12º Día - Resbaladizo

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Era la primera vez que lo veía, como una danza en el cielo, volutas de hielo caían sobre el paisaje. Papá me había dicho que se llamaba nieve. Y estaba completamente fascinada. Tenía mi forma humana en ese momento, aunque todavía era pequeña sabía controlar la metamorfosis.

—Vamos —gruñó mi padre, no estaba disfrazado, lo que hacía ver su hermoso pelaje marrón cobrizo y como sabíamos que nadie le iba a dar caza, era un lobo esplendoroso—.

Recuerdo que, cuando le intenté explicar a un conocido como iba lo de nuestros cambios, nos comparó con esas leyendas que hablaban de licántropos, en parte tenía razón, éramos algo parecido a esos seres. Y éramos escasos, tal era así que no recuerdo cómo era mi madre. Nos abandonó para seguir teniendo descendencia.

Recuerdo que en la época de la nieve, no pensaba en ella, no era capaz de asimilar su abandonó y fue con el paso de tiempo que, sobre todo en mi etapa adolescente le dijese de todo. Llegue a odiarla, demasiado. Pero en lugar de irme por las lunas, hablemos de aquel día blanco.

Frío y siguiendo a mi padre. Resbaladizo. Estábamos encima de un lago congelado, mentiría si dijese de pasarlo sin caerme ninguna vez. Pero no fui el único, Rikant se cayó más veces, teniendo que volver a su forma humana.

—Toma tu ropa Papá

—Gracias hija.

Se vistió y se sentó junto a mi, ya dejando el lago atrás, ambos estuvimos contemplando una casa que se veía a lo lejos.

—¿Te gusta?

Le miré confundida, no sabía a qué se refería.

—La he comprado.

En ese momento me brillaron los ojos, eso quería decir que íbamos a vivir por fin en algún sitio, estaba tan emocionada que descuide mi forma falsa. Mi padre se rió al ver como una pequeña lobezna del mismo color cobrizo que él salía de debajo de la ropa.

—Vale, está claro que te hace ilusión —se levantó y agarró mi ropa—, cuando crezcas acostúmbrate a que la ropa se puede romper.

Le miré desde abajo y me tomó en brazos.

—Vamos Zane, una nueva vida nos espera.

Me acurruque entre sus brazos quedándome dormida.

Hacía mucho tiempo que no era tan feliz.

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Relatos ahogados en frascos de tinta IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora