4º Día - Radio

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"Buenas noches" le dije a Marta, habíamos pasado todo el día jugando al escondite, así como a ir uno tras otro. Era verano y estábamos muy agotados. Pero como siempre yo no conseguía conciliar el sueño de golpe, al contrario que ella que se dormía en menos de un minuto tras acostarse en la cama dejándose llevar por el mundo de los sueños.

Por eso, me extrañó escucharle hablar aquella vez, a las tantas de la madrugada diciendo cosas que de primeras no comprendía.—Cuanto tiempo Juixu, ¿Cómo está tu madre?

Y luego se respondía a sí misma.

—Muy buen Agustex.

Era la mar de raro, así que me levanté a mirar, pues la respuesta que acababa de escuchar no me sonaba de nada a ella. Y me tape la boca al comprobar que de su oreja salía una especie de antena, está proyectaba en formato de holograma una figura extraña de colores rojizos que le hablaba a un micrófono.

Como una radio, una radio dentro de la cabeza de mi amiga...Tenían que estar soñando, así que intente despertarla, la antena de escondió y la visión de apago. Marta me miraba con cara de enfado.

—Estaba soñando algo muy divertido.

—¿Una radio en tu cabeza? —respondí sin pensar, ella se quedó mirándome unos segundos que parecían eternos, después comenzó a reír—.

—No sé de dónde sacas esas ideas Steve —sonrió con su encantadora sonrisa, que tanto me aliviaba, y de fácil contagio—. Vete a dormir anda—.

Le hice caso y me tumbé en la cama, me puse a meditar sobre cosas de mi cabeza haciendo tiempo hasta que mis ojos se cansasen de estar abiertos. Había sido mi imaginación, estaba seguro. Pero entonces les oí de nuevo hablar.

—Tío, se me perdió la conexión por un momento, pero de nuevo estoy contigo y eso que tal y como te decía mi madre está mejor.

No me lo podía creer, me levanté de nuevo con sigilo y allí estaba, como una torre de comunicación en la oreja de ella. Era absurdo. Pero tenía miedo, así que hice lo razonable. Avisar a mis padres.

Quizá todos cuando dormíamos nos crecía eso en la oreja, aparecía cuando nadie debería poder ver o quizás ellos me explicarían cosas de este mundo que por ser ellos deberían saber. Al fin de cuentas eran los sabios de la casa. Siempre solucionaban todo. Así que fui a su habitación con lentitud. Calcetines por el suelo. Nada de zapatos.

Abrí la puerta de la habitación y contemplé que efectivamente, de ellos también salía una pequeña torre con un visor donde se sintonizada una especie de radio. Así que les llame para preguntar.

Cuando mi padre abrió los ojos, mi madre ya no tenía nada visible. Le expliqué la situación como si fuera algo normal, pues para ese momento lo creía y me miró con esa mirada que dice "¿Me has despertado para esa tontería?" Cerró los ojos y se quedó dormido al poco tiempo.

Suspiré y fui de nuevo a la habitación, me tumbé en la cama y me puse de lado esperando a despertarme de este sueño tan raro y entonces se escuchó de nuevo la voz.

—¿Sabes algo de Juxna?

El otro respondió, parecía triste

—Si, que hoy no podrá hablarnos, su humano no está durmiendo.

"¿Hablaban de mi?" Si, eso parecía. Eso y que sabían que les estaba escuchando todo este tiempo. Así que me atreví a decir.

—Les contaré a todos de vuestra existencia si no dejáis en paz a mi amiga.

Los dos seres tuvieron más o menos un minuto de silencio, lo que supuse que era para pensar en mí trato. Pero la rompieron riéndose al unísono.

—No veo la gracia, —dije mosqueado, a lo que siguió de las risas—

No eres el primero chico que nos ve, nadie te creerá ¿Y sabes por qué? 

Dejé un silencio para que siguiera así que continuó.

» Porque en tu mundo los seres fuera de la ciencia son estupideces de niños, un día crecerás y querrás ignorar lo mágico del mundo para engancharte a una vida más simple. Y lo harás.

—No, no lo haré.

Pero lo hice, tras una década de aquel fenómeno di por sentado que se trataba de una idea que ocurrió en mi cabeza porque los niños tienden a imaginar cosas. Y siendo un joven de 20 años había dado carpetazo al asunto. Hasta que un día vislumbre de nuevo aquella torre en la oreja de mi prometida y desde entonces no dejé de creer.

Pues a veces de pequeños vemos cosas que ignoramos de adultos . Y esas cosas existen en este mundo. 

Y un día saldrán a saludarnos.

 Porque el mundo necesita conocerlos.

 Sólo falta que estemos preparados.

06

Relatos ahogados en frascos de tinta IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora