Capítulo 41

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Eiden apretó las sabanas, mientras se dejaba llevar por las sensaciones que esa boca le provocaba.

―¡Mierda! ―gimió.

Una sonrisa traviesa llegó debajo de las sábanas y vibró entre sus piernas.

Andrew estaba entre sus piernas, saboreando la humedad entre estas, probando, disfrutando de su cuerpo.

Se había despertado con la sensación de un cuerpo cálido y firme contra el suyo y abrió los ojos para verlo.

Él había llegado, aunque se había quedado dormida, él se quedó. Durmió a su lado.

Él la descubrió viéndolo y le había sonreído de una forma que no dejó dudas a lo guapo que podía ser recién levantado, era la imagen de un Adonis, su cabello suave derramado en su almohada, en su cama.

Él comenzó a disculparse con besos, por llegar tarde y no poder darle la noche que esperaban.

Entendía eso. No podía olvidar el hecho de que se había quedado, podía perdonar aquello, teniendo esto. Sabiendo que no se había ido, que la sostuvo toda la noche.

Haber pasado toda la noche en sus brazos sin ningún sentido mas allá de estar en el mismo espacio juntos, eso hizo que lo amara más.

Y aunque ella le dijo que no pasaba nada, él no lo vio de la misma forma y se escurrió bajo las sábanas para sacarle el camisón.

Y cuando la vio a la luz de la mañana, en esa lencería. Sus ojos brillaron, su cuerpo respondió al intenso deseo que vio ahí.

La desnudo con cuidado, la besó con anhelo y se entregaron a ese sentimiento, hicieron el amor, Eiden decidió que así era la mejor forma de describirlo, aunque sabia que la palabra amor solo iba en una dirección, no podía decir otra cosa de los que habían hecho esa mañana bajo las sábanas.

La forma en que el adoro su cuerpo y la llevo al precipicio de su propio placer la dejó mareada y jadeando su nombre.

Y cuando ambos estaban saliendo de ese maravillo orgasmo juntos, él se había arrodillado para devorar su sexo con impaciencia y la estaba volviendo loca.

Su lengua, sus dientes, labios y dedos estaban compitiendo por ver quien la enloquecía mas.

Las palabras sucias que salían de su boca mientras él disgustaba su cuerpo, lo hacia reír y a la vez la presionaba más a un segundo orgasmos esa mañana.

Sabia que las personas ya debían estar despierta y que en cualquier momento alguien llegaría, pero no podía evitar las cosas que salían de su boca mientras el jugaba con su cuerpo a su antojo.

Podía sentirlo en cada caricia, sentía como su cuerpo era empujado de nuevo y apretó con más fuerza las sabanas cuando él le dio una larga y tortuosa mordida a su botón rosado.

―Andrew... por favor ―gimió ―Se que quieres... ―una mordida, un jadeo ―Pero te quiero dentro. Te quiero a ti. ―sus dedos se detuvieron en su interior. ―Por favor.

Andrew se detuvo por completo y tiro de las sabanas, ella lo vio, sudando, sus labios mojados por sus propios jugos y su cabello revuelto, ese hombre precioso estaba entre sus piernas.

―Me encanta cuando me lo pides por favor.―un ronroneo salvaje.

Se estiró sobre ella para besarla, ella abrió sus piernas para enredarlas en sus caderas y rozar su entrada con su miembro. Él gimió en su boca cuando ambos sexos se tocaron.

―Por... por favor...―

Andrew se movió y se arqueó cuando la llenó de un solo golpe.

―Sí me lo pides así preciosa, como decirte que no.

Vuelvo A Casa (Primera parte trilogía Arde)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora