Oscuros pensamientos: El misterioso señor Frykt

Capítulo N°14 : Mi gran enemigo es el puerto de las esperanzas perdidas (I)

Me levanto, quitándome las lagañas luego de una larga noche de sueño, logré descansar algo que hacía tiempo que no sucedía. Me coloco las pantuflas de color morado, un regalo de cumpleaños, bostezo estirando mis brazos sintiendo que cada musculo se despereza. Tiendo la cama, saludo en la panza a Salvatore, corro la cortina dejando ingresar el sol esperando que esta mañana sea especial. Desciendo a pasos lentos, coloco la pava y me dirijo al baño a cepillarme los dientes. Mientras mi boca está llena de espuma, me miro al espejo y doy un salto hacia atrás al asustarme. Mi rostro tiene sangre seca, me acaricio con las yemas de mis dedos, un terror comienza a invadirme desde lo más profundo y mis piernas comienzan a temblar. Me rasguño buscando retirar las costras, pero no funciona, nada funciona; escupo la pasta dental de color celeste y me friego con fuerza el rostro más de veinte segundos. Me levanto y mi cara está limpia, sonrío nervioso, tal vez mi mente me jugo una mala pasada. El silbido de la pava me hace comprender que tengo que preocuparme de otras cosas que recuerdos vívidos de la muerte de la amiga de Lucy.

Enciendo la computadora, un tanto nervioso me sirvo una taza de café y comienzo a buscar información sobre Robert. En los diarios no sale ni siquiera su apellido, no entiendo por qué intentan resguardar su información. Algo no encaja, solo lo harían si se tratara de una persona de alto poder o si se encontrara en protección a testigos, lo que dudo mucho. Pienso, pienso, me rasco la cabeza, no hay nada. Sé que Robert es el punto de inflexión que necesito, es el error que tanto estoy buscando. Es la única víctima que no tiene conexión alguna con las restantes. Ni siquiera roza con mi entorno y, si el Señor J no me hubiera puesto al tanto, ni lo tendría en cuenta...

¡Eso es! —golpeo la mesa con mi mano—, Robert no debe llamarse Robert, tiene que haber ocultado su verdadera identidad. Pero ¿cómo lo hizo? No es algo tan sencillo; algo que una persona común pueda hacer. En mi novela, la primera víctima tiene ese nombre, como el caso de Luke y Abbie. Intenta aparentar que asesina por mi ficción pero parece que su meta junto a su socia es otra. Todas mis ideas giran en torno a Robert. Casi me atrapa en su red de mentiras. Agarro mi celular y grabo lo siguiente:

El Señor J. y su socia comienzan la matanza por Lucy Rovampera, motivados por el plan principal que, luego de un largo tiempo, cometerían. Prosiguen con Robert, en el incendio, y modifican algunos aspectos, como las huellas digitales, registros dentales y su identidad. Son los dos asesinatos idénticos a mi novela. Luego, con Jefferson y Richard se desvían del camino, tal vez buscando inculparme de los asesinatos o jugando conmigo. Cuando logré ponerlos nerviosos continuaron con Luke, dándome una dura tarea, la cual esperaban que no lograra superar, grave error, la pasé como todo un profesional. La pobre la mujer, que ni el nombre conocí, fue daño colateral. Aún debo desandar dos caminos, el primero, cómo hacen para estar siempre un paso delante de mí y, el segundo, cuál es la verdadera identidad de Robert.

Dejo de grabar y marco el número de Jareb, no estoy muy seguro de pedir su ayuda, hasta hace un tiempo dudaba de él. Sin embargo sin aliados no podré triunfar. Suena unas dos veces y luego me atiende:

—Buenas tarde, Jareb, ¿estás ocupado? —Acomodo unos papeles ansioso mientras espero su respuesta.

—Un poco, sí, pero siempre tengo un tiempo para mi viejo amigo —dice con calma.

—Necesito que averigües un dato importante ¿tienes para anotar?

—Dime, tengo una gran memoria, nunca anoto.

—Estaba pensando que la única muerte que no tiene relación y de la que hay muy pocos datos es la de Robert...

—Ahora que lo pienso, sí, no pudimos averiguar mucho de él, ni de su muerte.

—¿Y si no es Robert?

—¿Cómo que si no es él? —tose.

—Digo, que si su nombre verdadero no es Robert...