XXV

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Leah Fleming

Estar en una misma habitación que él no me diga nada me estaba matando de cierta forma.

-¿Que nos pasó?- fue lo primero que salió de su boca

Sin pensarlo bufé mientras negaba

-¿Es enserio?- lo mire con ganas de tirarle el jarrón que había en una esquina

No podía matarlo porque todo el mundo sabría que había sido yo.

-Paso el divorcio que tanto deseabas- mantuve mi mirada en él

Me miró sorprendido de mis palabras.

-¿Porque tenía que ser él? - sus palabras cargaban odio

- ¿A quien te refieres? - alcé mi ceja retandolo

Claro que sabía que se refería a Ethan, pero lo quería escuchar de su boca.

-¿ Por qué fue Ethan? - su mandíbula se tenso al pronunciar su nombre y de cierta forma me gustaba

Me coloque de pie y camine hasta donde él estaba para doblarme a la altura de su odio.

-Por que asi pasaron las cosas, ademas quien deja a su esposa en un club sola- volví a pararme derecha antes de salir

Si seguía ahí con él las cosas no terminarían bien hipotéticamente.

Lo más seguro es que terminaría besándolo y haciendo cosas no pertinentes para el lugar en donde estamos.

Camine directo a mi área de trabajo.

Si todo salía bien hoy sería mi último día de trabajo acá.

-Señorita Flemming- me saludó uno de los ingenieros de la tecnología de la empresa

Mi mente es como la de los peces que dura tres segundo en relación con los nombres.

Así que mejor no metamos la pata.

-Saludos- sonreí para ir a la mesa llena de ordenadores.

Tomé una y fui directo al auto, claramente luego de quitarme mis tacones.

-Creo que casi tenemos lo que construyó- informó el ingeniero sentándose en el pasajero

-Si- no lo mire ya que estaba envuelta en un microchip que debía insertar en una parte de las cubiertas del auto, para que informe cuando se sobre caliente a los ordenadores que tienen las personas que trabajan con Ethan.

El rápidamente continuó con su trabajo mientras yo literalmente me olvidaba de todo y solo me preocupaba del auto.

Me movía entre el auto y una mesa con diferentes utensilios hasta que logré mi objetivo.

-Perfecto- sonreí como el microchip informaba el estatus del auto.

Pase unas horas más haciendo diferentes cómputos con el sistema que ya había instalado.

Aplaudí con satisfacción cuando ya todo estaba tal como deseaba finalmente.

-Buen trabajo- comente colocándome mis tacones

Era tiempo de marcharme de la empresa

-El dueño pidió que suba a buscar su paga- me miro un poco preocupado

-Dígale que se quede con él como compensación por la mentira del matrimonio- espete sin pensarlo

-No es necesario que me pagues nada creo que los dos aceptamos esa mentira- su tono me había sorprendido

Maldito error, Hermoso errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora