Capítulo 2

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Los hermanos se levantaron temprano y se dirigieron justo a buscar el Caldero Chorreante. Cuando ya estaban en la calle Charing Cross, buscaron con la mirada el tan preciado bar.

— Ahí está — dijo Lucy y los cuatro caminaron hacia ahí.

Entraron a el bar y había poca gente, en la cara de los cuatro se podía notar lo perdidos que estaban.

— ¿En que les puedo ayudar? — dijo un señor que parecía ser el barman o algo así.

— Buscamos el Callejón Diagon — respondió Peter

— Oh si, vengan conmigo — dijo y empezó a caminar — mi nombre es Tom.

— Peter — se presentó — y ellos son Susan, Lucy y Edmund.

— Un gusto, bien aquí — dijo y se detuvo en lo que parece ser el basurero.

Tom tocó unos cuantos ladrillos y estos se empezaron a mover hasta que se abrieron completamente y dejó ver el gran Callejón en donde había muchas tiendas y mucha gente.

— Bien, hasta aquí los acompaño — dijo Tom

— Esta bien, Muchas gracias — dijo Peter.

— Gracias — corearon los otros y Tom se fue.

Entraron completamente al Callejón y observaron todo; el lugar era enorme con multitud de gente, era simplemente hermoso, había tiendas de cosas que no encontrarías en cualquier lugar.

— Esto es... — dijo Susan.

— Fantástico — completó Lucy.

— Bien, al primer lugar que tenemos que ir es a el banco — dijo y miró todas las tiendas.

— Allá — dijo Edmund apuntando al gran edificio.

Caminaron entre toda la gente dispersa, siendo empujados y, ¿por qué no?, empujando ellos también, y con prisa hasta que llegaron a la puerta.

— Llegamos, al fin — dijo Susan.

— Y vivos — le respondió Edmund.

Abrieron las puertas de aquel banco llamado Gringotts, y pudieron observar a las pequeñas y feas criaturas que trabajaban ahí.

— Son...¿Duendes? — dijo Susan sorprendida.

— No, caballos — le respondió Edmund sarcásticamente ante esa boba pregunta, esta simplemente rodó los ojos

Llegaron al Duende que estaba a la otra punta y se pararon al frente.

— Hola, buenos días, vinimos... Por dinero — dijo Peter.

— Que sutil — reprochó Susan.

— No sabía que decir — le susurró.

— Número de bóveda — siguió el Duende como si nada.

— 531 — respondió Susan.

— ¿Llave? — volvió a decir.

— Edmund la llave — dijo Peter

Este metió la mano en su bolsillo e hizo una expresión de miedo y tocó todos sus bolsillos.

— No la tengo — dijo y todos se asustaron —. Era broma aquí está — sonrió entregándole la llave.

— Ja-Ja muy gracioso —espetó Peter.

— Muy bien, síganme — dijo el Duende.

Lo siguieron y se encontraron con otro Duende quien les dijo que se subieran a un carro y este empezó a andar a una velocidad demasiado, hasta que por fin se detuvo.

— Lo odio — suspiró Edmund al bajar.

— Bóveda 531 — les informó el Duende y la abrió.

Cuando la puerta se abrió completamente y pudieron observar todo el oro que había, y abrieron los ojos como platos al igual que la boca.

— Bien, tomen todo lo que sea necesario — les ordenó Peter.

Los hermanos empezaron a tomar puños de todas las monedas que habían y meterlas en sus bolsillos.

— ¿Cual es la diferencia de todas estas monedas? — preguntó Edmund

— Las de bronce se llaman Knuts son las de menor valor, las de plata, Sickles y son las de valor medio usualmente son las que más se usan y las de oro son Galleones y son las de mayor valor — explicó el Duende.

— Wow — dijo Lucy atónita, con un brilló en su mirada.

— 17 Sickles son un Galeón, y 29 Knuts son un Sickle, lo que significa que 493 Knuts son un Galeón — terminó este.

Cuando terminaron de tomar lo que iban a tomar salieron de ahí y se dirigieron a comprar todo.

— Primero vamos por los libros — dijo Peter.

— Yo quiero mi varita — replicó Lucy.

— Más tarde, Lu— respondió

Fueron a comprar los libros y había mucha gente así que tardaron un poco y luego por el uniforme: Las túnicas, el sombrero, los guantes y la capa de invierno. Luego por: el caldero, el juego de redomas, el telescopio y la balanza de latón. Lo único que les faltaba era la varita y los animales.

— ¿Ahora sí vamos por las varitas? — dijo Lucy

— Si Lu, ahora sí — respondió Peter.

Y se dirigieron a la tienda de varitas Ollivander's. Entraron y no había nadie, segundos después salió un señor canoso y de ojos azules.

— ¿Hermanos Pevensie? — dijo este y ellos asistieron —. Me dijeron que vendrían, empecemos contigo — señalo a Peter.

Le paso varias varitas las cuales solo destrozaban el lugar hasta que al fin una funciono

— Endrino, núcleo de Fibra de corazón de Dragón, 29 cm — le especifico este — ahora tu — dijo a Susan.

Con ella no fue lo mismo solo tuvo que probar dos varitas hasta encontrar la indicada

— Pino, núcleo de Pelo de unicornio, 32 cm — dijo el señor —. Tú — señaló a Edmund.

Con él la tuvo difícil Ollivander ya que no sabía cuál darle, hasta que porfin encontró una que fuera compatible.

— Manzano, núcleo Pelo de unicornio, 26 cm — le dijo —. Y por último tú — señalo a Lucy.

Está se acercó emocionada y empezó a probar varitas y esta vez la cuarta fue la vencida.

— Sauce, núcleo de Fibra de corazón de Dragón, 23 cm — le dijo.

Los hermanos pagaron y fueron a comprar lo último que les quedaba.

— Bien, ahora los animales — dijo Peter — podemos llevar una lechuza, un gato, una rata o un sapo.

— Yo quiero un gato — dijo rápidamente Edmund.

— Igual yo — coincidió Lucy.

— Bien, un gato, ¿Lechuzas? — dijo mirando a Susan y esta asintió.

Caminaron hasta la tienda y comprar los gatos y las lechuzas que querían, pagaron y salieron de ahí.

— Hora de regresar — dijo Peter.

Salieron del Callejón hacia el Caldero Chorreante, se despidieron de Tom y caminaron directo a casa.

— ¿No están emocionados? — preguntó Lucy y ellos asistieron.

𝘕𝘢𝘳𝘯𝘪𝘢 & 𝘏𝘢𝘳𝘳𝘺 𝘗𝘰𝘵𝘵𝘦𝘳 [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora