Capítulo N°4 : El Infierno se encuentra en el corazón vacío (IV)

66 14 137
                                    

¿Mi culpa? No logro entender del todo lo que acaba de suceder. Una persona que se denomina Señor J me acaba de amenazar y, peor aún, acaba de decirme que voy a tener que hacerme cargo de algo que está por suceder. ¿A qué se refiere?... no... no puedo entender y, cuando no entiendo algo, me consume el nerviosismo.

Es una disputa por comprender las razones de este sujeto y las ganas del Señor Frykt por salir. Respiro tranquilamente, trato de mantener la calma. Tengo que pensar, debo analizar a qué se refiere la amenaza vía mail, ¿qué necesita de mí? Nada necesita, porque si así fuera me lo hubiese pedido y no lo hizo. ¿Entonces?; es solo una llamativa forma de inculparme con algún delito que él va a cometer o ya cometió.

Me levanto, me siento y lo vuelvo a leer. Me vuelvo a levantar, camino hasta el dispenser de agua, tomo dos tragos buscando entrar en razón. De golpe, de la nada, me invade una leve sensación de tranquilidad. Puede que sea una broma de muy mal gusto. Guardo el mail. Así tendré la prueba por si algo sucede y quedaré libre de culpa. Igualmente algo debo hacer, buscar el remitente es complicado. Puede ser una casilla falsa, el IP puede ser de algún cibercafé, seguramente sin cámaras y, si las tuviera, de todos modos, no podría investigarlo. Vuelvo a mi habitáculo y minimizo la ventana del correo, coloco la clave y me dirijo a la sala de descanso. Necesito olvidarme de lo sucedido.

Estas pálido, ¿te encuentras bien?pregunta Cristina mientras bebe un sorbo de su café.

Sí, nada de qué preocuparse, es solo el dolor de pierna que me está matando —bajo la cabeza.

Ethan, algo más grave te sucedió, ya hace tiempo que nos conocemos para que me veas a los ojos y me quieras mentir —hace una mueca de fastidio.

No es que te quiero mentir, es que no sé cómo decirte lo que me tiene preocupado.

No es muy difícil, solo tienes que contármelo su sonrisa hermosa ha vuelto y me pude olvidar un momento de mi malestar.

Mientras le cuento lo del mail, veo que su rostro se transforma en miedo. ¿Será que las personas no estamos preparadas para que nos amenacen? o ¿será que el miedo de cargar con errores ajenos nos mantiene a la deriva de la desesperación?

¡No puedo entender qué desea esta persona! exclama. La percibo inquieta y nerviosa.

A veces, las personas son desquiciadas. A veces, necesitan llamar la atención, necesitan sentirse especiales. Este individuo que se hace llamar señor J intenta entre esas frases imponerme miedo, mantenerme desesperado. Pero su grave error es no haber sido más específico y, lo peor, haberme dado una prueba para que luego presente en la policía.

¿Y si no es ese el objetivo de su mail?me mira, sus ojos brillan y me pierdo en ellos, en lo que quiero decir...

No entiendo —respondo luego de un par de segundos.

Sí, Ethan ¿y si él no quiere provocarte miedo o culparte directamente de sus acciones? baja la mirada.

Perdón Cristina, sigo sin entender apoyo las manos en la mesa.

Sí, digamos que él quiere cometer, por ejemplo, un asesinato y desea que te sientas culpable por no haberlo detenido en lugar de inculparte directamente del asesinato.

Mi silencio es extenso, las palabras no brotan de mi boca, yacen muertas en mi garganta. No sé qué contestar ¿Y si tiene razón?, ¿y si él me quiere culpar de un asesinato pero solamente para que ese hecho pese sobre mis hombros? No entiendo cómo lo haría...

El señor Frykt está tomando fuerzas y quiere ver muerta a Cristina sobre la mesa en un charco de sangre con una tijera clavada en su perfumado y hermoso cuello. No es momento para delirar sobre la muerte, debo enfocar mis energías en saber qué necesita para dejarme en paz.

Entiendo digo retornando a la realidad espero que solo sea un hecho fortuito, solo para generar algún tipo de inquietud y nada más.

Ni tú te crees lo que acabas de decir. ¿Para qué se va a tomar el trabajo de amenazarte para luego no hacer nada? nos entrelazamos las manos.

No lo sé... Solo busco una explicación racional a lo sucedido. —Me libero, me genera ansiedad su cariño—. Quiero pensar que...Suspiro que todo es una simple broma.

Bueno si así piensas es mejor, no quiero que te obsesiones con esto. Se ata el pelo, luego de hacerme una pequeña caricia en mi rostro—, porque no mejor me cuentas cómo va tu novela ¿Volviste a escribir?

No niego molesto estuve releyendo lo que pude escribir, pero no puedo inspirarme si tengo la cabeza ocupada en otros problemas... Lo que sí sé, es que deseo terminarla. Jack me lo pide sonrío.

Jack es un asesino muy parecido al que está azotando a esta pobre ciudad, son dos personajes que a través del dolor renacen.

Sí, pero uno es ficticio, es solo un personaje de literatura que busca ser salvado.

No creo que un asesino quiera ser salvado, es raro lo que dices revolea los ojos y bebe el último sorbo con una mueca de asco, debe estar frío.

¿Cómo qué no? Cuando un asesino se siente enfermo, o matar lo vuelve enfermo, busca ayuda. Pero nunca directamente sino con indicios. Como, por ejemplo, la pregunta que él siempre hace antes de matar. Pide ayuda a gritos siento ansiedad por escribir, que seguro se ve reflejado en el brillo de mis ojos.

afirma moviendo su cabeza sin embargo dudo que realmente él quiera ayuda... Yo creo que hace esa famosa pregunta para tener el poder, ese poder de quitar la vida. Y cuando responden, siente éxtasis al arrebatarles lo más preciado que tienen sus víctimas se cruza de brazos sonriendo como si hubiera ganado la discusión.

Nunca pensé que ella pudiera analizar así mi historia, me encanta dialogar con Cristina. Nunca dejará de sorprenderme. Agarro una cucharita de plástico, la coloco dentro de la taza de ella, resoplo y digo:

—No terminaríamos nunca esta discusión porque tenemos dos puntos de vista que, aunque sean diferentes, tienen algo en común. —Me levanto—. Creo que voy a retirarme, siento mucho dolor en la pierna —la saludo con un beso en su mejilla.

Oscuros pensamientos: El misterioso señor FryktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora