CAPÍTULO 28 Nicahealy Quandt

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- Uno, dos, ¡TRES!- lanzo a sus espaldas el ramo Catherine, todas a mi alrededor gritaban alzando sus manos y yo solo miraba lo felices que eran todos en este momento, todos menos los novios de las que estaban alzando las manos y aunque ellos no lo aceptaran en el fondo también deseaban que ellas agarraran ese ramo, Salí de mi ensueño cuando sentí el ramo golpear mi cabeza y caer a mis pies.

 - Nica es tuyo!- grito mi madre, estaba emocionadísima de que lo agarrara y me sentí obligada a levantarlo- Mama ni si quiera tengo novio por Dios 

- Ya aparecerá Nica- dijo Catherine riendo y celebrando con el resto que lo agarre, que mal chiste en verdad. Me senté en la mesa una vez todos volvieron a bailar, Nick estaba bailando con Valeria y todos con sus parejas, vi que mi madre le dijo algo al oído a mi padre y este venia hacia mi mientras ella iba hacia las escaleras.

 - ¿volverás cierto mi reina? 

- Si lo hare papa- respondí a la vez que le daba un fuerte abrazo- ahora me está esperando un vuelo, todo estará bien, te amo papa 

- Y yo a ti mi tesoro- le di un beso y comencé andar hacia arriba. Bajaría hacia la casa de empleados donde me esperaba Víctor para llevarme. 

Una vez me había cambiado por ropa más cómoda y estaba lista para bajar las escaleras mi madre me dio un fuerte abrazo y beso. Creo que nadie en esta casa confía en que volveré. 

- Mama volveré lo prometo, tengo el bar esperándome 

- Lo se cariño, se porque lo haces y cuando vuelvas te aseguro que todo estará bien- no era necesario decirle porque me iba, ella ya lo sabía, sabía que me había enamorado de un hombre que tenía una prometida y que no la dejaría nunca por mí y que cada vez que estaba junto a el corría en peligro mi vida, y creo que aprendí la lección a la primera. Su vida no estaba hecha para mí, igual que mi mundo de algodones de azúcar que se desmorona poco a poco tampoco estaba hecho para él. 

El viaje fue largo, y ya por fin estaba en Barcelona, iba de camino al hotel Arts., estaba demasiado cansada así que lo más posible era que durmiera unas cuantas horas para luego irme a la playa. No le había avisado a nadie, sería solo un viaje para mí, ya a esta hora seguro todos se habían dado cuenta que me había ido. Mi teléfono ya estaba apagado, el móvil con el que me comunicaba con Gabriela ya tenía un mensaje. 

Gaby: Al menos le hubieras avisado Nica 

Nica: No era necesario, tranquila. Ya llegue por cierto

Ya había pasado una semana desde que me había ido de mis vacaciones de emergencia, estaba sentada en el taburete del bar de la piscina con un vestido rojo que me arrastraba, recibí un mensaje de Gabriela desde hace unos días que no había escrito 

Gaby: Nica, tu padre quiere que le dé el numero 

Nica: dáselo

Mis sueños seguían igual, solo que ahora no me la pasaba en una biblioteca sino tostándome bajo el sol o ebria de tantas margaritas o cualquier otra bebida que no fuera un Martini. Estaba prohibida esa palabra, los únicos amigos que había podido hacer era la recepcionista del hotel y el que servía los tragos en el bar, que ya me había ayudado dos noches a llegar al ascensor después que cerrara, estaba teniendo un grave problema con la bebida. Lo reconozco. No paso mucho cuando mi padre me escribió. 

Papa: Nica ¿puedes salir para Cartagena mañana? 

Nica: Si

Papa: Perfecto, nosotros salimos esta noche. 

No respondí porque quería disfrutar mi última margarita, tenía una resaca tan fuerte que creo que lo mejor sería que me suba a un avión ahora mismo para quedar rendida todo el camino, solo dormía mas de 3 horas cuando mi cuerpo era alcohol y somníferos.  Así que subí inmediatamente a empacar.< Adiós Valencia, recordare lo que pueda de ti> . Antes de irme pase por el bar y le deje una buena propina a mi amigo Luis que se la tenía bien ganada.

 Solo me eche una mentira más cuando deje ese hotel, dormí solo de Valencia a Madrid, de Madrid a Bogotá me la he pasado tomando champan y comiendo uvas, mi padre se volvería loco si me encontrara así. No sé en qué momento caí dormida pero cuando me desperté fue por la azafata despertándome para ponerme el cinturón, íbamos a bajar a Bogotá, ya faltaba poco. 

- Se le apetece algo Srta. Quandt? 

- No, Gracias

ESMERALDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora