Capítulo N°7 : Tu peor enemigo es tu mente, ella conoce tus debilidades (II)

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 A la mañana siguiente, en la oficina, no puedo dejar de lado la obsesión de saber que estoy rodeado por un asesino. Puede ser cualquiera, incluso Jess... Pero no debo entrar a jugar este juego macabro. Solo debo seguir el sendero del pobre hombre que no tiene ninguna pista.

—¡Hola Ethan! —levanto la vista y ahí se encuentra Cristina. Tan hermosa como siempre, pero más radiante que la última vez que la vi. Con un peinado nuevo y una sonrisa de día lunes.

—Hola Cristina —le sonrío—, estás muy contenta. ¿A qué se debe tu sonrisa?

—Ayer conocí a un hombre tan hermoso y dulce —se silencia y se le dibuja una gran sonrisa—, se llama Albert, tiene mi edad y tantos músculos que no pude terminar de contarlos. —De seguro anoche tuvo mucho sexo y no deseo saber los detalles.

—Me regocija verte feliz, te mereces un gran hombre a tu lado, que te proteja y más en este tiempo en el que la ciudad se ha vuelto muy insegura.

Realmente tenía sentimientos encontrados, por un lado, quería que fuera feliz pero esa sensación de que ella pudo ser mía me carcome la mente. No estoy enamorado de ella, sin embargo de alguna manera me resisto a dejarla ir.

—Gracias Ethan —al acercarse puedo verla de cuerpo completo. Viste una camisa a cuadros que marcan sus pechos y una falda ajustada, sus zapatos rojos me hacen, por un momento, dudar en caer en la tentación —. Fue todo muy mágico, lo conocí anoche en la barra del bar Living Toon, me invitó una cerveza y entablamos conversación. Me dijo que trabaja en la construcción, que es un ingeniero exitoso y que le encanta Coverwall. El nació en un país que en este momento no recuerdo, ya sabes, Ethan, no soy de tener buena memoria —sonríe.

—Esas son las mejores conversaciones, las que inician por obra del destino —digo con mi voz apagada.

La verdad no me interesa en este momento lo que me cuenta, caí en la realidad, solo me afectó lo que escuché, porque cuando no tienes algo, es cuando más lo quieres. Ese siempre fue mi problema, necesitar algo diferente a lo que realmente me hace feliz. Dejaré que siga siendo una fantasía y que Jess sea mi realidad.

—Espero, Cristina, que esta vez valga la pena este hombre y puedas ser feliz, te lo mereces... Me vuelve a sonreír.

—Sí, eso espero, aunque nunca ningún mortal en ninguna parte del planeta va a superarte —acaricia mi hombro dejándola posada cerca de mi rostro—. Sé que no vamos a estar juntos y eso lo entendí, pero hablando con mi psicólogo llegamos a la conclusión de que debo ser más abierta con mis emociones y no guardarme nada.

—Es un buen consejo —le retiro la mano—, pero yo puedo agregar que ciertos comentarios o dichos pueden afectar el entorno en el que te encuentras. No puedes ir por el mundo diciendo todo lo que sientes esperando que los demás lo acepten como si nada.

—Y ¿por qué no? —se cruza de brazos, poniéndose a la defensiva.

—Porque no todos pueden tomar de buena manera tu sinceridad. Por ejemplo, si mi esposa hubiera estado aquí cuando te expresaste de esa manera, de seguro su rostro hubiera demostrado el odio que siente por ti —me cruzo de brazos—, asumo que tu psicólogo se expresó mal al darte ese consejo.

—¡Está bien, está bien! —dice como una nena caprichosa, uno de los tantos defectos que posee—, tendré cuidado al decir las cosas. No tienes que exaltarte de esta manera —se acomoda el pelo—. Albert me dio tanto sexo que estoy satisfecha por un año completo —noto excitación en sus ojos.

—Veo que no entendiste bien el punto de reservarte ciertos comentarios —sonrío.

—Estoy bromeando —da una palmada en mi hombro y se retira.

Oscuros pensamientos: El misterioso señor FryktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora