15º Día - Puesto de Avanzada

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—¡Te toca fregar! —se burló Massy mientras bajaba por la escalera del puesto de Avanzada—.

No era muy lógico pero era allí es donde mediante un sistema con mangueras estaba el agua para limpiar la cena. Me alegraba que comiéramos allí arriba para no subir y bajar la utilería por la dichosa escalera.

Y es que hacia una de esas noche heladas que al enjuagar los utensilios te helabas la mano. Había una ligera brisa, la construcción se balanceaba ligeramente, pero sin ningún peligro de desmoronarse.

Así que subí sin contratiempos y observé como la luz que tenía mi compañero desaparecía desde lo alto.

Imaginaba que se había metido en su tienda, al fin de cuentas era lo más lógico, protegido del frío y de los animales que podían pulular por ahí, de esa última afirmación me reía, una tela sería incapaz de protegerte de un Uis*. Por eso a pesar de helarme las manos hasta ser témpanos de hielo, no podía no dejar de sonreír.

Tocarte la fregaza no era solo eso, era el poder tener la oportunidad de dormir en un sitio alto y seguro. Donde sabías que nadie atacaría y que estaba equipado para combatir el frío mientras dormías. Hacía tiempo que no me tocaba tener esa oportunidad. Así que cuando terminé fui a buscar el saco de dormir. Pero para mí horror no estaba. Así como la estufa portátil o la almohada ergonómica.

Decidí ver si alguno seguí despierto pero la escalera tampoco estaba.

Y eso me hizo que me diera un gran escalofrío. Era pesada y moverla un poco hacia un ruido que despertaría un sordo. Era imposible que el sonido del grifo hubiese tapado el sonido del movimiento. Tenía que seguir allí y debido a la escasa luz que había no la estaba viendo.

Pero eso era una completa estupidez, lo cierto es que aquella base de madera estaba bastante iluminada y aunque algunos sitios no estuvieran muy iluminados, no es que realmente escaseara la luz. Así que si, la escalera había desaparecido. Y me tocaba esperar hasta que se hiciera de día.

Estaba seguro aquí y eso es lo que importaba, si me colocaba acurrucado debajo del fregador podía resguardarme del viento que ahora parecía de una ventisca. Me metí como pude pero no encajaba bien, así que a ciegas intenté hacerme hueco con una mano pues estaba seguro que en aquella zona había habido hasta la jefa de la avanzadilla.

Y entonces note algo extraño bajo el fregadero, viscoso, caliente. Tenía forma de...cabeza.

Salí disparado y me giré, pero... Sólo estaba el hueco. Nada más. Grande y parecía cómodo. Aunque me tentaba decidí no acercarme más por ahí.

Continuando el suelo había la mesa donde comíamos, era larga, la tumbé y con unas cuantas sillas de madera me hice un pequeño fuerte.

Me sentía a salvo. Tan a salvo que creía tener a gente cerca. Hasta escuché si se podía sentar a mi lado, y accedí por costumbre. Claramente me di cuenta al momento. Una sombra a mi lado me sonreía.

Grité de miedo y agarrándome a los palos que sostenían el puesto con dificultad y precisión, conseguí bajar hasta el suelo. Aunque fuese un pensamiento tonto, corrí a mi tienda de campaña queriendo tener el contacto de alguien aunque estuviera dormido. Y lo estaba.

Entré a la tienda Massy estaba totalmente dormido. Tanto era así que... No respiraba. No podía ser real. Gire su cuerpo y horror.. no tenía cabeza. Entonces la cremallera de la tienda empezó a abrirse...


* Uis, un tipo de oso monstruoso, inventado para esta historia.

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Relatos ahogados en frascos de tinta IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora