La tarde estaba acabando y el cielo comenzaba a oscurecer de a poco. Todos se habían ido a sus habitaciones para arreglarse y una vez listos poder cenar. Luego esperarían el año nuevo juntos. Sí, juntos. Faltaba todavía un par de horas, sin embargo no tenían consciencia de ello.
Vickyta revisaba los mensajes de su celular, desde su habitación. Era Erick, quién le avisaba que ya se encontraba en un hotel en Cuba.
-¿Erick ya está en algún hotel?.- le preguntó Anuar a Vickyta.
-Sí. Me dice que se encuentra en la recepción...al parecer tiene un problema ya que viajo solo y lo ven sin padres.
-Mmm ya veo.- Anuar se dirigía al baño de la habitación.- Mejor arréglate. Pronto nos escribe mamá pidiendo que vayamos al restaurante.
-Bueno, está bien.- se quedó unos minutos esperando que Erick le escribiera diciendo en dónde se encontraba. A los pocos minutos se aburrió de esperar y lanzó el celular a la cama.César se iba a dar una ducha, pero antes decidió buscar dentro de la maleta una ropa adecuada para usar esa noche.
-No sé qué ropa elegir.- dijo César en voz alta, mientras indagaba con sus dos manos dentro de la maleta que estaba sobre la cama.
Victoria se encontraba sentada en una pequeña silla que estaba dentro de la habitación. Allí, mirándolo detenidamente.-...Yo te ayudo mi amor. A ver, ¿qué ropa trajiste?.- se levantó y fue hasta su lado.
-Estás camisas...estos jeans.- César se los mostraba.
-¿Trajiste alguna camisa blanca?.- Victoria lo miraba.
-Sí...déjame buscar.- sacaba la camisa que se encontraba al fondo de la maleta.- Aquí está.
-Ok. Esta camisa con...estos jeans.- Victoria dejaba la camisa blanca sobre la cama, junto con el jeans.
-Mmm...Me parece.- César la miraba.- Gracias.- le daba un pequeño beso.
-Te vas a ver muy guapo eh.
-Gracias a tu asesoría.- sonreía.- Bueno, me voy a duchar. ¿Luego te duchas tú?
-Podríamos ducharnos juntos...- le dijo Victoria levantando una ceja.
-¿Podríamos? Señora...ahora tenemos que ir a cenar.
-Yo solo le estoy ofreciendo una ducha señor Évora...nada más.
César reía.- Está bien, no me mal intérprete.
-¿Nos duchamos entonces?.- le pregunta Victoria.
-Esta bien, acepto su invitación.- sonreía al mismo tiempo agarraba su toalla.César caminaba hacia el baño y Victoria iba detrás de él, no aguanto las ganas de darle una nalgada y así lo hizo.
-¡Victoria!.- César gritó y se volteó a verla.
-¿Mmm? Vicky chula preciosa, mi amor.- Victoria sonrió, al igual que una niña chiquita.
-Estás loca mujer.
-Loca por ti querrás decir...
-¡Ven!.- Él la agarró de la mano hasta entrar al baño.
-¡Ay no! ¡César!.- Victoria gritaba mientras reía a carcajadas.- ¡Suéltame!
Él quería cobrarle todas sus bromas y en ese preciso momento encontró su oportunidad y no la desaprovechó. Se le ocurrió meter a Victoria con ropa a la ducha. Y así lo hizo.
-¡César estás loco!.- Victoria reía.
-No más que tú mi vida.- él también reía.
-Mira mi ropa...-lo miraba molesta mientras él seguía sosteniéndola para que no arrancara.
-Ya te tocaba. Esta va por todas las bromas que me has hecho.
-¡Ay ya! ¡Párale!
-Aaah.- César seguía riendo.- Que divertido es esto ¿no?.
-Divertido, ni nada. Mmm...vente conmigo.- lo agarraba del brazo. Acercándolo hacia dentro de la ducha.
-¡No!- reía.- No Vicky.- se ponía tieso para que ella no pudiera moverlo.
-Vamos, ven.
-No.
-¡Órale! Si, vamos.- lo agarraba de ambos brazos. Traba de hacer fuerza para acercarlo hacia ella, pero era casi imposible. Al ver que no le estaba funcionando, no se le ocurrió más remedio que empinarse rápidamente y sacar la regadera para lanzarle agua.
-¡No! ¡Victoria!.- César gritaba tapándose la cara.
-Vas a pagar César Évora.- reía fuertemente mientras seguía mojándolo.
-Vic...Victoria.- le llegaba agua en toda la cara.
-¡Mira no te funcionó eh!.- Victoria le gritaba.
Pasaron unos breves segundos para que César mirará el piso del baño y se diera cuenta que estaba todo mojado. Acto seguido miró a Victoria.
-¡Victoria! Mira, por Dios.- Bajaba la mirada y con ambas manos hacía referencia al piso.
-¡Oh! Dios de mi vida.- se tapaba la boca con una mano, mientras que con la otra seguía sosteniendo la regadera.
-Chingada...como dos niños chiquitos jugando con agua.- dijo César.
-Pero fue tú culpa...tú empezaste primero.- Victoria se volteaba, casi tiesa por la cantidad de agua que tenía sobre su ropa, para cortar el agua de la regadera y devolverla a la ducha.
-¿Y ahora qué?.- le preguntó Victoria.
-...Mira nada más, lo que me haces hacer.
-¿Yo?
-Sí...tú.- César se acercaba hacia ella.- Que me transformas...sacas mi lado más infantil.- la tomaba del rostro con ambas manos.- Gracias mi vida.- se quedó detenido mirándola fijamente.
-¿Gracias?
-Sin ti estaría en la agonía absoluta...te amo tanto, pero tanto.
Victoria sonrió.- Y yo a ti.
César la beso profundamente e inmediatamente la presionó contra una de las paredes del baño.
-Yo...creo que tenemos...que bañarnos.- Dijo Victoria entre besos.
-Mejor hacemos las dos...-le respondió él sin dejar de besarla ningún segundo.
Juntos entraron a la ducha, entre besos y mordidas. Como pudieron se desvistieron, el uno al otro. Para la situación en sí, estaban lo suficientemente excitados.
Victoria no dejaba de acariciar la amplia espalda de César, mientras gemía sin parar. Al mismo tiempo el agua de la regadera le recorría sobre el cabello hacia abajo. Trataba de sostenerse, en la esquina de la ducha, entre medio de ambas paredes. César seguía empujándola, hasta llenarla por completo; fue ahí que Victoria liberó el orgasmo. Una vez esto sucedió, él la dejó caer lentamente por sus caderas y se abrazó a ella como pudo, mientras el agua los empapaba a los dos.
-Aah Dios...creo que los dos lo necesitábamos.-Victoria lo miraba a los ojos.
-Ajá...totalmente eh.- le sonría mientras miraba la profundidad de sus ojos.- Gracias por estar aquí.- le besaba la frente.
-¿Por qué?
-Porque sí, soy feliz contigo. Sobretodo aquí, en mi país. Y no me canso de decírtelo mi vida.
-Mmm...que lindo eres.- Victoria se abrazaba del cuello de César y le daba un beso.
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Tan enamorados (historia terminada)✔️
Roman d'amourSiempre han estado hechos el uno para el otro, a pesar del tiempo siguen unidos por el mismo amor, ese que los une con un hilo rojo. El hilo se puede estirar, contraer, flaquear pero jamás romperse. Tan enamorados como antes, como siempre. Solo el...