Capítulo veintiocho

54 3 0
                                    

Vigésimo octavo capítulo de Caer ~ “Querer abrazarlo…”

Al levantarme al otro día, (mediodía), fui a la cocina por una ensalada; ya era muy tarde para el desayuno, y no tenía ganas de cocinarme, como siempre. 
Prendí la televisión mientras mi almuerzayuno estaba a mi alcance. No pude encontrar nada más que un noticiero que hablaba en español, y eso me venía perfecto en estos momentos, estaba algo cansada del inglés rápido y americano de todos, necesitaba un poco de esto. No le tomé importancia a la sección de deportes, pero, juro que mi grito sonó por todo el edificio cuando la de espectáculos se destacó en la pantalla. 
"JUSTIN BIEBER VOMITA EN EL ESCENARIO". 
¿Vomitar? ¿En serio? 
Las imágenes del momento aparecieron y luego una chica empezó a hablar. 
Volví a chillar, y casi saltando de la silla donde estaba sentada, empecé a correr llevándome por delante una pared que impactó en mi pobre dedito chiquito del pie. Repetí un grito, empezando a saltar en una pierna. ¿Quién caracoles me había mandado al mundo a ser tan torpe?
Cuando llegue a mi habitación, tome mi celular y caí pesadamente sobre la cama, casi jadeando. 
Entre a twitter, y revisé. 
"Justin vomitó en su primer concierto del Believe Tour" "Justin vomitó por tomar leche antes del concierto" "¡Si hubiera estado ahí, me encantaría guardar ese vomito en un frasco!" Diaj... "Justin ‘’’’’g’’’’’omitó, chicas" Dobre diaj... "Katy..." Triple diaj. 
Bien, el primer concierto y ya había pasado de todo. Yo no había estado ahí para la diversión, y para burlarme de Justin. Esto no era justo. 

Llamé a mamá, quien me contó todo rápidamente, en menos de diez minutos. Se la notaba cansada, pero feliz, y eso me hizo sonreír.
–¡Mamá falsa! –gritaron detrás de la voz de mi mamá, e inmediatamente, yo supe que se trataba de Justin –Scooter te está llamando… 
–Es _____, ¿quieres hablar? –preguntó ella, cambiando el español por inglés, dirigiéndose a él. 
Mordí mi labio, insegura. 
–¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! –exclamó un Justin energético, alargando demasiado la palabra. 
Negué con la cabeza cerrando los párpados.
–Hola niño –respondí normalmente. 
–¡_____! ¡Ayer vomité sobre el escenario! –dijo, pareciendo emocionado. Y yo no entendí por qué. 
Incluso ayer me había tratado como la peor persona, y hoy era el mismo chico de siempre. Sólo Justin podía ser tan raro. 
–Lo sé –dije, sonriendo de lado, aunque no podía verme. 
Y anhelaba con un abrazo suyo en estos momentos.
–¿Vendrás el fin de semana, verdad? –preguntó siendo más tranquilo. 
–Claro –respondí. –¿Y a ti que bicho te picó? 
Su risa me contagió. 
–Acabo de tomar un poco de alcohol, ¡Esto está de pelos, como Bart Simpson! –gritó pareciendo feliz. 
Ayer vomitó, y hoy estaba tomando alcohol, ¿acaso no lo están cuidando? ¿No entienden sus necesidades? 
–Oh… –murmuré –, cuídate mucho. No tomes demasiado. 
–¡Ay, Darling! ¡Siempre tan tonta! 
Risitas tontas largó. Roguemos a dios y a todos los santos que su próximo concierto no se forme un lago blanco… si saben a lo que me refiero. 
El teléfono pareció arrancado de las manos de Justin, y mi mamá volvió a aparecer con su voz en español.
–Déjalo, se está haciendo el tonto.
Detrás de ella, Justin preguntó: “¿El hermoso?” en un casi indefinido en español. Largué una carcajada, y me imaginé a mi mamá fulminándolo con la mirada.
–Anoche salió, y volvió hace un rato. Pattie todavía no lo vio, y lo va a matar, si es que no lo hago yo primero –gruñó –, cariño, debo cortar. Justin se está poniendo insoportable, y lo voy a hacer dormir un rato. ¡Basta Justin! ¡Agh, nunca más vas a salir y juro que los castraré a tus amigos! –lo regañó. 
Empecé a reír, aunque si yo estaría en su lugar juro que enloquecería. 
–Adiós má… –respondí, pero ya era tarde porque había cortado. 

Justin de verdad era un irresponsable. Y seguía pensando que no debería haber ido de fiesta. 

Esa tarde, Amanda me había llamado al celular para saludarme. Fui a visitarla para estar un rato con Avalanna, y también para conocer el pequeño lugar que se permitía alquilar; se trataba de una casita humilde, lejana al centro de Nueva York, que había podido rentarla con poco dinero gracias a una anciana que vivía con ella. Me dio tanta lástima, que quise ayudarla para que vuelva al departamento conmigo… pero no podía, tenía en claro que no volvería a ser tan estúpida para confiar de nuevo en ella. Entonces, las saludé, cuidé de la pequeña y hermosa Avalanna (que había crecido un poco), y luego fui en autobús para el lugar donde había conseguido mi trabajo semanal. 
No era nada grande. Un pequeño restaurante, cálido y común que trabajaba como mesera. Jeremy me había ayudado a conseguirlo, ya que uno de sus alumnos era hijo del dueño. Si bien, no era aceptable el que un adolescente como yo trabaje, pero Avalanna, Amanda, el hogar de niños y las gemelas necesitaban ayuda, y mi ayuda tendrán. Además, esto me servía para recordar el lugar de donde vengo, y mi primer trabajo con sólo 14 años. 

Y así se basó toda mi semana. 
Me mantenía ocupada con mi novio, sí, Jeremy. Jeremy era mi novio oficialmente, luego de pedírmelo exactamente ayer mientras trabajaba. No fue muy romántico, pero lo suficiente para que me sienta cohibida y hermosa. Él me ayudaba con el trabajo, sin que le paguen ni nada de eso, y me llevaba a casa todos los días, donde encontraba a Mia estudiando intensivamente para sus exámenes, y despejarse un poco de tareas para su fin de semana. 
Entonces, aquí estábamos, en el aeropuerto buscando nuestras valijas. Un texto de Justin me había llegado hace unos minutos, avisándome que estaba llegando para buscarnos.
Si preguntan por él… estamos perfectamente bien. Habíamos aclarado cosas, y volvimos a ser los mismos, cosa que en el fondo de mí sabía que sucedería, ya que nosotros nos queríamos lo suficiente para soportarnos a pesar de todo. 
–Odio Las Vegas –Mia dijo, con algo de resentimiento.
Yo reí, quitando mi vista de mi celular.
–¿Se puede saber por qué? –pregunté levantando una ceja. Me miró entrecerrando los ojos, y torciendo la mandíbula. 
–Aquí nací. Y lo odio –largué unas cuantas carcajadas burlándome de ella. 
De repente, a unos cuantos metros de nosotras, una multitud se acercaba gritando. Entonces, divisé el rostro de Moshe, Kenny, Dustin y unos cuantos nuevos guardaespaldas. Grité de felicidad; Justin había venido por mí. 
Él, mi niño, miraba para todos lados buscándome mientras caminaba a la par con sus guardaespaldas. Hasta que nos vimos con unos cuantos metros de distancia. Y yo no pude evitar que mi corazón dé un vuelco de felicidad. 
Le dejé mi celular a Mia, y no me importó tirar al piso mi pequeño bolso. Y empecé a correr hacia mi Justin, mi niño. Él hizo lo mismo con una hermosa sonrisa gigante, acercándonos más. Abrió sus brazos, y justo cuando estuve a menos de un metro, salté enganchándonos cuerpo a cuerpo en un tierno y hermoso abrazo. 
Rodeó sus musculosos y trabajados brazos sobre mi cintura, y besó mi mejilla repetidas veces. Yo, por mi parte, pasé mis brazos por su cuello, y mis piernas en su cintura, escondiéndome en su buzo rojo lleno e impregnado de su delicioso perfume. 
Dios, parecían meses de que no tenía este contacto con él. Y ningún abrazo era comparable con los de Justin; Justin tenía ese ‘nosequé’ que me llenaba de felicidad al sólo verlo, que me hacía querer abrazarlo con fuerza para toda la vida, y poseía esa fuerza que me hacía enloquecer. 
Yo lo quería tanto… y a pesar de nuestras estúpidas peleas, lo valoraba aún más cada vez.
__________________________________ 

Nunca digas nunca |JbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora