CAPÍTULO 7 Nicahealy Quandt

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El resto de la semana había transcurrido tranquilamente, ya nos encontrábamos a viernes en la noche, y a dos días de la fiesta de compromiso. Nadie me volvió a preguntar sobre el terreno y se lo agradecía, aunque mi padre estaba un poco extraño. Solo había visto a Nicolás un par de veces en el despacho de mi padre pero no se quedaba a comer, se la había pasado declinando las invitaciones de mi madre.

Iba inmersa en mis pensamientos mientras tarareaba Bad Liar de Selena Gomez y conducía por el camino hacia las rejas de la mansión, cuando me adelanta el Jaguar de Nick para cruzar las rejas primero que yo, no lo había visto en todo el trayecto, así que frene de golpe.  <imbecil> . Ni si quiera se dignó a frenar o a bajar la velocidad. Seguía siendo el mismo psicópata del martes definitivamente. Continúe mi camino lo más lento posible con tal de conseguir el tiempo suficiente para que la ira que se estaba formando en mi interior disminuyera. Parquee detrás del jaguar al llegar, iba revisando mi móvil mientras rodeaba el carro para empezar a subir las escaleras, cuando iba a mitad de camino, escuche la voz de Nicolás. 

- Sí que conduces lento- dijo con su voz de soy un jodido ser perfecto desde lo alto de la escalera, estaba apoyado al lado de la puerta con las manos metidas en sus bolsillo delanteros de su impecable traje de corte italiano gris, con la piernas cruzadas como si estuviera modelando los zapatos Oxford marrones que llevaba puestos. Un psicópata con miles de cero en su cuenta definitivamente.

 - En realidad no- respondí a la vez que volvía mi vista al móvil y seguía subiendo. Yo mientras tanto estaba cero atractiva, llevaba un uniforme azul oscuro,con la mitad del cabello recogido en una coleta, <¿ a quién en su sano juicio, le parecía atractiva así?>, parecía más bien un zombi con las bolsas oscuras que seguramente tenia debajo de mis ojos.- es que tu manejas fuera del límite de velocidad- continúe 

- Si claro, o más bien será por esto- dijo mientras pasaba por su lado para entrar a la casa y me quitaba el móvil por segunda vez en la semana de mis manos. Puse los ojos en blanco mientras respiraba profundo. Realmente me estaba cabreando ya. 

- Espero y me lo devuelvas adentro- dije mientras abría y cruzaba la recepción tratando de ignorar el hecho de que me acababa de quitar mi móvil y me estaba haciendo enojar con tan solo 5 minutos juntos. 

- No creo cariño- dijo a lo lejos lo suficientemente fuerte para que lo escuchara cuando entre al salón y paraba en seco en la entrada, me acababa de decir cariño,mi corazón en todo su esplendor estaba saltando como si tuviera un juguete nuevo. Sería un problema este hombre. 

Cuando mire a mi alrededor, me di cuenta que estaban mis abuelos, Alexa y Leonard,junto con mis padres y Andrés, en la habitación. Mirando tratando de descifrar si me había ocurrido algo. 

- ¿Estás bien Nica?- dijo mi madre por todos los presentes. Afirme inmediatamente con la cabeza mientras sacaba una sonrisa. 

Salude a mis abuelos con un enorme abrazo de oso y un sonoro beso. Habían venido desde Atlanta donde se habían mudado después que el abuelo decidiera que ya tenía la edad suficiente para dejar la empresa y mi padre la experiencia necesaria para reemplazarlo, bueno en realidad la abuela lo había obligado, si hubiera sido por el probablemente todavía estuviera dando órdenes por todos lados. Mi abuela era morena, con su cabello lleno de canas hasta los hombros, y una sonrisa, sumamente dulce pero a la vez con el carácter suficiente como para que no creyeras que todo era juego. Mi abuelo por otra parte tiene un porte que había mantenido con el paso del tiempo, era muy sabio, siempre lleno de una infinidad de consejos para cada situación.

Nicolás no interrumpió en el salón como creí que haría. Después de decidir que era horade marcharse hacia el departamento en el centro de Royal el abuelo me pidió unos minutos a sola para hablar sobre un asunto importante. Rara vez se quedaban con nosotros, insistían que la vista era mejor desde la cima de un edificio en mi mitad de la ciudad. Cuando tomamos asiento solos en el salón, el abuelo saco una carpeta vino tinto de su maletín y los puso en la mesa de centro. 

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