05

1.4K 257 85
                                    

Sus pulmones quemaban, sus costados dolían por respirar mal, sus pantorrillas calaban a cada paso y su cabeza comenzaba a doler. Mantener el ritmo le costaba trabajo, pero su mejora era en la actividad física era obvia, andando en su posición entre jadeos y una enorgullecedora ausencia de tropiezos que retrasaran su carrera.
Todo comenzó a dar vueltas a su alrededor, el calor huyó de su cuerpo en segundos y su vista se nubló en una densa bruma gris. Decidió disminuir su velocidad poco a poco hasta detenerse por completo para darse un respiro antes de terminar en el suelo e inconsciente, al igual que hace unos días. Vestía la sudadera del alfa, apreció de gran manera que él le ofreciera quedarsela al ver que toda su ropa era fibrosa, lo cual era necesario para ocultar su delgada figura, impropia de un beta.

— ¿Todo bien, Min? — se interesó el alfa azabache al verlo atrasarse, recibió una afirmación —. ¡Quiero las cinco! — ordenó desde la distancia.

Ahora le era pan comido hacer las lagartijas, era tan fácil que le parecía absurdo que en un inicio sus brazos temblaran y amenazaran con dejarlo caer de cara contra el césped. La primer semana fue un infierno pero ahora, a la mitad de la segunda, comenzaba a acostumbrarse a la exigencia, mas no lo hacía llevadero, seguía siendo el enclenque debilucho en comparación con el beta más débil.

Se reunieron frente a dos sogas suspendidas a varios metros de altura, en la parte superior cortaban un par de campanas. No era un misterio su siguiente tarea. Eso no detendría al alfa de explicarlo con su tono soberbio. Con los brazos cruzados y mirada burlona se posó erguido frente a todos para dar instrucciones, no era difícil averiguar el gusto que le daba ser el jefe y el mejor en todo.

— No será valorado como competencia, no me importa quién llegue primero — aclaró  —. Solo lleguen — la sonrisa se agrandó con socarronería —. Quién caiga o se rinda, dará una vuelta a la pista e intentarán de nuevo. Si lo logran pueden marcharse.

YoonGi se desplomó en el piso, calculando qué tanto dolería la caída. Se acostó para tomar un respiro del ajetreo al que él solo fue a tirarse de lleno. Jeon tuvo piedad de él y lo dejó hasta el último cuando la mayoría ya estaba en la cafetería desayunando, la convicción por superarse que lo embargó al segundo día lo hizo ganarse la parte más sincera y amable de JungKook.
Por supuesto que ninguna de las dos veces logró llegar ni siquiera a la mitad, sus manos estaban rojas por haberse resbalado.

— ¿Irás a desayunar? — preguntó el mayor al ver al pálido tirado en el césped, totalmente agotado.

— No iré a ningún lado a menos de que me arrastre — no sentía sus piernas, ambas entumidas por el dolor punzante y entumecedor de un músculo siendo trabajado —. Creo que nunca lo lograré — se giró boca abajo para usar sus brazos, los que de igual manera dolían, de almohada.

— Solo llevas diez días y has avanzado muy rápido. Solo ocupas un par de semanas más para que te acostumbres — recibió un gruñido y alzó las cejas, dió golpes leves con su pie en su costado — ¿Quién te crees para gruñirme?

El alfa lo analizó por unos segundos antes de sonreír. Aquel chico era un insolente, cuando los alfas no se atrevían ni a responderle, aquel enano lo miraba a los ojos con el reto tatuado en las pupilas y le chasqueaba la lengua con disgusto, pero nunca sonreía de ni una forma, . Tendió su diestra para ayudarlo a levantarse y que fuera de una vez a la cafetería.

— Eres demasiado pequeño — comentó luego de analizarlo, era como si sus brazos y piernas fueran fideos.

— ¿Quieres que hablemos de cosas pequeñas? — canturreó con una mueca por el esfuerzo. Jeon lo miró con amenaza cuando volvió a abrir la boca.

...

El labio de JiMin tembló en el instante en cuanto captó entrar a su amor platónico con aquel narigón que comenzaba a alterar sus nervios con su sola presencia.
Dolía como un infierno en su interior ver a YoonGi asentir hacia JungKook, y que el mayor quitara las hebras oscuras de su frente antes de marcharse.
Entonces la ira que inicialmente tomo control de su labio, cedió su lugar a la tristeza y la decepción, el temblequeo recibió la compañía de lágrimas decididas a caer.
Su olor se esparció y llamó la atención del "beta", haciendo que mirara el momento en que abandonaba el lugar con prisa, siendo seguido por HoSeok y TaeHyung.

Min se preguntaba qué haría que el alfa alegre soltara ese olor tan amargo representante de los sentimientos negativos.
Agarró un muffin de la bandeja para tomarlo como desayuno y fue a buscar al alfa cara de bebé, siendo la curiosidad el mayor incentivo.
No tuvo siquiera que esforzarse en su búsqueda cuando pasó por los dormitorios y escuchó la grave voz de uno de sus amigos.
Recargado en la pared, justo al lado de la entrada, se dispuso a espiar.

— JiMin, te estás lastimando — regañó TaeHyung —. Deberías olvidarlo y seguir adelante, odio ver la forma en que tus sentimientos son un sube y baja.

— Déjenme solo — aquel tono seco y fastidiado no podía pertenecer al castaño ¿o sí? —. Ustedes nunca se han enamorado, no pueden comprenderlo.

Quedó impactado cuando descubrió la causa, y el alfa tenía razón. No lo comprendía, porque nunca se enamoró y no tenía idea de qué era sufrir por amor.

— ¿Sabes lo estúpido que es que te hayas enamorado? — replicó Kim con un tono elevado.

— Santo cielo, sal de aquí — intervino HoSeok —. Es en serio, vete.

No le importó que el rubio se diera cuenta que estuvo espiando y a él tampoco pareció interesarle.

— Deberías confesar tus sentimientos antes de que salgas más herido o trata de olvidarlo, Minie — hubo un largo silencio y luego un suspiro —. No te tomes a mal a TaeHyung, solo está frustrado.

Más silencio y luego HoSeok salió serio, alzó una ceja y luego se acercó a su oído para pedirle en un susurró que entrara. Frunció el ceño por la petición, antes de expresar cualquier cosa se fue, dejándolo con la boca abierta.
Entró para toparse con el alfa acostado bocabajo en su cama, estaba demasiado quieto, no notaba el movimiento de su respiración.
Se acercó calmado y tomó asiento en el pequeño espacio en la orilla.

— Déjenme en paz — a pesar de él quiso sonar fuerte, la potencia se sofocó contra el colchón.

— Espero que no me estés hablando a mi, porque tú estás en mi cama — dijo tranquilo el mayor. Puso su diestra sobre su hombro, no tenía idea de qué decirle a alguien dolido, o qué decir en general —. No creo que valga la pena una persona que te haga sentir así — comentó con inseguridad.

— ¿Estuvo escuchando? — preguntó con la intención de molestarlo.

— Sí — contestó sin vergüenza — ¿Qué te hizo para que te pongas así? — tenía un genuino interés, sorprendiendose a sí mismo, si el alfa lo despertaba en sus pesadillas, él haría su mejor intento por consolarlo.

— Nada consientemente — farfulló, nervioso de estar hablando YoonGi con YoonGi, sin que él supiera eso —. Soy yo con celos, nada más.

— ¿Sabe que te gusta? — recibió la negativa y no pudo evitar reírse a carcajadas cruelmente —. Eres un idiota — esperó un insultó o un gruñido por burlarse de él, en cambio recibió una mirada triste, haciéndole saber que él era el idiota —. Lo siento. ¿Por qué no le has dicho?

— Porque no soy correspondido — simplificó en un murmullo.

— ¿Cómo lo sabes?

— Porque es cortante, grosero y evita estar conmigo — escupió con su labio inferior tembloroso —, en cambio, se comporta con una naturalidad con otra persona.

YoonGi se quedó mudo cuando JiMin se acomodó de lado, permitiéndole ver los surcos de lágrimas en sus mejillas. Nunca vio a un alfa llorar y que fuera por algo parecido a un corazón roto, lo hacía más increíble que la posibilidad de encontrar un ave fénix.

— Hay veces en que una persona se comporta distante porque gusta de tí, pero se pone nerviosa — pocas veces sentía a su lobo, esta era una de ellas, lo motivaba a hacer sentir mejor.

Inconscientemente hizo creer al menor que correspondía sus sentimientos, lo ilusionó y poco antes de que dijera algo, lo tiró al suelo desde la nube a la que lo subió.

— No creas que el que hable contigo fraternalmente nos hace amigos — mencionó —, no cambiará nada.

Con su lobo aullando de dolor, salió de la habitación sin decirle nada al pálido.
Sus amigos tenían razón. Tenía que olvidarlo.
Le dañaba aferrarse a su amor por él, era momento de dejarlo ir.





Nana~

Rough omega (JimSu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora