Capítulo N°6 : La morbosidad es el motor de las fantasías (I)

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Me encuentro con Emma jugando en el Parque de los Niños. Ella es una nena tan feliz, ilumina mi vida. Va de acá para allá, corriendo, y yo la observo buscando una explicación a cómo hacen para ser tan felices con tan poco. Será que no ven la vida como nosotros, no la ven en blanco y negro. Para ellos, está llena de colores y de aventuras. Los acertijos que el destino les presenta los viven como un juego, no con estrés y angustias como nosotros los adultos. Una brisa leve golpea mi espalda y me trae recuerdos de mi infancia en los campos de mis abuelos. Fue una época mágica que marcó mi existencia, un lugar alejado de la sociedad en el que se podía respirar un aire tan puro y sano que mis pulmones se expandían más de lo normal. Los árboles, los pájaros, las frutas y verduras, eran analizados por todos mis sentidos. Necesitaba indagar, amaba hacerlo. Mis abuelos siempre me enseñaron a apreciar desde lo más pequeño hasta lo más grande. Eso es lo que deseo para mi familia, es lo que quiero que Emma viva. El chirrido de las cadenas de las hamacas colma mi mente de recuerdos, los niños jugando me hacen sonreír.

Necesito concentrarme, necesito pensar en lo que había ocurrido la semana pasada. Aunque quiero olvidarme del Señor J no lo debo hacer. Él está utilizándome y aún no tengo ni siquiera una aproximación de quién puede ser y porqué me eligió. Repaso mentalmente los asesinatos que cometió, por ahora solo sé de Robert y Abbie, seguramente por el tiempo que ha pasado estamos próximos a saber de otro. No voy a poder detenerlo y eso me genera mucha furia.

Eligió entre los diez homicidios que causó Jack de forma aleatoria, buscando confundirme y lo logró. Si yo fuera el Señor J. ¿cuál sería mi próxima víctima? Primero fue una mujer y después un hombre... La lógica indica que ahora va por otra mujer. Si eliminó a Abbie, quedan cuatro más, se achican las posibilidades pero aún son muchas. Levemente recuerdo los nombres de los personajes femeninos, Catherine, Camile, Emily y el otro nombre no me viene a la mente. Todos asesinatos tan morbosos que sería difícil elegir uno en este momento. Y peor sabiendo que debe haber muchas mujeres con esos nombres en esta ciudad. Debo enfocarme desde otro punto, qué puede tener en común Jack con el Señor J Los dos matan de forma organizada y eficaz pero, en su personalidad, no son nada parecidos. Jack busca hacerlo en la oscuridad, en el anonimato. El Señor J, por el contrario, lo hace para llamarme la atención como buscando que lo encuentre. Que sepa quién es y, seguro, quiere ser famoso. Que todo Coverwall hable de él. Tan banal es, que me genera repugnancia. Debe haber alguna forma de investigar más sobre la psicología y métodos investigativos de este asesino. Pero ¿cómo lo puedo hacer?... No puedo entrelazar ninguna idea. En este caso, internet no es la solución. Tiene muchas respuestas pero no hay una fuente confiable. Lo voy a tener que hacer a la vieja escuela, investigar solamente hablando con las personas idóneas, como algún detective retirado, un psicólogo o con personas empapadas de estos temas.

El problema es ¿cómo me acerco a ellos sin levantar sospechas?... Interesante pregunta... Me río al ver a Emma caerse en el arenero y su sonrisa me llena de amor... Puedo utilizar mi novela como eje de engaño para sacar la mayor información posible. A su tiempo sabré con qué personas debo tratar, estoy seguro que Gerbero será uno de mis conejitos de indias, solo me falta un detective retirado.

¿Quieres un helado Emma? —le retiro la tierra de sus pantalones y le doy un beso en la frente.

Aún no habla fluido pero se hace entender, a su forma. La llevo de la mano al vendedor que se encuentra a la salida de la plaza. Ella esta tan feliz jugando con su helado que decido olvidarme por un rato de todo... Una de mis metas es protegerla y, sobre todo, enseñarle a caminar en la sinuosidad de la vida. Algunos días le hablo como si fuera una adulta, sé que mis palabras se almacenan en alguna parte de su inconsciente y saldrán a la luz en los momentos indicados. Un padre, a mi entender, debe ser como un faro para un barco, solamente una guía en la oscuridad de la noche.

Oscuros pensamientos: El misterioso señor FryktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora