Capítulo N°16 : La muerte es un nuevo comienzo(III)

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El viaje intentó ser en silencio, por lo menos de mi parte, Frykt se reía o hablaba de cómo se quemó el cuerpo y lo excitante que es asesinar a una mujer tan bella como Cristina. Aunque subiera el volumen de la radio, o intentara callar su voz, era imposible, ingresaba de igual modo y retumbaba en toda mi mente. Al llegar desapareció, parece que los hospitales no son un lugar que lo divierte, bueno a mí tampoco. Ingreso, luego que la puerta corrediza me da el paso y me dirijo a la mesa de entrada. Allí se encuentra una mujer, de más de cincuenta años, de pelo enrulado y lentes cuadrado, su rostro serio hace darme cuenta que tengo que ser conciso y no discutir con ella.

—Soy un amigo de un paciente que ingresó hace un par de horas —digo tragando saliva—. Su nombre es Oliver Taylor.

—Un doctor vendrá a hablar con usted, espere sentado en la sala de espera —dice sin levantar la vista mientras escribe en su computadora vieja.

—Muchas gracias —respondo sonriente y me acomodo en el primer asiento.

Esta sala, como todas las de los hospitales, es de color sobrio y con asientos duros. Para mi suerte, solo hay un hombre mayor que tose sobre un pañuelo de tela, una enfermera le habla, lo ayuda a levantar y se va.

Se hace presente un hombre de ambo celeste, me mira con seriedad

—Señor, ¿usted es familiar del herido?

—Solo un amigo, doctor —respondo con angustia.

—Soy el Doctor Adams, soy cirujano y fui el encargado de salvarle la vida a su amigo. Ingresó con una herida de bala muy profunda en su hombro izquierdo. La bala no lastimó ninguna zona ni arteria importante. Perdió mucha sangre y hubo que realizarle dos transfusiones. Su estado es reservado.

—Doctor, dígame que se recuperara. —La culpa habla por mí, no debí dejarlo tan desprotegido. Debí advertirle que tal vez lo iría a buscar, que debía escapar.

—Es muy difícil saberlo, tenemos que esperar, y si usted es religioso algún rezo ayudaría en este momento. Si su evolución es favorable, despertará de un momento a otro. Las primeras cuarenta y ocho horas son cruciales.

—Muchas gracias Doctor —digo acongojado—, usted le salvó la vida y es lo más importante. Yo me comunicaré con su familia. —Nos saludamos y él se retira con tranquilidad con sus manos en los bolsillos.

A los padres los escucho atemorizados y en estados de shock, me llevó mucho trabajo poder explicarles un suceso donde no estuve presente y ocultar los verdaderos motivos por los que su hijo hoy está en el hospital. James y Sarah son personas muy sensibles, siempre pendientes de ayudar al prójimo. En este momento, se encuentran en otro país juntando provisiones para brindar ayuda a los desamparados de una guerra civil. Ellos estuvieron a minutos de perder a su único hijo, o mejor dicho, el único que se halla con vida. Paul, el hermano mayor de Oliver, murió trágicamente en un accidente automovilístico. Aun así, con ese suceso devastador para cualquier familia, salieron adelante. Ellos son los que se merecen un monumento, nadie más.

Finalizo la llamada con lágrimas en los ojos, me las seco cuando escucho unos pasos acercándose a mí. No deseo levantar la cabeza, no tengo fuerzas.

—¿Usted es Ethan O'Neill?

—Sí, soy yo. ¿Qué desea? —Levanto la mirada con dificultad.

—Soy el oficial Becher. El doctor Adams me informó que ingresó un amigo suyo con una herida de arma de fuego, el protocolo a seguir es que debo interrogarlo, si desea lo hacemos en otro momento. —De su bolsillo saca una libreta y una lapicera, afirmo con la cabeza—, si puede, cuénteme todo desde el comienzo.

Oscuros pensamientos: El misterioso señor FryktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora