CAPÍTULO 13 Nicahealy Quandt

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Después de la locura de Nicolás, no pude dejar de pensar en que se iba a casar, solo no lo dejaba de pensar, no podía enamorarme de un hombre que tenía una prometida. No debería pero no puedo resistirme a todo lo que hace, tiene la habilidad de hacer que con tres palabras o un simple toque me olvide de todo el mundo. Estaba totalmente decidido que no seguiré aguantando o poniendo barreras. Pero mi conciencia me estaba traicionando y más que todo hoy.

Cuando salía del turno, iba camino hacia mi coche estaba totalmente inmersa en mis  pensamientos ya estaba a tres pasos de este cuando siento que un auto entra a toda velocidad al parqueadero y comienza a disparar en mi dirección, un hombre vestido totalmente de negro como el que había visto en el restaurante la noche anterior, se tumbó encima mío, cubriendo totalmente mi cuerpo contra el piso. Cuando los disparos  cesaron un hombre de un coche negro con la misma pinta del que estaba tirado encima mío, estaba corriendo hacia mí, me quito al hombre que tenía encima, desesperada revise si tenía pulso pero no había ninguna señal alguna, estaba muerto, y si no fuera por él, la muerta seria yo. Estaba en shock arrodillada en medio de todo el parqueadero. Las lágrimas no dejaban de caer sobre mi rostro. Era demasiado para mí. Otro hombre me cargo y me subió a otro coche, un coche que sabía que había visto muchas veces pero siempre ignore. No me salían palabras, nada absolutamente nada. Mi cerebro no respondía solo mi cuerpo temblaba y lloraba ante lo que acababa de pasar. De repente todo estaba negro. 

Desperté cuando sentí el coche frenar, mire por la ventana y habíamos llegado a casa, sin más Salí disparada del auto y comencé a correr hacia el despacho de mi padre, siempre estaba ahí a esta hora. Lo necesita a mares. Me sentí en peligro sola. 

Al abrir la puerta estaba Nicolás con él, corrieron hacia mí y me gritaban que hablara pero mi cerebro no respondía hasta que Nicolás me despego de mi padre y me agarro por los hombros, en sus ojos solo se veía preocupación e ira, mucha. 

- Nica vas a respirar y me vas a decir de una maldita vez quien te toco.- solo podía ver los ojos de Nicolás, mas nada es como si lo demás se hubiera esfumado, encontré la calma en sus ojos, respire profundo una o dos veces. 

- Comenzaron a disparar en el parqueadero del hospital y, y, y- solloce otra vez- Nick, está muerto- dije llorando con cada palabra, me jalo hacia él y me apretó contra su pecho. Yo solo podía llorar y abrazarlo. No dejaba de pasar la imagen del hombre encima de mí, inerte. 

Había visto muchas personas morir en el hospital, personas en un estado de  decadencia que era increíblemente horrible pero esta vez, no era una persona en un quirófano, en reanimación o en una camilla del hospital. Fue encima de mí y ese mismo hombre me había salvado. Había dado su vida por mí. Mi padre salió de la habitación dejándome en los brazos de Nick. 

- Todo estará bien cariño, solo respira amor- la ternura con la que Nick decía cada palabra se calaba en mi cerebro y me tranquilizaba, era medicina para mis nervios. ¿Cómo era posible que alguien que tenía tan pocas semanas de conocer se volviera tanto para mí?

- No fue un buen día Nick- susurre mientras me despegaba de su pecho. Había manchado de lágrimas y de la sangre de ese hombre su camisa blanca pero no importaba estaba bien. 

- Pero ya estás aquí conmigo- me dio un beso lleno de dulzura- Mañana será un día mejor, ¿entendido? -asentí como una niña pequeña

 - Bien vamos a bajar porque necesito saber que paso. ¿quieres cambiarte? 

Asentí y agarro mi mano y salimos hacia mi habitación, se escuchaban unas voces en el piso de abajo y la puerta abriéndose y cerrando como si estuviera llegando y saliendo gente como loca de la casa. No me di cuenta ni si quiera cuando mi padre bajo pero se escuchaba gritar abajo. 

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