—Lo que sufriste es lo que llamamos un ataque de pánico, generalmente, aparecen de manera inesperada y pueden alcanzar su máxima intensidad en unos diez minutos. No obstante, pueden continuar durante más tiempo, si se desencadenan debido a una situación de la que la persona no puede escapar, lo que puede generar es desesperación. —Gerbero se encuentra serio, veo preocupación en su mirada mientras observa mi rostro arruinado por la reciente internación, exhala un poco de aire—. Los síntomas que sufriste: taquicardia, dolor en el tórax, falta de aire, mareo y un desmayo, son indicios de estos ataques. Además, según puedo observar, tus análisis son normales, indicio de que no es otra enfermedad más grave, por suerte. Cabe aclarar que no en todas las personas se presenta de la misma manera, en tu caso, te encuentras agobiado y tu cuerpo se expresó. Él siempre se expresa de manera explosiva si uno no es capaz de sacarse de encima los sentimientos tóxicos.
Trago saliva, me acomodo el anillo, pienso y digo:
—Sí, puede ser, estoy ahogado por diferentes circunstancias... pero sentí que venía por buen camino.
—¿Deseas contarme qué es lo que te ahoga?
—El trabajo, primordialmente —primera mentira, el Señor J me está poniendo la soga al cuello—, tuve una discusión con mi jefe y, bueno, parece que no la resolví como debía —suspiro con angustia.
—¿Te han dado alguna mala noticia?
—Nada importante —mi segunda mentira, aunque haya empezado terapia nunca estuve cien por ciento seguro de que este sea el lugar para manejar mis emociones—, solo criticó mi forma de trabajar y no fue de mi agrado. Estallé en furia y le contesté de mala manera. Discutimos, hasta que llegué a mi habitáculo y me desmayé.
—¿No te parece importante que critique algo que realizas con tanto esmero? Yo creo que estás en un lugar que no es de tu agrado pero, aun así, dejas muchas energías para que se valore tu trabajo.
—Quizás así sea... ya vendrán tiempo mejores. —No quiero estar aquí, necesito escapar.
—¿No le quisiste hacer daño?
—¿Daño?—lo miro fijamente, no es un punto que deseo hablar.
—Sí, daño, golpearlo... matarlo... —me devuelve la mirada.
—No quise hacerle nada, estaba enojado, me brotaba la ira, pero nada más que eso... Lo que hablamos en las sesiones anteriores no se presenta siempre.
—Entiendo... Entonces, como el ataque de pánico, hay que saber activarlo.
—No comprendo —me resulta difícil mantener la concentración.
—Cuando uno sufre algún tipo de trauma, el que sea, el inconsciente lo esconde de alguna manera para proteger a la persona. La mente no es lineal, entonces, cuando se presenta un momento tenso en la persona, puede despertarlo y, como uno no está preparado para enfrentarlo, se vuelve tóxico en forma de ataques de pánico, furias repentinas, pesadillas y de muchas formas más. En este caso, fue el ataque y en los anteriores, que tratamos en la sesión pasada, fue hacer daño.
Él me quiere decir que el señor Frykt es un trauma no resuelto de mi infancia, no lo creo, ni cerca de creerlo. Frykt quiere sangre, necesita muerte. Y pronto se la daré, nada de traumas, nada de emociones tóxicas
—Usted es el experto aquí, así que si es así, así será —afirmo disconforme.
—¿Asumes que la discusión con tu jefe fue un detonante? Quiero que juntos busquemos la verdad.
—Puede que sí, no estoy seguro. Yo nunca soporté a Jefferson, ni a Richard y, en este momento, a Shepard. Y, ahora que lo pienso, hay muchas personas que detesto, pero cuando hacen algo que me afecta no reacciono de esa manera. Entonces, según mi entender, pueden ser varias cosas...
ESTÁS LEYENDO
Oscuros pensamientos: El misterioso señor Frykt
Mystère / ThrillerEthan O'Neill, un hombre apacible y de bajo perfil, se enfrenta a un asesino que azota su ciudad: Coverwall. Su personalidad asesina inmanejable y el juego psicológico al cual se enfrenta parece ser la receta perfecta para su mente desequilibrada. ¿...