Capítulo N°15 :Sobrevivir es importante, pero no debes perderte a ti mismo (I)

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Me detengo en la puerta de ingreso al ver todas las luces apagadas. Si él está ahí no quiero llamar su atención, sé que me está esperando pero debo tomarlo por sorpresa. En el patio está la puerta de vidrio corrediza, doy la vuelta rogando que esté abierta. La fuerza que ejerzo es lenta y medida, no quiero hacer ruido. Logro abrirla, ingreso mirando en todas direcciones, en el living no hay nadie. Recorro cada pasillo, sin suerte, me desespero al abrir cada puerta. Tengo tanto miedo de encontrar a mi familia muerta... no me puedo paralizar, no lo debo hacer.

Subo las escaleras, me restan solo dos habitaciones por revisar, la matrimonial y la de Emma. Me detengo en el último escalón, pienso en volver a buscar mi arma, está escondida desde que me la regalaron, pero en el estado que me encuentro no sería lo ideal. Pueden salir heridas, no soy un gran tirador por más que haya pasado todo un verano en el campo de tiro. No es lo mismo una figura de cartón que tu familia. Respiro profundo y me dirijo a la habitación matrimonial, la abro con un temple sigiloso y solo encuentro el televisor encendido. Siento una presencia detrás de mí, giro rápidamente y veo a Salvatore. Libero un largo suspiro, mis nervios son insostenibles, le muevo mis manos para que se aleje. Él solo mueve la cola de alegría al verme. Sé que no estoy preparado para mata a mi enemigo, sin embargo se metió con mi familia.

Si lo estás —dice Frykt entre las penumbras.

—No deseo tu presencia en este preciso momento —susurro.

No es algo que puedas manejar. —Se ve la llama de un cigarrillo.

—Entro de mi hogar no se puede fumar —me le acerco a retirarle el cigarrillo pero mi mano lo traspasa.

Acuérdate que soy una alucinación —ríe a carcajadas—. Ocúpate de tu familia y de cómo matar al Señor J, no de mis vicios. Queda solo una puerta y detrás de ella está la verdad. Ya sabes cuál es y es momento que la enfrentes.

—¡NO QUIERO ENFRENTAR NADA! —Le grito.

¡¡¡No seas cobarde!!! —Me arroja el humo en la cara.

—Tú no eres nadie, no representas nada. No quiero tu opinión, no quiero escucharte más. —Intento empujarlo, mi mano traspasa su cuerpo, doy dos pasos hacia adelante y casi caigo por las escaleras.

No eres nadie —se burla—. No puedo creer que haya salido de una mente tan temerosa, creo que el destino me creó para salvar tu maldita vida —apaga su cigarrillo en mi frente.

—Mejor busco a mi familia, es más importante que estar escuchándote. —Giro dirigiéndome a la última puerta.

Mis pulmones se expanden, la sangre recorre mis venas a máxima velocidad y mi corazón está a punto de salir disparado de mi pecho para estrellarse contra la pared. El silencio del pasillo enciende cada uno de mis sentidos, una gota de transpiración recorre todo mi rostro. Seco mis manos sudorosas cada dos pasos, las apoyo sobre la perilla de la puerta, es el momento de la verdad. No estoy preparado, pero tengo que enfrentar mi realidad, una que ni en mis peores pesadillas he experimentado. Giro y, de a poco, voy abriendo la puerta. En una esquina rechina la silla mecedora con Jess dormida junto a Emma en su falda. Suspiro aliviado, me vuelve el alma al cuerpo; sin quererlo las despierto. Jess me da una mirada inquisidora y Emma sonríe de alegría para luego correr a mis brazos. La levanto, le doy un gran beso en su frente. Todos los malos presagios no se cumplieron y saber que mi Emma esta con vida en lo único que me importa.

—¿Qué hacen aquí? —Bajo a Emma, ella va con Jess y yo apoyo mi mano en la pared, me cuesta respirar.

—Es nuestro hogar ¿o tengo que avisarte cuando venimos? —Su voz es calma pero no su mirada.

Oscuros pensamientos: El misterioso señor FryktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora