30º Día - Ominoso / Mal Agüero

2 0 0
                                    

—¿Willhem estás seguro de ello? —preguntó Paúl con miedo en su voz, estaba claro que se creía todas las tonterías de esa época. Y es que justo hoy 13 de diciembre nos habíamos pasado por el mercado medieval. Y ahora estaba el puesto más variopinto de todos. Adivinación.
»Todos los que entraban allí habían dicho que les contaba desgracias y casi siempre eran ciertas, o eso se creían ellos, meras historietas. Rumores de gente ignorante. Patrañas que un servidor no se tragaba, de ahí que quería ponerle a prueba. Y estaba a punto de entrar.

Por fuera era una tienda de campaña, de alto techo y cuadrada, su techo formaba un extraño tejado en forma de cúpula, la cual rodeaba un dragón alado morado hecho de fieltro. Otro elemento, que ademas de estar fuera de lugar me hacía reírme por dentro. ¿Dragones con la edad media? Era un topicazo. Sonreí al entrar y me senté en una silla que estaba frente a una mesa con la ridícula bola de cristal.

No había nadie, lo que hacía que me riese por lo bajo, un timo de adivinación y además no había...

Metí un grito, como si magia se tratase, estaba delante de mí. También sentada.

—Hola Willhem.

Vacilé al escuchar mi nombre, no lo había adivinado, seguramente lo había oído antes de que entrase cuando los tontos de mis compañeros lo exclamaron a voces.

—Hola Aya —le respondí como si fuéramos amigos de toda la vida, no hizo ni el ademán de una sonrisa, además de ser la típica falsa vidente, parecía ser un muermo de personaje—.

—Así que has venido a demostrar que soy una farsante —dijo mientras juntaba las manos en horizontal apoyando su barbilla en ellas, le daba un aire misterioso y hacía que me fijase más en su rasgos faciales, nariz de una forma bastante común y ojos.. debería de tratarse de algún tipo de lentilla, no parecían para nada humanos. Colgaba en su pelo un lazo, cuya decoración era extravagante pues parecía un ojo adornado con dos lacitos.

—¿Y crees que te voy a creer repitiendo mi conversación con mis amigos? —pregunté, estaba claro, era todo mentira, el truco de aparecer, se lo compró, me ha sorprendido. Pero, no había nada de lo que hubiese dicho que yo no dijese en voz alta cerca suya. Sonreí con satisfacción, ya iba ganando el duelo.

—12 de septiembre, un día malo, por lo que parece, padres Valten y Maximillium ¿Me equivocó?

—¿Como? —mi sonrisa se había torcido, mis ojos le miraban incrédulos, nunca hablaba de mis padres, nadie sabía ni siquiera sus nombres, no podía ganar, forcé esa sonrisa que había puesto antes, con confianza, disimular el miedo.

—Soy Vidente Willhem, es por eso por lo que has venido, aparte de intentar negar lo evidente, quieres saber tu futuro. ¿Verdad?

Me quedé callado, ahora me podía la curiosidad, pero algo dentro de mi quería luchar, no podía salirse con la suya.

—Me niego, no eres real, tienes algún tipo de truco, lo sé, en la policía quizás.

Ella negó con la cabeza y susurró algo que me hizo poner las manos en la cabeza sujetándola, tambalearme y casi echarme a llorar. El mal augurio que sentía en el lugar era real y ella sí que podía ver todo. Sin duda tenía que respetarle.

Así que esperé a que continuase con su diálogo, ya no podía ignorar sus poderes, si podía advertirme de algo mejor.

Se puso a mirarme fijamente y movió sus manos haciendo un círculo sobre la bola en el centro de la mesa, sus uñas pintadas de violeta lo hacían aún más mágico.

—El destino quería que vinieses aquí joven Willhem —sus ojos en blanco dejaban totalmente claro que se encontraba en trance y su voz más seria que antes me hacía estar pendiente a sus palabras, la habitación se sentía fría y el sonido ambiental de fuera había sido reducido a un silencio que ni los grillos se atrevían romperlo—. Dentro de un tiempo tendrás que tomar una importante decisión y eso marcará el principio de una era diferente.

—¿Nada más? —pregunte con miedo—.

—Si, puedo ver algo más, un color, el matiz que te guiará por lo bueno aunque sea contradictorio a tu vida cotidiana.

—Discúlpame por lo que voy a decir, pero es absurdo, si no escojo a los que más quiero, ¿Mi mundo se terminará? —pregunté atónito—. ¿No debería ser al revés?

—Lo descubrirás a su debido tiempo.

—Pero..

Y en un parpadeo, ella no estaba, el lugar donde había estado parecía apagado e incluso muerto de hace semanas, volví a mi casa pensando que todo había sido una extraña pesadilla.

Pasa un tiempo, meses o años, no sé exactamente cuanto, es mi primer día en mi nuevo instituto. Dejo las cosas en un perchero al entrar, miro en la clase para conocer a mis compañeros de todo el año, me fijo en ella, de piel morena, ojos amarillos y su pelo largo liso, precioso... verde.

32


Relatos ahogados en frascos de tinta IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora