Capítulo 41: Reconciliación y tulipanes

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-¿Bueno? Hola cuñadita.- César contestaba la llamada de Gabriela.
-¡Cuñadita nada!.- le gritaba.
-Hola Gaby, ¿qué pasa?
-¿Cómo es eso eh? ¿Qué tienes en la cabeza César?
-No sé de qué me estás hablando.
-No te hagas? De verdad, cómo se te ocurre cortar así con mi hermana. De verás? Yo esperaba más de ti.
-Ah, yo sé que te pudo desconcertar la noticia de que ella y yo nos tomamos un tiempo. Pero no es permanente, en serio.
-¿Qué? De verdad te vas a hacer el desentendido? Por Dios César, cómo se te puede ocurrir terminar con mi hermana por mensaje. Por último, ni siquiera tuviste la decencia de llamar por celular. Esas cosas se dicen a la cara.
-¿Qué estás diciendo Gabriela? Yo...yo no he terminado con tú hermana. No sé de qué me estas hablando.- César estaba en alerta, quería entender qué sucedía.
-¿Cómo que no sabes? Victoria está pésimo por tú culpa. Está destrozada, mucho peor que antes.
-¿Qué? No sé de qué hablas. Yo no he hablado con ella desde que nos fuimos de Perú. Te estoy diciendo la verdad.
-...- Gabriela quedaba en silencio, impactada al no entender nada.
-Bueno? Gaby?
-Si...aquí estoy. Bueno si no fuiste tú quien mando el mensaje. Entonces quién fue?
-Nadie usa mi celular. Yo lo he traído conmigo en todo momento, excepto cuando me entré a duchar, que lo dejé en mi dormitorio...- César quedó en silencio.
La posibilidad de que Vivían o Carla lo hubieran hecho era muy alta. Eso pensó.
-¿César?
-Si...eh yo te voy a colgar para ver este asunto aquí en mi casa y te llamo en seguida, bueno?
-Ok como gustes. Yo estoy preocupada por mi hermana.
-Pues ahora yo también...Gaby?
-Si?
-Puedes decirle que la amo. Que jamás la voy a dejar...porque la amo con toda mi alma. Que nunca se le olvide. Puedes decírselo?
-...Esta bien César. Yo se lo diré. Espero tú llamada.
César colgaba la llamada. Realmente estaba preocupado porque sabía perfectamente que él no había enviado nada a Victoria. Desconcertado todavía, entró a su celular y fue directo a los mensajes de WhatsApp.
-Por qué me sale así Vicky?.- dijo en voz alta.
Vió que le salía como contacto bloqueado. Se sorprendió al ver que no tenía ni un mensaje en el chat. Enojado, salió de su habitación y a la primera que le habló fue a Carla.
-¡Carla!.- gritó más de una vez el nombre de su hija.
La chica salió de su habitación asustada.
-¿Qué pasó? ¿Por qué gritas?
-Porque alguien agarró mi celular.- levantaba su celular, mostrándolo.- Y estoy seguro que fuiste tú.- estaba respirando muy agitado solamente por lo furioso que estaba.
Ambos se encontraban en el pasillo.
-No sé de qué me estás hablando. Yo no lo tomé, no hice nada.- lo miraba extrañada.- Y qué pasó exactamente? Tal vez apretaste algo y no te diste cuenta.
-¡No! Yo no apreté nada. Aquí alguien entró a mi celular e hizo algo específico.
-Pero dime qué pasó? Yo no tomé tú celular, sin embargo, puedo ayudarte.
Tragaba en seco.- Alguien entró y borró todos los mensajes que tenía con Victoria, eso no es lo peor, también alguien la bloqueo.
Carla se quedó en silencio.
-Ya ves? Estás callada. Fuiste tú?.- abría los ojos.
-Te dije que no.
-¡Para de mentir hija, por Dios!
Llegaba al pasillo Vivían.
-Deja de gritarle a Carla.- Se acercaba a ambos.
-Mi papá me esta acusando muy feo. Yo no entré a su celular, lo juro.
César movía la cabeza.- Entonces quién?
-¡Yo! Yo fui la que entró a tú celular.- a la pobre mujer no le quedó más remedio que hablar.
-¿Qué?
-Lo que oíste. En esta ocasión Carla no tiene nada que ver. Fui yo quién bloqueó a Victoria.
-¿Estás loca?.- César gritaba.- ¡Mírate! Cómo se te ocurre hacer esta estupidez, ¡por favor! Cada vez caes más bajo.- se iba directo a su dormitorio pero se devolvió.- Mira, de verdad crees que así puedo vivir en esta casa? intentar hacer una vida de familia normal contigo? Por favor, estás loca.
-Era necesario. Tenias que bloquearla, sacarla de todas partes si en verdad querías formar una familia de verdad.- gritaba Vivían.
-¡Carajo! No. Estás más loca de lo que pensé. Esto no te lo voy a aguantar, ya no más...escúchenme muy bien las dos.- las apuntaba con el dedo.- Ahora iré a ver a la mujer que amo y ninguna de las dos se va a interponer. Me oyeron? Ya basta de meterse con ella. Si tienen un problema conmigo, pues arréglenlo conmigo. ¡Pero no la toquen nunca más! ¡Nunca más!.- furioso se iba.
Mientras se subía al coche llamaba a Gabriela.
-Hola, César?
-Acabó de saber quién fue.
-Pues quién?
-Fue...fue Vivían. Ella entró a mi celular.
-¿Qué? Esa mujer está realmente loca. Necesita ayuda. Ya no sigas en su juego, César.
-Si, tengo que ver ese asunto...pero por ahora necesito saber de tú hermana. Cómo está?
-Sinceramente?
-Si?
-Ha llorado gran parte del día. Ahora le expliqué que tú no fuiste, que seguramente fue tú hija o Vivían.
-Ok gracias Gaby.
-No te preocupes, si quieres ven a la casa de Vicky. Estamos las dos solas. No le voy a decir que piensas venir.
-Gracias, voy manejando para allá.
-Esta bien cuñadito.
-Todavía soy tú cuñadito?
-Pues si...- reía.- Discúlpame si? Te culpe a ti inmediatamente. Se me olvidó que tú no eres así.
-No, tranquila. Lo entiendo, saliste a defender a tú hermana. Eso habla bien de ti.
Victoria se encontraba recostada sobre el sofá. Gabriela, sentada a su lado le acariciaba la cabeza. De tanta pena, sin haber entendido nada de la supuesta decisión de César, se había quedado dormida.
El timbre de la casa sonó y Gaby fue a abrir la puerta.
-Pásale.- abría la puerta.
-Gracias.- entraba.- ¿Dónde está Vicky? Le dijiste que yo venía?
-La verdad no le dije nada. Ella está...-
Gabriela apuntaba hacia el sofá y en ese mismo momento Victoria se levantó de este, al oír la voz de César. Ambos se quedaron viendo unos breves segundos, hasta que los dos corrieron a su encuentro.
-¡César!.- gritó con una voz bastante quebrada.
-¡Mi vida!
Los dos se abrazaron, quedando Victoria con su cabeza en el amplio pecho de él.
-Tuve tanto miedo de perderte.- Victoria levantaba su rostro entre lágrimas para verlo.
César le limpiaba las lágrimas con ambas manos.
-No, no digas eso. La culpa fue mía, por tratar de protegerte te aleje.
-Nunca más hagamos esto. Si?
-No mi vida, nunca más nos vamos a alejar.- César le besaba la frente.
Gabriela se había quedado muy quieta al lado de la puerta. Como gran expectante de aquel reencuentro entre los dos enamorados. Lo único que hacía era sonreír, incluso le brotó una gran emoción.
-Te amo, te amo con todo mi corazón. No puedo imaginar ni un solo día sin ti, sin haberte conocido. Mi vida no tendría sentido alguno. Tú, tú llenas mi vida de emoción, de pasión, de amor.- César le tenia sujetado su rostro.- No me interesa nada, solo quiero amarte.
-Es tan aliviador escuchar estas palabras. Me estaba muriendo por dentro. Yo ya no puedo acostumbrarme a estar sin ti...
-Disculpen que los interrumpa.- Gaby hablaba.- Estoy muy feliz de que ambos estén hablando frente a frente. No quiero molestarlos más así que me voy a mi casa para que puedan arreglar sus asuntos.- se iba.
Victoria y César le sonrieron.
-Mírame, estoy con toda la cara hinchada del llanto.- Victoria lo miraba.
-No te preocupes de eso. Yo también estoy destrozado.- le arreglaba el cabello.
-Por un segundo intuí que pudo ser Vivían la del mensaje...- César la interrumpía.
-Ya, shh. No arruinemos este momento hablando de ella por favor. Solo quiero que hablemos.
-Esta bien...
-Pero antes...- César le sonreía.
-Qué?
César le daba un beso lleno de pasión, a lo que ella respondió inmediatamente.
-Te extraño tanto, pero tanto.- le dijo César.
Se besaban mientras subían hacia la habitación de ella.
-Cuidado, pisa bien.- le decía Victoria entre besos.
Una vez se encontraron en el dormitorio, delicadamente César le besó el cuello, los hombros y el pecho, al mismo tiempo la desvestía.
-Extrañaba tanto sentir tus labios tibios sobre mi piel.- decía ella.
-Y yo extrañaba explorarte.- seguía bajando por sus pechos, con sus besos.
Ella le desabrochó la camisa que traía él. Cuando ambos estaban desnudos Victoria quiso subirse sobre él.
-No, por favor déjame a mi amarte primero.
Ella le sonrió y con mucho gusto se lanzó hacia un costado, así César se posó entre sus piernas llenándola de caricias e inspeccionándola con sus dos dedos.
-Gimm...
-Sigo?
-...No te detengas...- apenas podía hablar.
César sonrió.- Ya extrañaba tenerte así, escucharte gemir. Respondiendo a mis caricias.
Victoria cerraba los ojos, sintiendo cada segundo de placer.
Ella con ambas manos acercó la cabeza de César hacia ella para darle muchos besos.
-Yo pensé que querías que siguiera?.- la quedó mirando.
-Prefiero tenerte así, ver tus ojos verdes frente a los míos mientras entras en mí.
Y así lo hizo. De inmediato entró en ella fuertemente, haciéndola gemir.
César no paro de besarle su cuello y la boca, como también no dejaba de decirle que la amaba al oído. Haciendo que Victoria estallará en un rotundo orgasmo.
-Estuviste sensacional.- Victoria tenía su cabeza sobre el pecho de él.
-Me encara hacerte sentir bien y saberlo.- la miraba.- Pues te lo debía. Y todavía te debo más de lo que imaginas...
-¿Qué cosas dices? No me debes nada más que morir a mi lado, y vivir lo que te queda de vida conmigo.- reía.
-Algo poco no?.- los dos rieron a carcajadas.
Ella se subió sobre él.
-Ah quieres más?.- César le dijo.
-Si. Contigo me es muy difícil no querer más hasta morir.
-Vaya...- se hacia el sorprendido.- Para a mi será un gran sacrificio hacerlo.
-Pero claro...- soltó una carcajada y queriendo provocarlo comenzó a moverse circularmente sobre su pelvis.
-Usted me está provocando señora Victoria...- dejó caer sus dos manos gigantes sobre sus caderas.
Cuando el orgasmo de ambos llegó dieron por terminada la tarde de amor. Aunque también tenían otras formas de demostrarse amor.
-Ya son las 8:00 de la noche mi amor. Te vas a ir verdad?.- Victoria andaba con la camisa de él.
-...No me quiero ir la verdad. Ni ganas tengo.
Los dos tomaron asiento en el sofá. Ella poso sus dos piernas estiradas sobre los muslos de César.
-Ni yo quiero que te vayas.- él le acariciaba las piernas.
-Sabes? Esta noche no tengo ganas ni ánimo de irme. Estoy tan bien aquí, contigo. No necesito nada más.
-¿A pesar de que no sea tú hogar?.- Victoria bajaba la mirada.
-No mi vida. Te equivocas, tú eres mi hogar. Donde estés tú, es mi hogar.
Victoria le sonrió.- Puedes un día dejar de ser así? Tan perfecto.- Ella le daba besos por su mejilla.- Quieres un café? Tengo una cafetera nueva.
-Bueno. Hazme un café.- movía sus cejas pícaramente. Y ella rió.
-Sucio, cochino.- se levantó y lo tiró del brazo para que saliera del sofá.
En la cocina la observaba cómo preparaba el café.
-Y ahora qué?.- la observaba detenidamente.
-Ahora señor, le echamos azúcar.
César la agarraba de las mejillas, llenándola de besos.
-¡César! ¡mi amor!.- gritaba.- Suéltame.
-Te ves tan tierna...sobre todo con mi camisa. Que ganas de comerte entera.
-¡Pero si ya lo haces!
Los dos estallaron en risa.
-Pero no de esa forma, sucia.
Esa noche César se quedó allí, con ella. Donde sentía que debía estar y donde quería quedarse para el resto de su vida.
Por otro lado, Vivían estaba muy molesta en casa, pero no más que Carla.
-¿Viste lo que hiciste?
-Ay ya. No me lo reproches más por favor. Si tú papá de verdad quería alejarse de ella tenía que hacerlo bien. No solo de palabra.
-Si, está bien mamá. Pero no era el momento para hacer eso. Debiste haberlo hecho mucho tiempo después. Ya ves? No funciono, apresuraste todo. Ahora mi papá corrió donde ella.
-¿Ya me estoy cabreando de todo esto si?
-¿Qué dices?
-Lo que oíste hija. Estoy haciendo mi esfuerzo pero esto es inútil. Tú papá no pierda la oportunidad para correr detrás de ella.
-¿Te vas a rendir?
-¿Y qué más quieres?
-Yo...yo sé que hace un poco tiempo atrás quise dejar de ayudarte. Pero tú no me dejaste, tú me convenciste. Ahora soy yo la que te lo pide. Quiero tener una familia normal...quiero a mi papá en casa.
-Lo sé...pero las cosas están así. Ya no sé qué más va a suceder.

Tan enamorados (historia terminada)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora