10º Día - Esperanza

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Las dos miraron el orbe.

—Todavía hay esperanza.

—¿Dónde?

Eran idénticas.

—Lo he intentando y otra vez sin resultados. No puedo cambiar el mundo.

—No tienes porque hacerlo.

Le mira bastante cabreada.

—No lo entiendes, simplemente eres una paradoja mía, aquí esperando a que me pudra y viajar a un momento donde tú seas yo y te veas a ti misma diciéndote que lo podrás cambiar.

»De hecho recuerdo como te dije justo esto y ciega seguías intentando como una tonta, salvarlos a todos, no creo que eso se pueda... son como flores brillantes y preciosas que ahora se marchitan... pero vuelven a nacer en mis viajes y yo cada día siento que de alguna forma tendría que haberlos salvado aunque sea por la divinidad...

—Dijiste que todavía había esperanza..

—Si, pues como tú eres yo, sabes que no te vas a rendir. Esa cabezonería la hemos sacado del bisabuelo Enki.

—Murió antes de que le conociera.

—Le conocerás.

—¿Puedo preguntarte una cosa?

—Si... Adelante

—Pueden ser dos..

—Las que quieras guapa

Su yo del pasado se sonroja.

—¿Cuántas veces ha muerto? ¿Avanzaste algo con el final que buscamos?

Su yo del futuro se quedó pensando.

—Diría que alrededor de 20 veces he muerto... Casi siempre en el último punto. Recuerdas que te dije que todavía hay esperanza, pues si, con cada muerte me acerqué más al futuro deseado.

—¿Hicimos bien con el viaje temporal de la abuela?

—Era muy importante. Y por lo que se ve era cosa del destino.

—El destino... Una última pregunta

—¿Si?

—¿Encuentro a alguien a quien amar?

Esa pregunta, la recordaba haber formulado. En el pasado, siendo ella la misma que le preguntaba ahora, no recordaba que le dijo su yo futura, tampoco es que hubiese repetido las respuestas que había escuchado, simplemente dijo lo que venía en mente.

—Si... Y habrá alguien.

Su yo del pasado sonrió antes de desaparecer con un brillo blanco.

Observando a las otras dos, había una tercera espectadora. Con una oreja dañada, cicatrices y una capa que le cubría por completo, reía.

Reía de lo ciegas que estaban por el futuro que jamás imaginarían.

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Relatos ahogados en frascos de tinta IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora