CAPÍTULO 25 Nicahealy Quandt

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Ya era mayo 22, el día que nací, estaba en mi cama mirando el techo desde las 3 de la mañana como los demás días, a sabiendas que era una de las fechas favoritas de mi madre así que lo más seguro es que estuviera el comedor lleno de flores y globos con todos en la mesa esperándome entrar en pijama, como hace 10 años pero esta vez sería diferente entraría más decente, después de todo quiero salir bien en las fotos. No había vuelto hablar con Nick, en realidad había como desaparecido a pesar de yo me la pasaraen la biblioteca de mi padre, no lo había visto mucho que digamos. 

- Buenos días a todos- dije cuando llegue al comedor pero no había nadie solo 4 cajas de regalo esperando, ósea para nada me había arreglado, porque desayunaría sola y nadie me tomaría una foto con mis pantalones Palazzo. Una pérdida de tiempo arreglarme. Había una nota en mi plato que decía: "demoraste mucho en bajar, con amor mama" – feliz cumpleaños para mi entonces.- tampoco era que durara una eternidad cambiándome porque son así.

Me puse a desayunar sin más que decir porque no había a quien decirle. Agarre mi teléfono y revise para ver si mama o Andrés me habían escrito pero nada. Todavía me preocupaba Priscila, porque en realidad nadie la estaba buscando, y ni si quiera sus padres estaban preocupados todavía, era tan extraño. Me dirigí a la cocina y solo estaba Lee llena de harina, decorando un pastel de chocolate. 

- Buenos días Lee- dije animosa 

- Feliz cumpleaños mi Nica- me dio un sonoro beso- te estoy haciendo un pastel 

- Ya veo- dije riendo- ¿y los demás? 

- Salieron, estaban todos esperándote pero demoraste demasiado 

- No demore nada, todavía son las 8- dije viendo que en definitiva nadie me diría que no me demore.

- Lee cuando veas a Vladimir le puedes decir que suba las cajas que están en el comedor, las abriré cuando vuelva 

- A dónde vas?- pregunto levantando su vista de la tarta

 - Algún lugar donde pueda hacer algo- sin decir más nada salí, iría así sea acomprarme algo. No había podido convencer a Nick de que hablara con el Dr. Stone, había sido una pérdida de tiempo llamar a otros hospitales ya tenían claro que no me podían contratar. No tenía nada que hacer aquí en Royal. Llevaba días de la biblioteca al centro comercial. Me había planteado muchos proyectos pero en nada podía concentrarme. Estaba a mis 27 años perdida, con un título pero sin trabajo, con una familia que prefería estar con Nick que conmigo, con una cama en la que ni siquiera podía dormir, con el 25% de una compañía a la que no me podía incluir, ya estaba establecido que sería dirigida por Andrés o mi tío Max cuando mi padre diera la señal, estaba fuera de la carrera, era una decepción en todo su esplendor.

Ya estaba en mi auto lista para arrancar pero en realidad no tenía un lugar donde me apeteciera ir, todos los que conocía estaban trabajando, o fuera de Royal, o desaparecidos. Así que me volví a bajar para volver a entrar a mi habitación, me quite mis tacones de aguja, mis pantalones y elegante blusa que ni si quiera eso podía lucir, me puse unos pantalones de chándal con un top, camine hacia la biblioteca que últimamente era mi único refugio de la decepcionante vida que tenía. La biblioteca era casi del doble del tamaño del salón, las paredes estaban repletas de estantes marrones con una inmensa cantidad de libros en ella, de todo tipo, mi parte favorita era el lado derecho de la pared del fondo, donde estaban las novelas románticas. Los pisos eran de ajedrez a diferencia del resto de la casa, había una mesa rectangular en el centro con un par de lámparas y varias sillas, y directamente frente a la puerta doble de la entrada se extendía un sofá del largo de la mesa verde. No había espacio paraventanas, balcones o bares. Era un espacio exclusivamente hecho para perder entre las líneas de cada libro, lejos de todo lo que era tu mundo. Entrabas en los miles de universos que se extendían en cada libro. 

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