía y decía, era simpático y hablaba hasta por los codos. Por momentos, me di cuenta que quería verse como un chico malo, en otros era tierno y en otros se lo veía algo mal, como triste o deprimido. Eso de verdad era intrigante, y me preguntaba si era porque tenía cambios repentinos de humor por la adolescencia, o sólo me parecía a mí. De todas formas, él era un gran chico.
–No entiendo –fruncí el ceño confundida. –¡Estás diciendo que no, pero que sí aunque no! –exclamé riendo. 
–¡No soy gay, ______! –exclamó, demasiado fuerte para que dos ancianos que caminaban a cierta distancia se volteen a vernos. Yo reventé en carcajadas, y él conmigo. 
–Sigo sin entender –dije luego de un rato. 
–No. Soy. Gay. –Sus ojos verdes se abrieron como platos, mientras pronunciaba cada palabra. –Que machista eres… –puso cara de ofendido, que en realidad, se veía más tierno que ofendido. 
–Siempre pensé que todos los bailarines lo eran –me encogí de hombros.
–Yo no –recalcó por décima vez –. Hago Ballet porque mi tía me obliga –y rodó los ojos. Entonces, mordí mi labio. –En definitiva, no me considero bailarín; digo… me encanta bailar, pero no justamente ballet; amo el tango, o la salsa, o el hip hop, creo que sólo hago Ballet porque hay chicas lindas que piensan de que soy gay, y llamo su atención… –nos miramos, y reímos juntos.
–Es una muy buena táctica, amigo –y guiñé un ojo, divertida. 


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La cabeza me dolía demasiado, la jaqueca estaba empezando y para decir verdad, me arrepentía de demasiadas cosas sobre ayer. 
Uno: había tomado tanto, que mi cabeza explotaba; dos: no recuerdo nada; tres: creo que besé a varias chicas; cuatro: creo haber golpeado a un tipo; cinco y la peor de todas… por primera vez en mi vida, había probado la cocaína… y me gustó. 
Entonces quise pegarme. 
Quise golpearme. Quise matarme. 
¿Cómo pude haber hecho tantas cosas en una sola noche? ¿Qué pensarían mis Beliebers de mí? ¿Y mi mamá? ¿Y ____? ¿Y Katy? ¿Y Scooter? De verdad, era una mierda. Nunca había hecho algo parecido; nunca me imaginé que iba a tomar o drogarme, en mi vida. 
Agarré mi teléfono que estaba en la mesa de luz alado de mi cama de hotel; ni siquiera sabía cómo llegué aquí. Para colmo y para mi sorpresa… 11 llamadas perdidas de mamá, 9 de Scooter y 2 de Katy. Perfecto. Entré a twitter, interacciones. Todo aún más perfecto.
“Justin Bieber, pegándole a un Paparazzi” “Justin Bieber, anoche en un boliche” “¿Justin? ¿Qué sucede contigo?” “Nunca creí que serías capaz de hacerle eso a Katy” Y la peor de todas… “Justin… me defraudaste”.
Sentí mis ojos húmedos, cuando leí lo que esa Belieber me había puesto. Mierda, dolía tanto; dolía más que mi cabeza. Me lo merecía, porque era un imbécil. 
Volví a inicio y suspiré; todo estaba lleno de fotos mías ayer, algunas chicas defendiéndome aunque no me lo merecía, y otras diciendo de qué estaba yendo por un mal camino. De repente… me topé con un tweet de ______.
“No está bien”. 
Sin dudarlo, presioné la tecla que me llevaba justo a su número de teléfono, y atendió, dejándome sin aire. ¿Para qué la había llamado?
–¿Hola? –preguntó su dulce voz. Mierda, como la extrañaba. 
–¿Qué no está bien? –pregunté ahora yo, sin evitar que mi voz suene desesperada.
Lamentaba tanto dejarla. Ella era mi pequeño salvavidas, pero sabía que si seguía haciendo lo que hacía, la que iba a terminar mal… era ella. Yo no podía permitirme que ______ se sienta mal, cuando más personas la ataquen más de lo que le hacen; y por más de que ame a mis Beliebers, ellas no soportaban verme con otra persona, y eso… dolía. Quizás Katy no era tan importante como _______, pero ________ era mi chica… mi nena, tan frágil como la porcelana, y tan suave como el terciopelo. Sentía la necesidad de protegerla; y lo mejor, era alejándome para que ella viva su vida tranquila, sin personas que la acosen, ni la acusen, ni la maten lentamente.

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Nunca digas nunca |JbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora