Capítulo uno.

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En cuanto abro los ojos siento un terrible dolor. Mierda. Maldito periodo. ¿Qué podría ser mejor que tener el periodo cuando es el primer día de clases?

Muchas chicas que he conocido a lo largo de mi vida no tienen problemas con eso, pero yo sí, a mí me duele y no me dan ganas de pararme de la cama en todo el maldito día. Además, si normalmente tengo un mal humor en estos días estoy peor que un tigre hambriento. Simplemente no soporto que nadie se me acerque. Para mi desgracia, no es un primer día de clases normal, no, es un primer día de clases en una nueva escuela. Sí, me volví a transferir.

Me levanto como puedo de la cama y camino hacia el closet y tomo la primera blusa que encuentro y unos jeans negros. Mis converse negras siempre están a un lado de la cama así que no me molesto en buscarlas y simplemente me dirijo al baño.

Tomo más tiempo del necesario en la ducha porque no tengo ganas de salir y cuando lo hago me visto lo más rápido posible.

Cuando me miro en el espejo decido salir así de la casa porque no tengo ganas de arreglarme más, así que tomo mi mochila y salgo de mi habitación para trasladarme a la cocina. Mi madre ya está ahí preparando el desayuno. Cuando me ve su sonrisa desaparece y frunce el ceño. Yo ruedo los ojos.

-¿Qué está mal según tú, mamá? -le pregunto.

-¿Realmente vas a salir así? ¿Viste acaso las ojeras en tu rostro? -dice con una gran mueca de desaprobación.

-Bueno, estoy en el periodo -explico con fastidio-. No sé si tú alguna vez pasaste por lo mismo, pero por lo regular...

-Sí, sí, sí, lo sé Kiara, no necesito que me expliques qué sucede en esos días, simplemente creo que deberías de mínimo poner algo de maquillaje en tu rostro, es tu primer día y debes causar una buena impresión. Además, ¿pasaste por lo menos un peine a tu cabello? Dios mío, parece un nido de pájaros y...

-¡Ya! -la interrumpo molesta-. Ya entendí tu punto, ¿de acuerdo? Déjame desayunar y subiré a terminar de arreglarme, ¿estás contenta ahora?

―Pues aunque te moleste, lo hago por tu bien -dice levantando un poco la barbilla. Mi mamá es demasiado soberbia y vive en una burbuja de perfección, por eso mi papá la dejó.

No le respondo, simplemente espero a que sirva el desayuno y ambas comemos en silencio. Cuando termino levanto mis platos y regreso a la habitación.

Nuevamente me miro en el espejo y suspiro. Tomo un poco de corrector y lo esparzo debajo de los ojos para cubrir mis terribles ojeras. Tomo un polvo compacto y lo paso por mi rostro. Me pongo algo de delineador, máscara de pestañas y un labial rojo que sé que mi mamá odia.

Mi cabello es muy, muy lacio, así que cuando lo peino parece como si lo hubiera aplastado con cera o algo así. Odio eso así que lo revuelvo hasta que consigo un poco de volumen.

Cuando termino salgo de mi habitación y me despido de mi mamá en la sala. Ella mira mi labial y simplemente suspira.

Cuando llego a la escuela me doy cuenta que no es muy distinta a la última. Aquí también hay grupitos hablando por todos lados, parejitas besándose antes de entrar, algunos cuantos escondidos fumando detrás de los árboles, nada que me sorprenda.

El motivo por el cuál dejé la última escuela es porque odiaba a la gente de ahí. Tengo un carácter especial, no lo niego, así que las personas en su mayoría me desagradan. Llevo ya unos años cambiando constantemente de instituto así que no tengo amigos a los cuales extrañar, aunque tampoco creo que sea necesario tenerlos.

En cuanto entro voy en busca de mi casillero y cuando lo encuentro dejo mis cosas en él. Saco mi horario y veo que mi primera clase es Historia Universal, así que tomo mis libros y me dirijo hacia el salón.

Voy buscando mi aula y cuando creo encontrarla miro nuevamente mi horario para asegurarme de que sea la correcta. Cuando lo confirmo camino en dirección a la entrada sin levantar la vista, hasta que choco contra algo firme.

El golpe hace que de un traspié hacia atrás y automáticamente llevo una mano a la frente para amortiguar mi dolor. Creía haberme pegado con la puerta hasta que escucho una voz que me reclama.

―¿Cuál es tu maldito problema, eh?

Levanto el rostro y me doy cuenta que no choqué contra ninguna puerta, sino contra el chico más jodidamente sexy que he visto jamás. Su piel no es muy blanca ni muy morena, no parece latino pero tampoco europeo. Su cabello es oscuro y abundante al igual que sus cejas y tiene unos labios hermosos. Dejo de apreciar su belleza cuando vuelvo a escuchar su voz.

―¿Aparte de estúpida, sorda? -me dice.

Wow, ese chico tiene grandes pelotas como para atreverse a hablarme así, ¿quién jodidos se cree que es?

―¿Disculpa? -le digo―. No entiendo cuál es tu maldito problema -Él arquea una ceja sorprendido. ¿Qué esperaba? ¿Qué me lanzara a sus pies a pedir disculpas? Ah no, yo no soy de esas.

―Llegas de la nada y me empujas, ¿cuál crees tú que sea mi maldito problema niña?

―En primer lugar, yo no llegué y te empujé. Estaba distraída y choqué contra ti, sí, lo admito, pero no lo hice a propósito. Y en segundo lugar, no soy una niña.

―¿Estabas distraída, eh? -dice riendo―. Si ese era tu plan para sacarme conversación y conseguir que te lleve a la cama estás muy equivocada, porque yo no...

No lo dejo terminar y le suelto una cachetada. ¿Conseguir que me lleve a la cama? Oh mierda, este chico tiene problemas. Ni siquiera sabía de su existencia hasta hace dos minutos y él cree que abriría mis piernas así como así. Idiota engreído.

Sus ojos se abren como platos y se lleva una mano a la mejilla, que ahora está completamente roja.

La gente que pasa junto a nosotros simplemente mira al idiota que tengo frente a mí y acelera su paso, nadie hace ningún comentario.

―Eres una... -comienza a decir con rabia, sin embargo justo antes de que él pueda terminar su oración la puerta del salón se abre y aparece un hombre de al menos 50 años. Nos mira a ambos con el ceño fruncido.

―Jóvenes -nos dice―, mi clase está a punto de empezar, así que si les toca estar aquí les recomiendo que entren. Yo no admito ningún retardo.

Abre la puerta de par en par para que entremos y soy yo quien da el primer paso. Cuando entro mi boca cae abierta.

Son bancas para dos personas. Y solamente hay un par de asientos disponibles.

Una sola palabra aparece en mi mente y justo cuando el chico entra y se da cuenta de la situación él la expresa en voz alta.

―Mierda.

Nos tocará sentarnos juntos.

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Hola, bueno, es mi primer novela aquí en Wattpad so, por favor comenten o den favorito o nada más lean, idk, porque se siente bien gacho ser ignorada, ddd.

Bueno, no, pero leánla y dígname qué piensan, plz (:

Insensible »»Calum Hood.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora