Se enfrentó a mí con una espada larga, alzándose con valentía y descargando un golpe con fuerza. Se escuchó un sonoro ruido de rotura. Su arma se había partido en dos y estaba en el suelo.
Cayó de rodillas y la sujetó como si fuera su hijo.
—Es solo un palillo —dije con un poco de burla, ella me miró con cara de odio—.
—¿Qué demonios eres?
—Una dragona —respondí y su cara pareció aún más cabreada, ya que yo iba camuflada bajo el aspecto de una humana—.
Y es que la guerrera armada hasta los dientes se había presentado en la cueva que considero mi casa para ser una heroína. Los humanos eran muy tontos y más con los años que pasaban desde que encontré el primero, así que quería jugar un poco con ella.
Me disfracé de la princesa en apuros y en un principio le había engañado pero se me fue la garra en una de nuestras conversaciones.
Entonces me atacó de repente. Lastima para ella que aunque mi cuerpo era ahora el de un endeble humano poseía una capa de mi yo real. El sonido de la espada rebotó por la cueva, al igual que el eco de sus lloros.
—¿Tan importante era para ti ese palo? —intenté que no sonará mal, pero la guerrera no me respondió, abrazaba ese ridículo instrumento como si se tratase de la cosa más importante del planeta. Al final, después de un rato para mí inaguantable, dejó escapar una respuesta—.
—Era lo único que me hacía ser quien soy.
No pude evitar reírme bajo la apariencia que llevaba, su ira aumentó aún más de lo que estaba, tanto era así que su magia creaba pequeñas ráfagas de vapor que literalmente caldeaban el ambiente, así que me expliqué.
—No pretendía ofenderte humana
—Suna —me interrumpió—.
—No pretendía ofenderte Suna —volví a repetir y continúe dejando un poco de espacio por si me iba a interrumpir de nuevo—, pero no debes anclar tu vida a un cacharro inútil, suena ilógico que tú "enemigo" –hice con las manos el gesto de las comillas para remarcar—. Te lo diga pero...
—No creo que seas mi enemiga —volvió a interrumpirme, a lo que esta vez fui yo la que le lanzó una mirada, aunque la mía era de impaciencia—. No me has matado y comido todavía.
—No como humanos, no dais ni para un desayuno de dieta.
—Me ofende decir que miente, los pueblerinos de la aldea más cercana me han dicho que un dragón los atemoriza cuando le viene en gana y que se come a la gente del lugar.
—Turismo.
La guerrera se quedó con la boca abierta, si, de eso se trataba, me aburría de ese pueblo que estaba a tomar por fuego. Se llamaba Decimuctavo Pino y estaba rodeado de paredes rocosas que se elevaban a más de 50 metros. Y no, no había mucho que decir de lo que se encontraba arriba.
—No le creo.
—Pues tú misma, no he comido ningún humano en años y de hecho —le eche un vistazo a la espada—. Lo sabía, se la compraste a Rique el tabernero ¿Verdad?
—No me digas que es falsa —se acercó sin miedo y me miró directamente a los ojos—, no la compré, ella se encendió conmigo, estaba destinada a mi y...
Mientras hablaba había ido rápidamente a la pila de objetos de detrás suya. No es que los dragones tuviéramos un tesoro en plan montón de objetos tirados, únicamente era que yo era un desastre. Le lance una espada idéntica delante y ella se quedó en silencio.
—Aquí tienes.
Suna agarró la espada y está emitió un breve pero intenso brillo.
—Vale te creo —dejo caer la espada ante mí—.
—Perfecto, ya puedes marcharte.
Pero ella no se movía, ni aunque le empujase.
—¿No puedo quedarme contigo?
Tras estar un buen rato pensándolo y dar vueltas por el lugar, cedí.
Estaba aburrida y ella acabaría con mi aburrimiento.
07
ESTÁS LEYENDO
Relatos ahogados en frascos de tinta II
Truyện NgắnRecopilación de relatos inspirados en las palabras del Inktober 2020 Atrévete a explora desde un problema para subsistir en un submarino, como radios de seres mágicos donde nunca te creerías, aventurarte en relatos de dragones que no son tan malos...